El teatro museo precintado
temporalmente
Por
Javier Coria. Fotos: Francesc Sans
El Ayuntamiento de Barcelona
precintó la semana pasada el teatro museo “El Rey de la Magia”, el insólito
local de la calles Jonqueres, 15. Problemas burocráticos, que se solucionaran
en breve, según nos cuenta el creador del teatro Josep Maria Martínez, hicieron
que la sala no solo tuviera que interrumpir los espectáculos, cerrar el museo y
el bar, sino que sus dueños y empleados tenían prohibido el acceso al local.
TEATRO ESTABLE DE MAGIA
La
ciudad de Barcelona ha tenido que esperar más de un siglo para tener un teatro
estable dedicado a los espectáculos de magia. El primero estuvo en la Ramblas y
era conocido como el Salón Mágico.
Único establecimiento de estas características en el Estado español y que fue
fundado en 1894, por el ilusionista Joaquim
Partagàs Jaquet, y que se clausuró en 1900. Además de espectáculos de
prestidigitación, se proyectaban sesiones de linterna mágica y de una extraña
técnica escénica que llegaba de París, los dioramas,
popularizados por otro famoso mago, que pasó a la historia como inventor de la
fotografía, Louis Daguerre.
Hace
tres años, precisamente por estas fechas cercanas a la Navidad, que podemos
decir que dos ilusionistas cumplieron su ilusión. El mago y director escénico Josep Maria Martínez y la actriz Rosa Maria Llop, actuales dueños de la
tienda “El Rey de la Magia”,
abrieron el teatro de la calle Jonqueres con la intención de dotar a la
ciudad una programación estable de magia. Hace años ya hicieron un primer
intento convirtiendo el almacén de la tienda, en la calle Oli, en un pequeño
museo teatro de apenas 200 metros cuadrados . El actual tiene unos 500 metros cuadrados .
Con un aforo total de 270 personas, el espacio se reparte entre un escenario
con una grada para 150 personas, un bar que está abierto al público en general,
la tienda y un museo. La valiosa colección del museo reúne carteles, libros,
juegos de naipes, artilugios para hacer trucos, fotos históricas de magos,
dibujos, abanicos…, en fin, una colección que no se puede perder, y harían bien
las autoridades culturales del Ayuntamiento y la Generalitat de apoyar y
velar por la conservación de este
patrimonio cultural de la ciudad.
“EL REY DE LA MAGIA”: 132 AÑOS
EN LA CALLE PRINCESA
Como
está pasando con importantes y antiguas librerías, nuestra ciudad se está
quedando sin comercios centenarios. La crisis, la subida de alquileres, el
dichoso 21% del IVA a la cultura, la falta de recambio generacional al frente
de los negocios, la rapiña inmobiliaria de grandes cadenas comerciales que poco
a poco se van quedando con cada metro cuadrado de las zonas más céntricas y el
núcleo histórico de la ciudad… En fin, todo un cúmulo de circunstancias que
están haciendo que la ciudad de Barcelona esté perdiendo un patrimonio cultural
e histórico en aras de un parque temático para turistas, turistas que no dejan
de aumentar mientras la urbe pierde población a marchas forzadas, muchas veces
expulsados de la ciudad por la carestía de la vivienda y el coste de la vida en
general. El lema del consistorio socialista de 2007, ya decía: “Barcelona, la
mejor tienda del mundo”, y los diversos gobiernos municipales parecen seguir
esta máxima. Pero ¿hasta qué punto una ciudad modélica, a escala de los
ciudadanos que la habitan, la pueden convertir en un inmenso complejo comercial
con una oferta uniformizada y monopolizada por las grandes galerías y marcas
comerciales?
La
idea romántica de que no se perdiera un lugar tan singular como la tienda “El
Rey de la Magia”, lugar de referencia para magos profesionales y aficionados,
llevó a Josep M. Martínez y a Rosa M. Llop a quedarse con la tienda allá por el
año 1984. Fue el poeta Joan Brossa,
cliente de la tienda y gran aficionado, quién les aviso que la tienda iba a
cerrar, una tienda más que centenaria. La tienda fue fundada por el mago Joaquín Partagàs Jaquet, después de
regresar de un viaje de gran éxito por la Argentina, donde había viajado, con
apenas 20 años, para hacer una gira. Siguiendo los pasos de otro
prestidigitador catalán que hizo fortuna en América, Fructuós Canonge, llamado “El Merlín catalán”, Partagàs llegó a la
Argentina en 1868 con la maleta, nunca mejor dicho, llena de ilusiones y magia.
Era una época en que los ilusionistas llenaban los grandes teatros del mundo, y
Partagàs lo hizo en Buenos Aires recibiendo el aplauso de la crítica, el
público y la prensa, que realizó grandes reportajes sobe sus actuaciones.
Partagàs
había nacido en la calle Princesa, y fue en el número 5 de esta calle donde
abrió la primera tienda. Aquí los números bailan un poco, algunas fuentes nos
dicen que el establecimiento se abrió al público en 1878, pero lo que sí se
sabe seguro es que se trasladado al número 11 de la misma calle, donde está en
la actualidad, en 1895. El segundo dueño, que siguió con el espíritu
fundacional de investigación y amor por la magia, fue Carles Bucheli, cuyo nombre artístico era “Carlston”. Bucheli regentó la tienda del barrio de la Ribera desde
1932 hasta su fallecimiento, acaecido en 1981. Su sobrina, Joanna Grau, se hizo cargo del negocio que mantuvo hasta finales de
1983. Fue Bucheli el que puso el cartel que hoy podemos ver en el
establecimiento, donde figura 1881, como año de fundación. El 28 de febrero de
1984, y después de unas reformas, volvió a reabrir el “El Rey de la Magia”, con
la pareja Rosa y Josep.
EL LABERÍNTO BUROCRÁTICO
Fue
por la navidades de 2010 cuando los propietarios de “El Rey de la Magia”
decidieron abrir el teatro de la calle Jonqueres. Todo esto después de
múltiples peripecias y experiencias montando números con otras compañías o actuando
con su propio dúo –él y su compañera Rosa- llamado “Capsa Mágica Teatre”. Según nos cuenta Josep Martínez, llevan
estos tres años funcionado con una licencia provisional, y fue un descuido lo
que hizo que se retrasaran un día en presentar la documentación para la
licencia definitiva. Todo esto unido a que las dos empresas constructoras que
realizaron las obras del teatro quebraron antes de emitir los certificados
correspondientes. El mago habla con este redactor delante de una mesa llena de
papeles que ni su sabiduría esotérica sabe cómo hacer desaparecer. Oficinas que
no trabajan según a qué horas, informes contradictorios sobre los decibelios
que emite el equipo de sonido, situaciones jocosas a fuer de disparatadas… En
fin, que es justo que se exijan las máximas garantías y se cumpla la ley,
aunque no estaría de más que se simplificara el laberinto burocrático y no se
estuvieran tres años para poder legalizar un negocio o pequeña empresa. Josep
Martínez me comenta que no han recibido ninguna queja o denuncia por parte de
los vecinos, es más, dice: “Cualquier
camión que pasa delante de nuestro local hace más ruido que nuestra actividad”.
Josep Martínez pide perdón a los clientes y amigos que se han interesado por el
cierre provisional del local, cierre que quizá a la publicación de este
artículo ya esté solucionado.
DEL “MAGIC CABARET” AL “CAFÉ
TEATRO”
Los
propietarios retomaran con más pasión si cabe, la programación del museo
teatro. En ella destaca las sesiones de “Magic
Cabaret”, que mezcla la magia con números propios del cabaret de los años
sesenta. El mago David Estrómboli,
la vedette Judit García, y haciendo de maestro de ceremonias, Pere Miró, dan vida a este espectáculo
de producción propia de “El Rey de la Magia”. Josep nos dice: “Quería que la magia no se quedara asociada
solamente al público infantil, y por eso hacemos estas sesiones, se enseña un
poco de pit i cuixa, pero nada que no
pueda ver un niño si viene con sus padres, claro”. Los niños tienen sus
sesiones matinales los sábados. Y para febrero de 2014, se impartirá un curso
de iniciación a la magia para niños entre 8 a 12 años, en sesiones matinales
los sábados de 11 a 13 horas. La tienda y el museo se complementan con el
pequeño bar, que Josep llama “café
teatro”, porque en determinadas ocasiones se harán sesiones de magia de
cerca. Nosotros no podemos decir más que: ¡Larga
vida a El Rey de la Magia!
Para
más información: El Rey de la Magia
Publicado originalmente en la Revista Rambla
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