El control de los
medios de comunicación
Noam Chomsky
La versión cotidiana de democracia está muy lejos de la
impresión generalizada. En la práctica, la democracia consiste en el ejercicio
del poder desde la cúpula financiera y empresarial, con el trabajo conjunto de
intelectuales y líderes políticos, formando una minoría ejecutiva que se
contrapone a la mayoría. Walter Lippmann llamó a esta mayoría el rebaño
desconcertado.
En una democracia existe el peligro de que el rebaño
desconcertado tome iniciativa y abandone su papel de mero espectador. En tal
caso, las consecuencias serían desastrosas. Para evitarlo es necesario poner en
marcha estrategias de propaganda englobadas en lo que Edward Bernays llamó
“ingeniería del consenso”. Hay que entorpecer las posibilidades de
autoorganización popular que les llevaría a tomar conciencia. Hay que
inculcarles miedo a agentes internos y externos, de tal forma que se aíslen y
consideren a esos agentes como los verdaderos problemas. Hay que mantenerles
entretenidos con programas y asuntos banales. Y hay que conducirles con la
propaganda adecuada, que enaltezca el patriotismo y la confianza en los
dirigentes y en sus soluciones.
Noam Chomsky
El primer ejemplo moderno de estas gestiones lo protagoniza
Woodrow Willson, presidente estadounidense que tenía la difícil misión de
transformar la sociedad estadounidense pacífica en una masa histérica
germanofóbica, para justificar la decisión de participar en la Primera Guerra
Mundial. A tal efecto, se creó la Comisión Creel, que organizó las
informaciones públicas, consiguiendo los objetivos en tan sólo seis meses.
“El rebaño
desconcertado nunca acaba de estar debidamente domesticado: es una batalla
permanente”. Cada vez que la gente se organiza para participar, no se bautiza
la iniciativa como un comportamiento democrático, sino como una crisis de la
democracia.
Y toda crisis debe ser controlada y resuelta.
A las personas no les gusta la violencia y ello constituye
una tendencia enfermiza que obstaculiza el uso de la fuerza. Hay que generar
valoraciones positivas acerca de las virtudes guerreras (Yo: hay que educar en
diferentes calidades de violencia, según provenga de los malos o de los buenos.
Los segundos pueden usar la violencia para hacer justicia con los primeros).
“Si se tiene el control absoluto de los medios de
comunicación y el sistema educativo y los intelectuales son conformistas, puede
surtir efecto cualquier política”. Y todo ello se consigue sin violar la
libertad, a diferencia de lo que ocurre en los Estados totalitarios.
Y, sin embargo, la cultura disidente no sólo no ha sido
controlada, sino que va en aumento. Especialmente desde los años sesenta ha ido
creciendo, tomando forma y diversificándose. Feministas, ecologistas,
pacifistas... van rompiendo el hechizo que les hacía sentirse solos.
Cada vez que tiene lugar un retroceso social (pérdida del
poder adquisitivo o de los servicios sociales, por ejemplo) el rebaño desconcertado
puede inquietarse. Ello aconseja generar miedo, inventar un problema terrible que
los entretenga junto con el final de la copa o los culebrones. De hecho, durante
la década de los noventa aparecía un nuevo enemigo cada uno o dos años, si bien
existían predilecciones por algunos, como es el caso de Sadam Hussein. La caída
del comunismo (¡Que vienen los rusos!) tuvo que ser sustituida por el
terrorismo internacional.
Como nos venden la moto, de Chomsky y Ramonet
En todo este panorama es muy importante trabajar por la
percepción selectiva: las noticias que interesan deben saturar los medios; las
que no, deben ser silenciadas. Gracias a ello, se controlan los pensamientos y
los sentimientos del rebaño desconcertado. Se da máxima difusión a un libro de memorias,
escrito por un torturado de Fidel Castro y su autor es realzado por Ronald Reagan, y nombrado miembro de la comisión para los
derechos humanos, y acaparado por la televisión. Pero se calla el informe de
las torturas sufridas por 432 presos en Nicaragua con apoyo de oficiales
estadounidenses.
Una prueba contundente del éxito de la propaganda es la
fuerte incoherencia de la opinión pública, que utiliza cristales diferentes
para analizar los mismos hechos de procedencia diferente. Así, por ejemplo, las
personas asumen que Sadam Hussein no pudo con Irán en una guerra cruenta y larga.
Y, sin embargo, dan crédito a la noticia de que el mismo individuo supone un
peligro para la paz mundial puesto que podría convertirse en un tirano
planetario. O, lo que es más fuerte, la mayoría de los estadounidenses ven
justificado que EEUU intervenga militarmente en un país para protegerle de una
invasión o para echar a los invasores, y también asume sin problemas que el
invasor llegue a ser, precisamente, los EEUU.
Pensamiento único y
nuevos amos del mundo
Ignacio Ramonet
Los líderes políticos no pelean entre sí para tener poder,
sino para realizar la gestión que se espera de ese poder, puesto que éste se ha
desplazado desde el público al mundo de la economía y, especialmente, de las finanzas.
Este poder es posible gracias al pensamiento único: “la
traducción en términos ideológicos de pretensión universal de los intereses de
un conjunto de fuerzas económicas, especialmente los del capital internacional”.
La globalización ha superado a los Estados. De los cincuenta
individuos más poderosos del mundo, no puede identificarse ni a un sólo
político. Y los foros, como el de Davos, los reúnen entre sí. En este panorama
son necesarios nuevos poderes y los medios de comunicación constituyen una vía
muy trascendente de poder.
“La conquista de audiencias masivas a escala planetaria desencadena
batallas homéricas”.
Ignacio Ramonet
Los Estados totalitarios de las décadas de los treinta y
cuarenta mostraron sin tapujos los efectos de los procesos de adoctrinamiento.
Desde entonces, la tecnología se ha superado
los peligros de manipulación que anunciaban George Orwell, Thomas Mann,Theodor Adorno, Walter Benjamin... se han quedado cortos.
Hoy, las estructuras de normalización que se encargan de
garantizar el pensamiento único van más allá del efecto de la familia (Yo: ya
adoctrinada, por lo que los efectos se suman). El primero de todos ellos es la
nueva canguro: la televisión.
Uno de sus consecuencias más notables y que más impresionan
a la opinión pública es la violencia, como en el caso de los niños homicidas
que imitan los asesinatos que ven en sus series y películas preferidas. La
Asociación americana de psicología denunció en los años noventa que los niños
estadounidenses ven en la televisión, en sus cinco años de escolaridad básica,
unos ocho mil asesinatos y unos cien mil actos violentos.
Cifras igualmente elevadas se alcanzan al calcular la
cuantía de emisiones violentas en todo tipo de programaciones y países. Hay que
considerar que los niños sólo ven programas para niños en un 30% del tiempo que
dedican a ver televisión.
La televisión impone también la emoción sobre la razón y
ayuda a configurar los criterios sobre los bello, el bien, lo justo y lo
verdadero. Uno de los recursos son los anuncios. Se calcula que un niño francés
verá unos cien mil anuncios hasta sus doce años de edad.
La publicidad ha llegado a tal punto que carece de sentido
plantearse si dice o no la verdad, puesto que su campo de acción no es la
lógica. La publicidad, por tanto, no es refutable.
“Los dibujos animados, de los que los niños siguen siendo
grandes consumidores, no se refutan tampoco. Si es cierto que algunos son de
notable calidad poética y una riqueza para la imaginación, muchos otros presentan un modo simplista,
maniqueo, atestado de prejuicios y extremadamente violento (41 actos de
violencia por hora, de promedio, en los dibujos animados americanos)”.
Otra fuente de aprendizaje la constituyen los videojuegos.
Las tres cuartas partes de los niños franceses suelen jugar a ello
regularmente. Y suelen consistir en la recreación de enfrentamientos, donde hay
que aniquilar al enemigo para sumar puntos. No nos extraña pues que siga
aumentando el número de delitos cometidos por jóvenes en Francia y EEUU.
Las técnicas de persuasión “tienen por objeto permanente la
domesticación de las mentes”. Ejemplos son la publicidad, los sondeos y el
marketing.
Los sondeos recogen información útil para tomar decisiones
sobre qué pensamos, qué opinamos o qué sentimos y, sobre ello construir
acciones concretas. A su vez, la publicación de los resultados ayuda a que la
población de indecisos tienda a alinearse con la mayoría.
Y el marketing pone en marcha procesos impresionantes para
conseguir que incrementemos el consumo y de una forma determinada. La
disposición espacial de los hipermercados, la música de fondo, la organización
de los estantes... todo obedece a un plan, nada se deja al azar.
La coacción se complementa con la vigilancia y su ejercicio
se ha sofisticado y diversificado enormemente. Proliferan las cámaras de vídeo
por las calles y centros de trabajo. Los departamentos de recursos humanos
llevan fichas de los empleados con sus estados de ánimo, opiniones, creencias religiosas...
Y los servicios de policía llevan sus propias cámaras en manifestaciones y
situaciones especiales.
“Y cuando el condicionamiento masivo, la vigilancia y el
control se vuelven ineficaces, queda, como se ha podido ver en la película de
Milos Forman Alguien voló sobre el nido del cuco, una última herramienta de la
ingeniería del consentimiento: los tranquilizantes y los ansiolíticos” .En
1993, se consumieron 80,9 millones de cajas de psicotrópicos en Francia.
“Agotados por el trabajo, horrorizados por el paro,
angustiados por el porvenir, hechizados por la televisión, aturdidos por los
tranquilizantes, los ciudadanos sufren un adoctrinamiento constante, invisible
y clandestino”.
Antes, la prensa era una esperanza, pues contaba los
acontecimientos y suministraba los parámetros pertinentes para comprenderlos
(¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Causas? ¿Consecuencias ¿Contexto?...) Pero la televisión ha
impuesto su discurso a la prensa: asistir en directo a los acontecimientos bajo
el lema ver es comprender. Pero aunque
veamos al Sol salir, es la Tierra la que se mueve. La razón y el razonamiento
son los que hacen comprender, no los ojos. Volvemos a la era prerracional, que
ahora llamamos era de la imagen. Ahora parece que estar informado es ver una selección
de imágenes de cosas que ocurren en tiempo real. La información es imagen, la
actualidad es imagen, el momento es el ahora y la veracidad es la repetición:
cuanto más se repite algo, más verdad parece.
Pero los informativos de televisión se estructuran como una
ficción, con el objetivo de distraer, no de informar. La densidad y velocidad
de sus imágenes sobreinforma y desinforma al mismo tiempo y su efecto es más
publicitario que cívico. “Informarse cansa y a este precio el ciudadano
adquiere el derecho de participar inteligentemente en la vida democrática”.
“El sistema de información se ha pervertido; dominado por la
televisión, cogido en la trampa de las apariencias, muestra sin comprender, y excluye,
de hecho, del campo real aquello que no muestra”.
La impresionante capacidad efectiva de influir y manipular
hace de los medios de comunicación un bocado exquisito para el poder económico,
de tal forma que se suceden las fusiones y las compras de medios, muchos de ellos
a manos del mundo de las finanzas. La información es una mercancía.
Y se genera tal sumisión en los ciudadanos que la
indiferencia resultante se ha bautizado como consenso. Y esto no es asunto de
la democracia, no hay guardias ni control.
Es el mercado.
“A sus ojos, el poder político no es sino el tercer poder.
Antes está el poder económico y luego el poder mediático. Y cuando se posee
esos dos, como bien ha demostrado en Italia el Sr. Berlusconi, hacerse con el
poder político no es más que una formalidad”.
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