XOSÉ-MANUEL BEIRAS: "EL ESTADO
ESPAÑOL ES UN PROTECTORADO DEL CUARTO REICH QUE ES LA UE"
Por: Javier Coria Fotos: Francesc Sans
¡Las izquierdas necesitan una
política europea común! Con este lema se celebra en Barcelona el Simposio
Internacional Sin Permiso, donde se debate sobre la necesidad de una respuesta
conjunta, realista y radical, de las fuerzas progresistas ante el ascenso en
Europa de la extrema derecha protofascista, o abiertamente neofascista.
El primer
debate, del día 4 de abril, versó sobre la izquierda y la UE, inaugurando las
jornadas Antoni Domènech, editor
general de la revista Sin Permiso, y
catedrático de filosofía de las ciencias sociales y morales en la Facultad de
Ciencias Económicas de la Universidad de Barcelona (UB). Entre otras cosas dijo
Domènech: “Podemos considerar ya un
éxito el haber reunido distintas tradiciones y sensibilidades de izquierda para
debatir en común. Izquierdas, no sólo de los distintos pueblos de España, sino tanto izquierdas soberanistas,
como seriamente federalistas, quiero decir, las que siguen sabiendo y lealmente
admitiendo que no hay federalismo sin respeto consecuente, hasta el final, del
derecho de autodeterminación de todos los pueblos del mundo, y por supuesto los
pueblos peninsulares”.
La
necesidad, según los organizadores del simposio, de que las izquierdas disputen
políticamente Europa, y politicen el debate de la salida a la crisis del
continente, pasa por realizar un diagnóstico compartido de dicha crisis, sobre
ello apuntó Domènech: “Los partidos
tradicionales europeos, llámense Popular, Liberal, Verde o de Izquierda, no son
más que marbetes, ya que no son la representación de una política común europea
compartida por sus distintos componentes nacionales. Pero sí, en cambio,
comienza atenerla, esa política común, una extrema derecha populista, xenófoba
y precisamente antieuropeísta”.
Este año
se cumple 100 años de la Gran Guerra que asoló nuestro continente. Trajo cosas
terribles, pero algunas esperanzadoras, como apuntó Domènech: “Con el desplome de las monarquías
autocríticas, semiautocráticas o meramente constitucionales, vino a Europa la
democracia republicana y el sufragio universal pleno, lo que significó el
poderoso desarrollo de los grandes partidos y sindicatos obreros de masas, y el
fin de los partidos conservadores y liberales clásicos que habían dominado la
escena política europea durante casi un siglo. Ningún partido liberal ha vuelto
a ganar unas elecciones en Europa después de 1918” .
La
revolución de Octubre de 1917, apuntó hacia un horizonte que transcendía el
desastroso capitalismo de la Belle Époque
y de la era de la codicia norteamericana. Los procesos descolonizadores y
de liberación de los pueblos oprimidos del mundo marcaron la franja central del
siglo XX, pero, como nos dice el profesor Domènech: “También, en ese periodo, se dio la división del movimiento obrero y
sus izquierdas políticas y, en parte y a resulta de ello, surgió el fascismo
que culminó en otra catástrofe bélica aún más sangrienta, la Segunda Guerra
Mundial. El proyecto europeo fue, en buena medida, hijo del antifascismo, un
hijo bastardo moldeado por la Guerra Fría. El antifascismo volvió a unir, mal
que bien, a las izquierdas. Quizá el logro más importante del antifascismo fue
la Declaración Universal de Derechos Humanos y Ciudadanos realizada por
Naciones Unidas en 1948. Hay un lugar común erróneo, que es el decir que
tenemos derechos humanos desde la revolución americana o la revolución
francesa. Los derechos humanos desaparecieron del derecho constitucional, de la
vida intelectual, europea y mundial, durante 150 años. El antifascismo trajo la
restauración de estos derechos, cuyos tres valores principales son el reconocer
los derechos inalienables de la humanidad en su conjunto, sin ningún tipo de
división. El segundo punto es el derecho de autodeterminación de los pueblos,
la reafirmación enfática a la soberanía nacional o popular y con la democracia
como expresión de estas reafirmaciones. El tercero son los derechos sociales y
económicos básicos del individuo”.
De la
retórica dominante fundacional, donde se instituyó y ha venido “construyéndose”
la UE, apenas queda nada, más allá de un pliego de buenas intenciones. De los
mensajes de paz lanzados por las élites rectoras de la UE, nos encontramos una
Europa belicista y con guerras intestinas, desde Yugoslavia de los noventa,
hasta la Ucrania de hoy. Las garantías democráticas y las libertades civiles en
la UE están en franco retroceso; en Hungría, en Chequia, en Polonia, en
Letonia, o en la España del PP, con leyes reaccionarias que suponen una
involución, como las promovidas por Gallardón o Fernández Díaz.
De todo
ello nos habló el economista y candidato a las elecciones europeas por ICV-EUiA, Ernest Urtasun: “Los últimos
años de la construcción europea han significado la laminación de dos grandes
herencias que teníamos como europeos. La primera era la herencia de los valores
de la Ilustración, absolutamente olvidados, desmantelados en el día a día de
las políticas neoliberales y de los programas de austeridad. Y la segunda es la
herencia de años y años de movimiento obrero plasmado en constituciones antifascistas,
sociales… nacidas después de la Segunda Guerra Mundial. El programa de
austeridad y la troika europea tiene en su punto de mira terminar con esos
valores que la izquierda aportó al proyecto europeo”.
La
reforma del artículo 135 de la Constitución española, que nos impusieron el PP
y el PSOE, da prioridad absoluta del pago
de la deuda pública sobre
cualquier otra. Los distintos ataques que ha recibido la constitución
portuguesa, por culpa del memorándum firmado con la troika, algunos de los
cuales se han podido parar recurriendo al Tribunal Constitucional, o la
constitución antifascista italiana cuyos valores fundamentales, como el del
trabajo, también reciben ataques de la troika; para Urtasun: “Esta es la función de las políticas de la
troika, eliminar esos valores y derechos, en base a un federalismo autoritario
que impone su criterio en todos los ámbitos de la política económica y
monetaria. Nosotros tenemos intervenido el presupuesto del Estado, tenemos
intervenido el mercado del trabajo, ya que las reformas laborales están
directamente pilotadas por funcionarios del FMI, que visitan Madrid una semana
tras otra, con un silencio escandaloso de los medios de comunicación. Y tenemos
intervenida también la reforma de la Seguridad Social. Todo esto tutelado por
una troika antidemocrática que, en estos momentos, no tiene control soberano de
ningún tipo”.
Las
políticas de austeridad son la expresión de la política de precarización del
trabajo ante los nuevos retos del capitalismo globalizado, para el candidato de
Iniciativa per Catalunya Vers, la política de austeridad se basa en tres
principios, a saber:
1) “El autoritarismo y la represión. Por
ejemplo, la ley de seguridad ciudadana impulsada por el PP es una premisa para
imponer en España las políticas europeas de austeridad.
2) “El retorno de los valores del
patriarcado. El desmantelamiento del estado del bienestar necesita de este
retorno patriarcal que vemos con preocupación.
3)
“El abandono absoluto de cualquier tipo de perspectiva de lucha contra
el cambio climático y defensa del medio ambiente. Incompatible, desde cualquier
punto de vista, incluso incompatibles con la leyes medioambientales que tenemos
en la UE, que están siendo, sistemáticamente
desmanteladas”.
Pero
¿qué propone la izquierda?: “La
izquierda no tiene, no tenemos -puntualiza Urtasun-, los instrumentos necesarios para combatir esto y presentar una
alternativa común en Europa, y ese es el reto de los próximos cinco años.
Merkel quiere reproducir la gran coalición que opera en Berlín en Bruselas, y
operar una turbo reforma de la UE para consolidar el federalismo autoritario y
el desmantelamiento del estado del bienestar, con algunos maquillajes. Nuestro
trabajo en el Parlamento europeo es
dotarnos de esos instrumentos de combate que ahora mismo no tenemos, con una
izquierda dividida. El sindicalismo, por ejemplo, es inoperante en el ámbito
europeo, salvo algunas movilizaciones puntuales. Tampoco tenemos movimientos
sociales capaces de articular protestar en el conjunto de Europa, cosa que sí
hay en cada Estado miembro… ¿para cuándo una gran movilización europea contra
la deuda? Está claro que hay que cambiar todo el marco institucional de la UE,
que ahora está pensado y al servicio de las políticas neoliberales, y eso pasa
por combatir el Tratado de Lisboa, que es un auténtico desastre. Y otra gran
batalla de la izquierda es refundar la eurozona y recuperar la soberanía
nacional que ha sido usurpada por la troika y los programas de austeridad”.
Gerardo Pisarello es profesor de
derecho constitucional en la UB y vicepresidente del observatorio Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (DESC). Pisarello hizo un repaso a las dos
concepciones históricas que han tenido las izquierdas, así, en plural, de la idea
de Europa. Desde un posible espacio de emancipación y solidaridad de los
pueblos, los Estados Unidos Europeos, hasta como un espacio antisocial,
instrumento del colonialismo y con una estructura burocrática: “Parte del movimiento antifascista, después
de la Segunda Guerra Mundial, se inspiró en esa idea de una Europa como espacio
de solidaridad entre los pueblos, contra el racismo, la xenofobia o el
nacionalismo belicista e excluyente, pero otra parte de las izquierdas advirtió
que ese proyecto europeo, según cómo se hiciera, podía ser un proyecto
antidemocrático, antisocial y tecnocrático. Sobre todo cuando quedó claro, al
comienzo de la Guerra Fría, que esa idea de Europa se estaba construyendo de
manera subordinada a los intereses de los EEUU. Ya en el año 1957, Pierre
Mendès France, que fue primer ministro francés, habló de las comunidades
europeas como una abdicación democrática, y señaló de manera profética los
riesgos que aquello implicaba. La sumisión, decía él, a una autoridad exterior
que ejercerá el poder político en nombre de la técnica, o que en nombre de una
economía sana, acabará dictando la política monetaria, así como la política, en
sentido amplio del término, nacional o internacional. Esto lo dijo en 1957,
como señalé”.
Continuó
Pisarello: “Las izquierdas deben
rescatar esas tradiciones plurales, socialistas, comunistas, anarquistas, y las
aportaciones del movimiento social, feminista, ecologista y sindical de ahora,
y aceptando que no hay una respuesta única, se debería pensar desde esa pluralidad
y mestizaje, los instrumentos necesarios para combatir la deriva oligárquica y
autoritaria en la que está inmerso el proyecto europeo. Unas izquierdas que
deberán ser seguramente europeístas, frente a la tentación del repliegue
nacional, frente al populismo racista… pero que debería un europeísmo no
eurocéntrico, sino un europeísmo genuinamente internacionalista y
universalista, con respeto a la diversidad de sus pueblos. Unas izquierdas
rupturistas y que tuvieran una concepción clara de la desobediencia con
aspectos básicos de esta construcción europea. No nos valen ya los “sí”
críticos o las teorías del mal menor, hay que romper con el corsé monetarista
que ha generado deudas ilegítimas e impagables”.
Por su
parte, Xosé-Manuel Beiras,
catedrático de estructura económica y portavoz de Alternativa Galega de Esquerda, nos dijo: “Hay que abordar el proceso cívico/político, de nuestro combate en
Europa, por una construcción europea que implique una deconstrucción del
aberrante edificio construido, pero hay que abordarlo en clave de ruptura
democrática a diferentes niveles, o no podremos con el monstruo de la troika y
el ultraliberalismo rampante. También, desde mi formación política, planteamos
que las elecciones europeas podían ser un ensayo general para una ruptura
democrática con la segunda restauración borbónica. Pero esta hipótesis de
trabajo, que plateamos a diversas organizaciones de izquierdas del Estado,
vimos que el “corral nublado”, del que hablaba Valle-Inclán en Luces de bohemia refiriéndose a España,
ese corral sigue nublado, y cada uno estaba por sus cosas (…). Galicia es una
colonia interior del Estado español, pero resulta que el Estado español es un
protectorado del Cuarto Reich que es la UE, y la UE es un espacio satélite de
la potencia hegemónica en declive, del imperio actual en la fase que estamos de
caos sistémico. Y en estas estamos, lidiando además con el pensamiento único
español, que no está sólo en el PP, también está en Felipe González, por
ejemplo. y que dicho pensamiento es incapaz de entender la alteridad, es decir
al otro. Tenemos que pensar Europa –añadió
Beiras- de abajo a arriba, y ver que las
estructuras de clase en Europa, por ejemplo esto pasa en Galicia, son
estructuras de clase disímiles, cosa que no pasa en Euskadi o Catalunya, por no
salirme del recinto peninsular. Ahí hay que plantear la relación entre Estado y
Nación, entre Estado y clases sociales, y entre Estado y ciudadanía. En estos
ejes están planteados los problemas de la crisis y la descomposición del
régimen actual nacido del fraude de la Transición española (…).
Publicado originalmente en el diario Público
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