Por Javier
Coria Fotos: Francesc Sans y Miquel
Piqué
El Primer Congreso
Internacional Verniano, del 4 al 6 de septiembre, ha traído a la ciudad de
Barcelona a los más prestigiosos estudiosos de la obra y vida de Julio Verne.
En los próximos días iremos hablando con algunos de ellos, pero a modo de
presentación, nos reunimos con dos destacados miembros de la Sociedad Hispánica
Jules Verne (SHJV) que, en colaboración con el Institut d’Estudis Catalans, es
la entidad organizadora del encuentro. El cubano Ariel Pérez es el presidente
de la SHJV, y el mallorquín Nicolás Moragues, el secretario y tesorero de la
misma.
Nos citamos en lo que fue el –desde 1940- bar
Cèntric de la calle Ramelleres/Tallers, hoy magníficamente remodelado por el
Grupo San Telmo y rebautizado como “Bar Cèntric Canalla”, muy a tono con la
leyenda canallesca del cercano y antiguo Barrio Chino, conocido actualmente
como El Raval, en el distrito de Ciutat Vella. Ariel Pérez es informático,
desde hace años mantiene uno de los sitios en Internet más conocido en el
ámbito hispanohablante sobre Julio Verne. Ha llegado con su esposa y su hijo de
4 años desde la lejana ciudad de Montreal (Canadá). Desde su web, Ariel Pérez
realiza una labor importante de traducción de textos inéditos de Verne en
lengua castellana. Fruto de ese trabajo fue el libro que publicó la editorial catalana
Erasmus: “San Carlos y otros relatos” de Julio Verne. Nicolás Moragues es
doctor en historia con una tesis sobre la revolución cubana. Se “convirtió” a
la causa verniana después de asistir aun encuentro de especialistas en 2011 en
Huesca. Desde entonces, pese a su imagen de hombre tranquilo, no para.
Recientemente, bajo su impulso y actuando como guía, se empezaron a organizar
rutas literarias vernianas por la ciudad de Palma de Mallorca. Son varios
cientos de personas las que han visitado los lugares de Palma que Verne
describió en la novela “Clovis Dardentor”.
Al Congreso
asisten especialistas mundiales como Piero Gondolo della Riva, Volker Dehs,
Jean-Michel Margot, el grupo Axel de la Universidad de Zaragoza, Cristian
Tello, Ariel Pérez… ¿De cuántos países tenéis representantes?
Moragues: Hay representantes de doce países.
De España hay de Cataluña, Islas Baleares, Aragón, Galicia, Valencia y Madrid.
Lógicamente abundan los representantes de Francia, pero también tenemos de
Estados Unidos, Suecia, Croacia, Noruega, Perú, Colombia, Holanda, Canadá…
Creo que al
especialista peruano, Cristian Tello, el consulado español en Lima le denegó el
visado. ¿Vendrá al final?
Pérez: El consulado español le había denegado
en un primer momento el visado a Cristian, creo que por la política de
inmigración de dicho consulado. Nuestra organización envió una carta al cónsul,
y también varios medios de comunicación se hicieron eco del asunto. Incluso un
congresista peruano -se refiere a
Roberto Angulo Álvarez del PNP- se interesó por el caso. Cristian ya está
con nosotros, al final atendieron su reclamación.
Un momento de la entrevista (foto: M. Piqué)
¿Por qué creéis
qué la obra y vida de Julio Verne sigue suscitando interés entre estudiosos
independientes y académicos?
Pérez: Es interesante la pregunta, porque
hace 185 años del nacimiento de Verne y sigue estando vigente. Hay un interés
de varios tipos de público en las obrad de Verne: El público infantil o juvenil
pudiera estar interesado en una parte de la obra de Verne, el adulto pudiera
estar interesado en otra parte. La pedagogía, casi enciclopédica, las largas
listas de descripciones de tipos de peces, minerales… en la “Isla misteriosa”,
por ejemplo, Verne da clases de minería y de diferentes materias que permiten a
los sobrevivientes de la isla seguir a delante… en fin, todo esto quizá, unido
a la peripecia y la aventura, interese más a un público juvenil. El público
adulto también tiene sus novelas, es un error considerar a Verne sólo un autor
para jóvenes. A partir de los años sesenta del siglo XX empezó a cambiar la
imagen de las novelas de Verne. Se comenzó a investigar las obras menos
conocidas y en profundizar en las más conocidas. El académico francés Jean
Chesneaux publicó -1971- un libro
titulado: “Una lectura política de Julio Verne”. De manera tal que se empezó a
ver las novelas de Verne como una fuente a la que había que ir a beber, de las
que se podían extraer conocimientos sociales y políticos de la época, y estudiar
las influencias de todo tipo que Verne, como todo escritor, tuvo.
Sí, antes, en
1966, ya se publicó en Francia un volumen de varios autores que en la edición
de Paidós, Buenos Aires -1968- se tituló “Verne: un revolucionario
subterráneo”…
Moragues: Yo creo que la etiqueta de autor
profético llama mucho la atención, y el que la industria del cine haya adaptado
muchas de sus novelas, y aún lo siga haciendo, son otras de las causas de la
vigencia de Verne. Además fue un escritor universal, muchas carreras
científicas se fraguaron en las lecturas infantiles de sus novelas. El primer
ser humano que pisó la Luna, Neil Armstrong, reconoció que se hizo astronauta
por Verne.
Nicolás Moragues y Ariel Pérez (foto: F. Sans)
Claro que no
podemos decir que las novelas de Verne tengan hoy muchos lectores. ¿O sí?
Moragues: Ayer estuvimos en una librería
barcelonesa y vimos varias ediciones nuevas de Verne, incluso algunas con
nuevas traducciones e ilustraciones. Es fácil que cualquier persona te cite
cuatro o cinco novelas de Verne, cosa bastante improbable si preguntamos por un
novelista actual, por ejemplo.
Tienes razón, pero
me temo que fuera de esas cuatro obras se desconozca que Verne escribió 64
novelas, narraciones cortas, teatro, poesía, un ensayo sobre Poe y una ingente obra
epistolar.
Moragues: Para eso estamos nosotros y la
SHJV.
Ariel Pérez y Nicolás Moragues (foto: F. Sans)
Escribió el
escritor y traductor Miguel Salabert que si las novelas de Verne fueran sólo
anticipación, quizá hoy nadie hablaría de Verne, porque no hay nada más caduco
que la anticipación superada por el tiempo. ¿Qué pensáis?
Pérez: Reflexión interesante y cierta. Cuando
tus lees la novela “París en el siglo XX” –novela
perdida de Verne descubierta por Jean Verne, biznieto del autor, y publicada en
francés en 1994-, o “Veinte mil leguas de viaje submarino”, hoy en día la
mayoría de esos ingenios que prefiguró o perfeccionó Verne, ya existen. ¿Dónde
esta el interés para el lector de hoy? Hay varias cosas: la literatura de
Verne, pese a no ser aclamada por la Academia Francesa, que la consideró una
literatura sencilla para jóvenes –aunque
fue distinguido con la Legión de Honor por su aportación a la cultura-, hay
muchos estudiosos que dicen que Verne escribía bien desde el punto de vista
literario. Se considera que cuando un escritor escribe con muchos adjetivos no
es bueno, porque la adjetivación es fácil, puedes decir “caballo blanco”, “niño
lindo”…, pero cuando tú expresas las ideas con sustantivos, con palabras o con
hechos, ya estamos hablando de un escritor que conoce su oficio, y Verne no usaba
apenas la adjetivación y escribía sencillo para ser entendido…
Claro, novelar no
es narrar, es hacer presente la acción ante el lector, más que contar, es
mostrar, cosa que muchos escritores actuales aún confunden…
… Los lectores de hoy aún se sorprenden con
las cosas que llegó a imaginar, y además es una literatura que transciende
porque está correctamente escrita, bien contada. Si a esto le añades que hay
muchas enseñanzas en sus libros, puedes entender que la magia de Verne siga
atrapando a muchos lectores, aunque hoy en día se lee menos que antes, y cada
vez menos.
Ariel Pérez y Nicolás Maragues en el patio del Antiguo Hospital de la Santa Cruz de Barcelona (foto: F. Sans)
Abundando en la
cuestión literaria, una parte de la crítica de entonces acusaba a Verne de
repetir una y otra vez los mismos personajes y usar siempre la misma fórmula
literaria como se hace hoy en día en los superventas.
Pérez: Eso en parte es verdad en sus primeros
libros, y quizá se prolongó hasta la muerte de su editor, Pierre-Jules Hetzel.
El editor influyó mucho a Verne y en su literatura. Cuando leyó los primeros
manuscritos de “Cinco semanas en globo” y “Las aventuras del capitán Hatteras”,
Hetzel vio un filón de oro, en el sentido comercial. Verne siguió los consejos
de su editor y replicó una fórmula que vendía mucho en todo el mundo, como hoy
hacen los autores de sagas al estilo de Harry Potter, por ejemplo. Como todo
autor, tiene novelas más interesantes y otras menos, por ejemplo, si leemos
“Las historias de Jean-Marie Cabidulin” es fácil pensar que estamos ante un
bodrio, es una novela con poca acción, gastada por el tiempo y no parece una
novela verniana, y la escribió Verne a final de su vida. A la muerte de Hetzel,
como decía, y en la última etapa del propio Verne tenemos novelas muy
interesantes. A mí me gustó mucho “Los náufragos del Jonathan”, que es una
novela muy profunda y con mucha sabiduría política y social. Hace poco se
publicó en España la edición original, “El ácrata de la Magallania” –“En Magellanie- ya que “Los náufragos…”
fue modificada por el hijo de Verne, Michel. Claro que Verne tiene novelas
aburridas y otras magníficas. Es curioso una cosa: Verne escribió su primera
novela “Cinco semanas en globo”, que es un viaje iniciático de aventuras
clásico, pero su segunda novela fue “París en el siglo XX”, que se desmarca de
toda lo que había escrito, y de lo que escribirá a continuación. Es una novela
pesimista donde ubica París 100 años después, y con tantas profecías técnicas –Internet, el motor de explosión, etc.-
que a Hetzel le pareció inverosímil y no le gustó nada. Es el editor el que le
marca la línea para vender más. Se ve que Verne tenía interés en hacer otro
tipo de literatura o reflejar sus propias ideas, pero Hetzel no se lo permitió,
por lo que tuvo que reinventar su estilo de novelas. Cuando murió el editor se
sintió más libre para escribir más a su gusto. Hay novelas de la última etapa
de Verne muy interesantes, aunque es de justicia decir que también hay otras
que no lo son tanto, por lo menos desde el punto de vista comercial.
Un momento de la entrevista (foto: M. Piqué)
¿Aún hay obras inéditas en castellano de Verne?
Pérez: Sí, hay muchas. Hay unos
pocos cuentos que están sin traducir, el teatro es completamente inédito en
castellano, salvo una obra, y hay unas treinta. La poesía no está traducida y
cinco tomos de correspondencia tampoco. Hay una novela que he empezado a
traducir, “Un cura en 1839” ,
un manuscrito que también apareció en los años noventa, a raíz de la venta de
material que los herederos de Verne hicieron a la ciudad de Nantes. Una novela
que tiene su historia, de cómo fue escrita y de la forma que está escrita.
Pronto aparecerá en el mercado español. Hay mucho aún por traducir de Verne…
¿Se ha editado bien a Verne en el mundo de habla hispana?
Pérez: Esa es una de las tareas
de nuestra Sociedad, hacer un trabajo de investigación sobre las traducciones
que se han hecho de Verne. Yo no conozco mucho las colecciones que se hicieron
en España, pero sé que en el mundo anglosajón se hicieron muchas adaptaciones y
se publicaban novelas de forma abreviada….
Moragues: En España también, se
hacían ediciones con nombres de personajes cambiados, capítulos eliminados, o
con traducciones que incluían anacronismos, porque se adaptaban al español de
cada época. En el sello editorial de la sociedad, Ediciones Paganel, iremos
publicando en formato electrónico las obras que son de dominio público, con las
traducciones más fieles al original, para que todo el mundo pueda acceder a
ellas.
Un momento de la entrevista (foto: M. Piqué)
La conversación
continúa apasionada sobre la deriva pesimista del último Verne, del uso y del
abuso de la imagen del Verne esotérico y misterioso, aunque algo hay y en otra
ocasión lo contaremos, en las lecturas subterráneas de un Verne poliédrico que
mezclaba como nadie el positivismo científico, con la tradición clásica,
mitológica y hermética… En fin, sin duda Julio Verne y su obra siguen dando que
hablar.
Publicado
originalmente en el diario Público
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