El epitafio, a lo largo de la historia, ha cambiado mucho. Los clásicos referían los honores que el finado había gozado en vida; lo que fue y a que clase pertenecía. Era el conocido como el cursus honorum, la carrera de los honores, de los que les traeré aquí algún ejemplo curioso.
En el siglo XIX, el epitafio era más transcendente, nos hablaba de lo que supuestamente será el difunto en la otra vida. Hoy el epitafio es casi inexistente salvo el meramente indicativo, el “Aquí yace” y poco más. Claro está que, en los panteones más ostentosos, el epitafio más repetido es el que mi amigo Manolo Chivite califica como “sagrado y solemne”: “Propiedad Privada”.
Actualmente, todos estos asuntos están viviendo (valga la expresión) un cierto auge. En Internet son innumerables las páginas que se ocupan de los epitafios o de los cementerios monumentales y curiosos. Las empresas dedicadas a la publicación de obituarios, libros de homenaje, álbumes de imágenes de recuerdo, etcétera, también son más comunes de lo que creemos. Lo último, son las webs dedicadas a los epitafios “ciberespaciales”. Los usuarios ya pueden dejar su epitafio, acompañado de poemas o fotografías, en lo que yo llamo “cementerios electrónicos”. Es una forma de dejar el recuerdo imborrable de nuestros seres queridos en la red de redes.
Entre los epitafios que yo he recogido, los que me llaman más la atención son los que se refieren a la mujer en los roles de la tradición machista. A saber: madre, hija y esposa fiel. En las que morían solteras se les suponía la virginidad, por lo que dicha “cualidad” era recogido en su epitafio. Este es un ejemplo del cementerio de Poblenou (Barcelona). Está en una tumba de 1840 y pertenece a una adolescente de 16 años:
“¡A su recuerdo! ¡Aquí! Bajo de aquesta fría losa
Yace una virgen llena de ternura;
Era sin par su gracia y tan hermosa
Que no merece el mundo tal dulzura;
La cruel parca no quiso, envidiosa
Que gozara un mortal cosa tan pura,
Y así, antes que verla en nupcial lecho
Cebó la rabia en su virgíneo pecho.”
Un ejemplo contrario lo encontramos en un epitafío, quizás apócrifo, que nos habla de una actriz de segunda en el Holywood de los años cincuenta. Sus supuestos amigos escribieron en su lápida:
“Al fin duerme sola”
Y el que sigue podríamos decir que es un canto a la mala suerte:
“Aquí yace Doña Mariana, que murió tres días antes de ser condesa”
Pero sin duda, como ya dije en una ocasión, mis preferidos son los recogidos por el gran Luis Carandell:
“Ya no tose”
Y…
“Murió sin dejar señas”.
© JAVIER CORIA
FOTO: © Javier Coria. “El beso de la muerte”, obra de J. Barba en la tumba de la familia Laudet (Poblenou). Película de b/n T-Max 400 ASA. Sin retoque digital, fondo oscurecido en el laboratorio durante el positivado.
Nos hacemos eco de tu gran sabiduría y te hemos posteado en perVIVE.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu colaboración. Espero que éste sea el primero de muchos post.
http://pervive.com/blogs/general/javier-rodriguez-coria/
Gracias, Marta. Espero que lo de "postearme" sea algo bueno. Nos leemos.
ResponderEliminarLlegué a tu blog por casualidad. Es cierto que el mundo de los epitafios, esquelas y demás revela grandes datos sobre difuntos e incluso su entorno. Hace un par de semanas escribí sobre esto en mi blog. Si te interesa date una vuelta por allí. Yo, por mi parte vendré a visitarte.
ResponderEliminarhttp://delnegroalgris.blogspot.com/2010/01/unos-cuantos-epitafios.html
No me canso de ver esa foto
ResponderEliminarTu libro"Epitafios,la voz de los cementerios" se puede consultar en la Biblioteca de Cementerios de Barcelona...aunque merece la pena comprarlo.
ResponderEliminarHace años adquirí tu libro sobre epitafios:-)
ResponderEliminarEl otro día di un paseo por el Cementiri del Poble Nou, vi que muchos nichos con epitafios largísimos (casi ocupaban toda la lápida)asícomo otros que tu un día recogiste en tu libro ya no están...y siguen, hay muchos con el papelito "avís"...una lástima.
Desgraciadamente,que desaparezcan obras significativas como estas es una pena...en los tiempos que "eso no se puede hacer",tú y Carandell os atrevistéis a dejar constancia de ellas,legáis Historia.
ResponderEliminar¡Gracias! Tony, no sabes el bien que me haces. Yo sólo soy un aprendíz, de vosotro, y de los maestros que nos han precedido.
ResponderEliminarjaja
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