"U cumannari é megghiu d’o futtiri"
Los sicilianos aman la naturaleza con la mala leche que les caracteriza, por eso, en cuanto pueden, se compra un terreno lejos de la ciudad, construyen una casa totalmente incongruente con el clima y el paisaje, tirolesa con columnas salomónicas, ventanas de pagoda o lupanar hindú, verjas carcelarias, y estucado veneciano y cemento hasta aburrir.
Alrededor, en lo que había sido campo, bosque, arrasa con cualquier vestigio de vegetación autóctona para poner césped, arizónicas, adelfas, hortensias y cualquier arbolito exótico que no tenga la mala costumbre de dejar caer hojas en otoño, porque su ideal como paisaje ajardinado es el acceso al tanatorio de la M-30 de Madrid, donde no cabe otra fauna que no sea un perro de considerables dimensiones, completamente desquiciado, y sus amos, que creen que hablar a voces y repetir tontunas indica campechanía.
La humanidad es un error de cálculo de la naturaleza. Y, los sicilianos con casita en el campo, el epítome de lo infrahumano.
Autor: u crasticeddru
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Foto: Manuel Ferrol
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