Por: Javier Coria.
UN HÉROE POST MÓRTEM
Es esta la cuestión más turbia de toda esta historia y que, como verán más adelante, aún discuten los investigadores históricos. La versión oficial es que Montagu buscó el cadáver de un “sin nombre”, de un vagabundo que había muerto de neumonía. El líquido en los pulmones podía coincidir con el hecho de haber estado un tiempo en el agua.
Para la foto del carné militar, como no se podía fotografiar al cadáver, se buscó a una persona que tenía cierto parecido y se la caracterizó. La poca definición de este tipo de fotografías hizo el resto. Años más tarde el propio Montagu declaró que la familia del finado había dado su consentimiento con la condición de que nunca se revelara el verdadero nombre de su familiar. Incluso el agente británico llegó a dar más datos, pienso que en su labor de desinformación, diciendo que el desdichado se había suicidado con matarratas y que este veneno le había producido la neumonía. En 1977, Montagu, que murió en 1984 siendo poseedor de la Orden del Imperio Británico, llegó a declarar que el sujeto elegido era un vago que lo único importante que había hecho fue después de muerto. Pero ya volveré sobre este asunto que como digo sigue en discusión. Ahora tenemos que retornar a la Huelva de 1943, y más concretamente a la mesa de disección de un forense.
Como es lógico, Montagu contó con el asesoramiento de forenses para preparar al cadáver. Entre ellos estaba el patólogo Sir Bernard Spillsbury que aunque tenía claro que un examen concienzudo de los restos descubriría el engaño, su arrogancia le hacia pensar que en España no había ningún profesional capaz de hacerlo. Claro que en 1943, y hasta hoy en día, era muy raro que se realizara un examen microscópico de los pulmones de forma rutinaria. Eso hubiera descubiertos las diferencias entre una neumonía y un ahogamiento por sumersión en el agua. La autopsia se realizó el 1 de mayo en las dependencias del propio cementerio. Eduardo Fernández Torno, forense acostumbrado a trabajar con cadáveres de pescadores ahogados, observó algunas cosas que no eran normales. Por ejemplo, en el cuerpo no aparecían las típicas mordeduras de peces que él estaba acostumbrado a ver en los cuerpos que pasan un tiempo en el mar. Pero los alemanes estaban más interesados en las pertenencias del supuesto oficial británico que en su cadáver, por ello pasaron por alto una información importante que les dio el forense español. Según cálculos del citado forense el sujeto había fallecido 5 días atrás de la fecha en que fue encontrado su cuerpo. Por lo que, William Martin, nunca pudo estar en el teatro el día 22 de aquel mes.
Pero volviendo al hecho bélico, en este relato necesariamente apresurado y no exhaustivo, tenemos que ponernos en el 10 de julio de 1943. En esa fecha se produjo el desembarco de las tropas angloamericanas en Sicilia con 140.000 hombres, 14.000 vehículos y 1.800 cañones. Entraron por el sur mientras las defensas italoalemanas estaban orientadas hacía el norte. El general Patton y el mariscal Montgomery sólo necesitaron 38 días para tomar la isla. Lo demás es historia.
En 1953, la Inteligencia británica quiso salir al paso de las diversas versiones periodísticas que especulaban sobre la misión. Una era el libro editado en 1950 de Alfred Duff Cooper y titulado Operación desengaño. Parece que todo se precipitó por un desliz del propio Churchill que comentó detalles de esta operación en una reunión ministerial. Pare ello el primer Ministro encargó a Montagu que escribiera de su puño y letra la historia. El libro se convirtió casi en un superventas y fue llevado al cine. En 1993 se desclasificaron los documentos secretos de esta operación. Para disgusto de los investigadores, ningún dato sobre la verdadera identidad del cadáver utilizado en la misma salió a la luz. Las dudas sobre la versión oficial aumentaron más si cabe. Entre estos investigadores está Jesús Ramírez Copeiro, un ingeniero de minas retirado, vecino de Valverde del Camino (Huelva), y quizá el que más sabe de esta operación en el mundo, junto a sus colegas John Steele y Colin Gibbon. Sólo la historia de su investigación –junto a su esposa la noruega Elin von Muthe—es una verdadera aventura. Todo ello está recogido en el libro Espías y neutrales.
Jesús Ramírez Copeiro
El secretismo y la incógnita sobre la identidad real de la persona cuyo cadáver fue utilizado para realizar esta importante operación, aún es un misterio como han podido leer. Parece que a pesar del tiempo transcurrido sigue siendo un secreto de Estado. Ahora bien, lo que sí estoy en condiciones de descubrirles es el nombre de la persona que llevaba flores a la tumba del Capitán William Martin. Se trataba de Isabel Naylor, hija de un trabajador inglés de la Río Tinto Company. La señora no hacia más que seguir la tradición que aprendió de su padre desde que ella tenía apenas 14 años. Las tumbas no dejan de ser un símbolo de recuerdo, por ello esté vacía o no, fuere quién fuere William Martin, por lo menos estuvo en la memoria de unos desconocidos para él.
He leído en varias ocasiones esta historia, que me interesa bastante e incluso alguna vez pensé (inútilmente)en hacer un cuento con ella, o sobre esta base. El caso es que, de todas las veces que he leído esta pequeña aventura, pocas ha estado tan bien contada.
ResponderEliminarGracias, Miguel. Siempre he pensado que los espías que se inventan y organizan estas operaciones son, de alguna forma, como los escritores. Claro que en este caso la gente pierde o salva el pellejo en la vida real.
ResponderEliminarMe encantaría leer un relato tuyo sobre este asunto. Espero que estés mejor de tu resfriado. Saludos.
Y yo que pienso que lo de WikiLeaks es también una operación de desinformación a base de inundarnos con información -secundaria- aunque parezca un contrasentido. Después de los atentados del 11 S se aprobaron leyes que recortan los derechos civiles en EE.UU. y de rebote en todo el mundo, controles aeropuertos, registro obligatoria de los usuarios de teléfonos móviles, etc. Y si todo esto es para tener una justificación para ponerle “puertas” a Internet y controlarlo más de lo que ya está. Por lo demás su historia, señor Coria, me parece muy interesante y le animo, si es que no lo ha hecho ya, a escribir ficción, ya que tiene una forma de contar las cosas de una forma muy atractiva y directa. Hoy busco en mi videoclub la película de esta historia que no conocía, gracias.
ResponderEliminarInteresante punto de vista, amigo anónimo. Por lo demás gracias y seguiré su consejo sobre lo de la ficción, aunque no sé si sabré hacerlo bien, dicho sea de paso.
ResponderEliminarPara trabajo universitario agradecería me recomendaran libro sobre espías nazis en España. Gracias y felicidades por el blog, es muy instructivo y ameno.
ResponderEliminarHola Manel. Pues el libro "La lista negra" de José María Irujo no está mal. Por el nombre creo que puede leer en catalán. En este caso quizá le interese buscar el número 50 de la revista "Sàpiens", de marzo de 2007. Ahí hay un reportaje con los documentos desclasificados en EE.UU. sobre los espías nazis que actuaron en Cataluña. Saludos y gracias por la visita y su felicitación.
ResponderEliminarPerdón, el nº de la revista "Sàpiens" es el 53 y no el 50 como escribí:
ResponderEliminar"Agents nazis a Catalunya"
Detapem l'estratègica xarxa de col·laboradors del Tercer Reich.
Durant la Segona Guerra Mundial, els serveis secrets de l'Alemanya nazi comptaven amb més de cinc-cents agents i col·laboradors a Catalunya, sobretot a Barcelona. Per saber qui eren, què feien, on vivien i com s'organitzaven, Sàpiens ha localitzat als Arxius Nacionals dels Estats Units, a Washington, un expedient revelador i imprescindible per entendre la força de l'esvàstica a casa nostra.
Yo soy de Huelva y conocía la historia de oídas, pero no sabía que la tumba de este personaje estuviera aquí. Quizá me pase a verla y le deje unas flores en nombre de todos.
ResponderEliminarEn la revista CLÍO del mes de marzo de 2011 (nº 113) hay un interesante reportaje de Xavier Casals sobe este caso. Una pista que desconocía, por ejemplo, es el papel del padre de James Bond en todo esto. Sí, Ian Fleming, a la sazón agente del MI5 durante la guerra, rescató de una novela de Basil Thompson, "The Milliner's Hat Mistery", el argumento que se convirtrtió en realidad en esta historia.
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