Por Javier Coria.
Fotos: Francesc Sans
La
película documental “El símbolo y el cuate”, del director y periodista Francesc
Relea, es un recorrido emocional por la relación de los cantautores Joan Manuel
Serrat y Joaquín Sabina con América Latina. En 2007 los cantantes se unieron en
la gira “Dos pájaros de un tiro”, gira que repitieron en 2012 con el título
“Dos pájaros contraatacan”. La cinta resume nueve meses de convivencia y de
conciertos que dieron ambos cantantes. ¿Quizá su última gran gira?
Que Joan Manel Serrat fue y es profeta en su tierra, nadie
lo duda. No en vano forma parte de la educación sentimental de varias generaciones
de españoles. En América también, pero allá se convirtió además en un símbolo,
sobre todo cuando fue declarado “persona non grata” por el régimen fascista de
Franco y Serrat pasó varias décadas viajando por aquellas tierras. Residiendo
en México, primero, y en Argentina y Chile, después. Claro que a Serrat no
podemos considerarlo un cantante protesta al estilo de sus compañeros Paco
Ibáñez, Raimon o Lluís Llach, por citar sólo a tres de los más significativos.
Pero Serrat, con su compromiso vital, es un referente para generaciones de
americanos que sintieron sus canciones como gritos de libertad y lucha. Quizá
no haya nada más subversivo que una canción de amor en unos regímenes que
cultivaban el odio, como fueron las dictaduras de Pinochet o Videla.
Joaquín Sabina llegó más tarde a Latinoamérica. Con su aire
canalla y arrabalero era capaz de mezclar, con estilo heterodoxo, el rock con
las baladas, cuando no tangueaba con su voz rota o cantaba a su admirado José
Alfredo. Los mexicanos consideran a Sabina como el cuate, el colega, dispuesto
a la última copa y a la última rima. Sabina se sigue sorprendiendo cuando los
mariachis callejeros cantan “Y nos dieron las 10” sin saber que él es el
autor. Pero ¿estos pájaros son como los pintan? Hablamos con el director
Francesc Relea sobre el rodaje de esta cinta que se presentará en el Festival
de Cine de San Sebastián.
¿Cómo
surge la idea de un rodaje tan complicado?
Pues en una cena de amigos en la que estaba Serrat. Allí nos
comentó que tenía la idea de hacer una segunda gira con Sabina. Comenté con mi
mujer Isabel Jubert, que es la productora del film, que sería fantástico poder
hacer un documental de la gira. Al día siguiente llamé a Serrat para proponerle
la idea y la respuesta, en principio, fue negativa, incluso un poco brusca. No
quería tener una cámara detrás todo el día y no veía la necesidad del proyecto.
Al día siguiente me llamó, y lo fuimos hablando hasta que se plasmó la idea.
¿Imagino
que no estuvisteis los nueve meses con ellos?
No. La gira se comenzó en marzo y terminó en diciembre,
recorriendo América Latina y con un paréntesis en España. Nosotros los seguimos
en las distintas fases de la gira de los países que salen en el documental:
Argentina, México, Chile, Perú y Uruguay. Para mí la gira fue la excusa para
explicar la relación de ellos dos con América Latina.
¿Y cómo
es esta relación?
Yo fui corresponsal de El
País en México y Argentina durante 11 años. Allí conocí a Serrat y nos
hicimos amigos. Pude comprobar de primera mano lo que significaban Serrat,
sobre todo, y Sabina en esas tierras y quería contarlo. La relación es muy
emocional. Precisamente por no ser cantantes protesta al uso, aunque canciones
tienen que lo son, traspasan las barreras de los países. Serrat lleva más de 40
años viajando a América Latina, y ha estado en momentos claves de la historia
política y social de esos países, por ello la gente le ve comprometido con su
historia.
¿Pero
aquí no lo hizo tanto?
Sí, bueno, hubo lo de Eurovisión y cuando los fusilamientos
del 27 de septiembre de 1975, momento en que se comprometió claramente.
¿Y
Sabina?
Sabina llega a América 20 años después y en otros contextos
políticos. Sabina atrapa a los
latinoamericanos por su capacidad para la mezcla y la impregnación de las
músicas de esos países. Sin llevar una trayectoria tan larga como Serrat, lo
que les emociona es que Sabina se atreve con todo, desde cantar una ranchera,
un tango o marcarse un blues sin ningún complejo.
Francesc Relea
El
propio Joaquín Sabina dice en el concierto de Perú que el público del
auditorio, mayoritariamente, es de rasgos europeos, que casi parecen nórdicos.
¿Quizá porque la mayoría indígena no pueden pagarse un concierto de Serrat y
Sabina?
Seguramente. Pero hay una curiosidad, aunque los precios de
las entradas a los conciertos son caros para el nivel de vida de muchos de
estos países, allá se ponen a la venta 6 meses antes, y existe tal pasión que
mucha gente paga su entrada a plazos. Quiero decir que no sólo cierta progresía
acomodada es la que va a los conciertos. Además son cantantes transversales,
que gustan por su música, incluso a jóvenes que nada saben de viejas luchas o
compromisos.
¿Hay
otros cantantes españoles que se les puedan igualar en ese cariño de ultramar?
Hay otros cantantes españoles que tienen legión de fans en
Latinoamérica, pero ninguno como ellos, que son capaces de hacer 20 conciertos
en el Luna Park de Buenos Aires y llenarlos todos. Sabina, por ejemplo, es
capaz él solo de llenar el estadio del Boca Juniors.
En la
cinta el actor Ricardo Darín dice que se crió escuchando las canciones de
Serrat en su casa. En España muchos seguramente también pero, quizá porque lo
tenemos cerca, no lo vivimos como lo vivieron ellos.
Eso es verdad, no lo vivimos con la intensidad con la que lo
viven en Latinoamérica.
Por
último… ¿Es tan canalla Sabina y Serrat tan formal?
Sabina es más canalla, pero tienes que conocer a Serrat.
Está claro que los dos representan un papel. A Sabina su mujer lo controla
mucho para su bien. De todos modos, los dos tienen grandes músicos y
productores que son el armazón de todo.
Por
cierto, no paran de beber y fumar en la película.
Sí, es verdad. Sabina fuma mucho.
En la cinta podemos ver los testimonios de amigos de los
cantantes como el actor Ricardo Darín, el escritor Eduardo Galeano o a Estela
de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo. Destacar las
interesantes imágenes de archivo que nos descubren la gira de Serrat en una
autocaravana por el México de 1976 o el viaje frustrado a
Chile en 1988. A
Sabina lo vemos en su primera entrevista en la televisión mexicana con el
periodista Ricardo Rocha, en 1985. Y en el Zócalo de la Ciudad de México
recibiendo a la marcha zapatista en 2001.
Publicado originalmente en el diario Público
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