Giacomo Casanova escribió una novela de ciencia-ficción que podemos encuadrar dentro del subgénero de las novelas utópicas. Icosameron o la historia de Eduardo e Isabel, que pasaron ochenta y un año con los megamicros, habitantes aborígenes del protocosmos en el interior de nuestro globo (Praga, 1787-88).
Es una novela filosófica cuyos precedentes fueron Los viajes de Gulliver (1726), de Switf, y Micromegas (1752), de Voltaire. Por no hablar de los ejemplos de Cyrano, Wilkins o Godwin, que un siglo antes ya escribieron fantasías utópicas donde se describen sociedades ideales al estilo de la obra de Tomás Moro: Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía (1516) o el Civitas Solis (1623) de Tommaso Campanella. Todas ellas herederas, de alguna manera, de la República de Platón. Sobre algunas obras citadas ya escribí en este blog en la serie Viajes Literarios al Espacio.
La novela fue un fracaso en su época. Nadie entendió el mensaje filosófico ni los grandes conocimientos que se transmitían en ella. Materias como geología, alquimia, historia, exégesis bíblica, etcétera, se trataban en la novela. El propio Casanova se quejaba de la nula repercusión de su trabajo en una carta que escribió al Príncipe de Ligne, Charles Joseph, al que le encantó el voluminoso texto:
Lamentablemente no todo el mundo está dotado de vuestra singular agudeza, prueba de ello es la escasa repercusión que ha gozado mi Icosameron, que por ende me ha granjeado una inmerecida fama de visionario, de orate si se me apura, pues pocos han sido capaces de captar mis verdaderas intenciones al escribirlo.
En fin, sirvan estas líneas para reivindicar a un genio realmente poco conocido –escritor, poeta, alquimista, músico, matemático, ingeniero, filósofo, diplomático, filólogo…- , menos leído e injustamente recordado sólo por sus conquistas amorosas –claro que no es para menos, dicen que amó a 120 mujeres y a casi todas les puso un piso, si me permiten la expresión-. Y hacer un llamamiento a los editores patrios. Aunque parezca mentira, si no me equivoco, esta obra aún no está publicada en España en castellano. Se pueden encontrar ediciones en francés, la segunda lengua en que escribía Casanova después del italiano.
© JAVIER CORIA
Desconocía esta faceta de Casanova. Siempre es un placer descubrir estas cosas en su estupendo blog.
ResponderEliminarDespués de los viajes literarios al espacio, que tal los viajes literarios al fondo de la Tierra, y después al fondo del mar. Serían unas buenas series que alguien como usted, que conoce la historia y la literatura popular, podrían llevar a cabo con solvencia, por lo menos eso creo.
ResponderEliminarGracias a los dos. Sirios, ya había pensado en esa serie, incluso añadiendo viajes a la mente humana, pero como en todo, necesito tiempo o una publicación que las comprara para su publicación. Y de momento, no se da ninguna de esas circunstancias. De nuevo gracias por la confianza.
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