Por: Javier
Coria
Los
paramilitares del Comando Central-Águilas Negras de Colombia han amenazado de
muerte a 99 activistas pro-Derechos Humanos. Entre ellos se encuentra José
Aristizábal García, que pasó once años exiliado en Catalunya coordinando el
Observatorio por la Autonomía y Derechos de los Pueblos Indígenas en Colombia y
participando en el activismo social de Barcelona.
Aristizábal
huyó de Colombia en 1994, cuando su vida fue amenazada por participar en los
acuerdos de paz entre la Corriente de Renovación Socialista y el Gobierno
Nacional, ahora, después de once años de exilio y volver a su país apenas hace
tres meses, de nuevo amenazan su vida. El activista trabaja como coordinador
del Observatorio del conflicto armado y el posconflicto, en la Corporación
Nuevo Arco Iris, cuyo director ejecutivo, Fernando Hernández, también aparece
en la lista de los amenazados, junto investigadores y activistas de los
Derechos Humanos y la Paz en Colombia. Aristizábal es muy conocido en
Catalunya, por ello amigos, organizaciones no gubernamentales, partidos
políticos e instituciones de Catalunya y el Estado español han remitido una
carta al Presidente de la República de Colombia, señor Juan Manuel Santos
Calderón, para expresar su preocupación y pedir las medidas necesarias para
eliminar las estructuras criminales, a veces muy cerca del poder policial y
militar, que impunemente actúan para boicotear el proceso de paz actuando
contra los que lo defienden y lo hacen posible. Entre los firmantes hay
organizaciones como Oxfam Intermón, Justicia i Pau, Comissió Catalana d’Ajuda
al Refugiat, la Comisión de Defensa de los Derechos de las Personas del Colegio
de Abogados de Barcelona; organizaciones políticas como la CUP, Iniciativa per
Catalunya Verds, Izquierda Unida y Alternativa; los sindicatos CCOO, UGT, la
Intersindical CSC, Unió de Pagesos o el Consejo de la Juventud de Catalunya,
entre otros.
“Águilas Negras”, una
franquicia criminal
Con el
nombre de “Águilas Negras” se agrupan las nuevas formaciones paramilitares
colombianas que ejercen el terrorismo, la extorsión, los secuestros y el robo,
muchas veces ligados a los cárteles de la droga. Algunas fuentes señalan al
paramilitar Vicente Castaño, alias “El Profe”, como uno de los dirigentes de
esta tercera generación de paramilitares. “El Profe” fue uno de los fundadores
de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), hoy desmovilizada, y cuyos
miembros se asocian con el llamado “rearme” de estos verdaderos escuadrones
de la muerte. Después de la desmovilización de la AUC, “El Profe” se convirtió
en un fugitivo, y algunas fuentes señalan que fue asesinado por orden de sus
antiguos compañeros de fechorías que cumplían penas de cárcel en centros de
máxima seguridad.
En un comunicado fechado en 2008, los
“Águilas Negras” decían: “En virtud a lo
que hemos denominado nuestra remozada organización y el nuevo direccionamiento
a nuestra lucha armada, nos permitimos informar acerca de nuestras serias
intenciones de declarar abierta la oportunidad de que muchos colombianos
afectos a nuestros ideales, han requerido por todo el territorio nacional, el
afán diario de muchos compatriotas es un TOTAL REARME DE FUERZAS PARAMILITARES,
que defiendan la propiedad privada y los intereses colectivos miles de
colombianos y colombianas, fue un gran error promover un proceso de
desmovilización que nos abocó al desastre que venimos enfrentando (…).
Fielmente creemos que el paramilitarismo ha sido un método de dominación social
y política que tiene sus raíces en la doctrina de seguridad nacional y
democrática. Comenzó como una estrategia antisubversiva y terminó
convirtiéndose en un modelo de control territorial, donde convergieron los
sectores más retardatarios de las fuerzas militares, los partidos políticos y
la empresa privada”
En fin,
queda claro que se reivindican afines a los sectores más reaccionarios del
ejército y defensores de la sacrosanta propiedad privada, aunque tengan que
atentar, como así lo hacen, con la más valiosa, la vida humana. José
Aristizábal ha hecho pública una carta que aquí les reproducimos:
NO BASTARON ONCE AÑOS DE
EXILIO
Hace menos de un mes llegó a la sede
de la Corporación Nuevo Arco Iris,
donde trabajo, un pasquín del grupo Los
Rastrojos en el que se amenazaba a esta institución y a Fernando Hernández,
nuestro director ejecutivo. Por esos mismos días hubo una lluvia de amenazas
similares a otras ONGs y defensores de derechos humanos.
Ayer tarde entregaron aquí mismo, en
la recepción de la oficina, un sobre que contiene otra amenaza. Es del grupo Comando Central-Águilas Negras. En ella
amenazan de muerte a 99 hombres y mujeres entre quienes estamos Fernando
Hernández, Adolfo Bula y yo. En las amenazas de septiembre y octubre del año
pasado y las de hace un mes no aparecía mi nombre; en esta sí.
Aún no llevo tres meses de haber
regresado a Colombia. Y no fue suficiente que pasara once años lejos del país, en España y Catalunya, para
que otra vez me vuelvan a amenazar. No
bastaron once años de exilio.
Pensaba que al retornar podría
dedicarme más o menos tranquilamente al trabajo de investigación por la paz.
Que al haber un gobierno que está negociando un acuerdo de paz con las FARC y
fue elegido con la promesa de la paz, uno podría ejercer su derecho elemental a
caminar fresco por la calle sin escoltas ni esquemas de seguridad. Nunca me
imaginé que esos heraldos de la muerte tomaran nota tan rápido de este regreso.
Que no me dejaran casi ni llegar.
Señor Presidente de la República,
Señor Fiscal General de la Nación: hace un mes, ante la oleada de amenazas, el
gobierno se quedó callado. Es claro que no somos los únicos amenazados ni abogo
sólo por mi seguridad y la de mis compañeros porque estamos en el país donde
las amenazas se volvieron el pan de cada día bajo la mirada impune de las
autoridades.
Pero señores Presidente y Fiscal:
Fernando Hernández, Adolfo Bula y yo fuimos los que firmamos junto con el
gobierno nacional el acuerdo de paz de la Corriente de Renovación Socialista en
1994. Y desde 1996, las amenazas contra nosotros y otros dirigentes e
investigadores de Nuevo Arco Iris nunca han cesado. Fernando tuvo que salir
siete años fuera del país. León Valencia ha tenido que huir varias veces ante incontables amenazas.
Yo apenas acabo de regresar. ¿Cómo van a convencer a las FARC y al ELN para que
se transformen en un movimiento político si el gobierno no es capaz de parar ni
reducir este diluvio de amenazas?
Señor Presidente, señor Fiscal: las bandas
paramilitares o bacrim, o quienes actúan a nombre de ellas, no sólo están
amenazando a la gente que trabajamos por la paz y los derechos humanos. Siguen
asesinando y regando de sangre regiones enteras, impidiendo la restitución de
tierras a los campesinos, sembrando el miedo en las periferias urbanas y
engordando las economías criminales. Si el gobierno no reduce estas bandas y
las élites políticas que las encubren, no habrá paz ni con las FARC, ni con el
ELN, ni con la sociedad.
José
Aristizábal García.
Coordinador del Observatorio del conflicto
armado y el posconflicto.
Corporación Nuevo Arco Iris
Bogotá, 22 de octubre de 2014
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