Quién no la conozca, que la busque, Mine Kawakami es muy
especial cuando toca el piano, cuando compone y cuando habla. Busca la
inspiración en el paisaje, en la música que cada persona emite sutilmente en
forma de vibraciones, pero también busca la inspiración en los sabores y
alimentos. Cuenta que cuando está cansada de componer, se va a la cocina y
mientras corta un pepino, por ejemplo, le sugiere un sonido, una nota, una
armonía. En fin, que es una especie de radar de los sentidos que se fija en lo
que el común de los mortales no nos fijamos, el murmullo de un árbol cuando es batido
por el viento o en la música que emite el goteo del caño de una fuente. Por decirlo
de alguna manera, la música de Kawakami es como si fueran acuarelas del
natural, fotografías de lo cotidiano, pero también un viaje al interior de las
emociones para buscar… porque de eso se trata, de una búsqueda interior. Entre
nota y nota de las composiciones de Kawakami hay unos silencios tan elocuentes
e importantes como la propia música, la búsqueda interior quizá sea rellenar
esos silencios de los que todos estamos hechos.
En su primer viaje a Europa vivió en Alemania, pero luego, supongo, decidió
seguir el sonido de las aves que viajaban al sur en busca del buen tiempo, y
llegó a Madrid. Su contacto con la capital no pudo ser más desastroso, le
robaron todo y, durante unos días, tuvo que vivir en la calle. Un gallego la
acogió y la invito a comer, y ese fue el primer contacto con los sabores de
estas tierras. Tanto recordaba esa plancha de gambas que así se llama una de
sus composiciones. Vivió algún tiempo en Córdoba, y ahora lo hace en Madrid,
aunque pasa temporadas en su Japón natal. Pero, quizá en recuerdo del gallego
que le tendió una mano cuando más lo necesitaba, su pasión por las tierras
gallegas se materializó en un gran viaje por el Camino de Santiago, de ahí nació
su álbum: “O meo Camiño”.
Les dejo con su música, y perdonen lo abrupto de esta nota
que improviso y casi escribo hipnotizado por el piano de la bella japonesa.
© Javier Coria
¡Que bueno!, el segundo vídeo no solo nos enseña a una virtuosa, sino a una mujer con un humor incleíble. Gracias.
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