Por: Iñaki
Alonso*. Fuente: Lo
Que Somos
“La
verdad no solo se cuenta, la verdad se milita”
Rodolfo
Wash
Retrotraerse
en la historia de los pueblos de España puede llevar a datos complejos, mejor
dicho a datos perplejos, sobre todo si nos da por la sana afición de comparar
con lo que sucedía en nuestro entorno internacional.
En
1975 es el Año Internacional de la Mujer. Además la Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaraba el 8 de marzo como Día
Internacional de la Mujer. Una fecha histórica que ya se conmemoraba desde su
carácter reivindicativo en algunos países. La ONU institucionalizaba ese día,
como un claro compromiso en la necesidad de avanzar hacia la igualdad.
España
quedaba lejos de cualquier efemérides de progreso o democrática. La
discriminación era una práctica asumida y defendida desde el Régimen. Basta con
tirar de hemeroteca para hacer un viaje “surrealista” y ponerse en situación:
se sigue considerando que las mejores mujeres son las que se dedican a sus
labores; fuera de casa, trabajos hay pocos y mal pagados; el analfabetismo está
en 12’3% de las mujeres del censo (1) según dudosos datos oficiales; llegar a
la universidad es un arduo camino para una joven. Y para rematar, la Justicia
es punitiva con ellas ante cualquier actitud o decisión, que rompa con las
normas morales establecidas tras el golpe de estado de 1936, el código penal
tutela y castiga expresamente temas relativos al adulterio y amancebamiento, un
ejemplo dentro de un amplio abanico represivo y denigrante.
1975
es un año de movilizaciones y protestas en todo el estado español. La crisis
económica mundial en España se agrava con la crisis política. La “paz social” de
la que presumía el franquismo toca a su fin, al igual que el dictador, enfermo
y aislado. Prueba ineludible de que algo se movía son los mismos datos que, en
balance de octubre del 74 a febrero del 75, informaba el gobierno, en boca de
Arias Navarro:
– 6
antifascistas asesinados.
– 100
heridos, 6 de ellos por bala
–
3.500 detenidos (entre ellos 25 artistas)
– 300
activistas condenados en los tribunales
–
Largos cierres totales de todas las universidades
Y
todo ello sin implantar el estado de excepción, cosa que ocurriría
inmediatamente después en Euskadi.
En
esas luchas y movilizaciones hay muchas mujeres y, además, cargadas de doble
compromiso: acabar con la dictadura y reivindicar la lucha feminista.
Afuera,
en ese mundo que quedaba tan lejos de España, en el Año Internacional de la
Mujer se celebraría también la Conferencia Mundial sobre la Mujer, auspiciada
por Naciones Unidas, con el fin de desarrollar políticas destinadas a sortear
los obstáculos relativos a los derechos de las mujeres en distintos ámbitos de
la vida, tanto económica y social como civil, política y educativa. Otra
convocatoria, no oficial, agruparía a organizaciones no gubernamentales en
Berlín durante el mes de octubre, creando las condiciones marcadas para futuros
encuentros en torno a la liberación de la mujer (2).
Frente
a los objetivos de igualdad, desarrollo, paz, la dictadura española miraba para
otro lado, como habitualmente hacía. El franquismo, siempre en su línea de
crimen, atraso y desigualdad, lanzaba al mundo este mensaje: condenaba a muerte
a dos mujeres.
Sí,
España celebraba así el Año Internacional de la Mujer, con la condena a muerte
de María Jesús Dasca y de Concepción Tristán, de 20 y 21 años respectivamente.
Así nos lo recordaba con motivo del 8 de Marzo de 2010 una espléndida nota de
Tomas Pellicer (3) “Las últimas mujeres condenadas a muerte por la dictadura
franquista”:
“Ellas,
militantes del FRAP, fueron arbitrariamente juzgadas por un tribunal militar, y
condenadas a muerte el 18 de setiembre de 1975".
Mª
Jesús Dasca Penelas era natural de Almenara, un municipio de la provincia de
Castellón a orillas del Mediterráneo y próximo al Puerto de Sagunto donde se
ubicaban los Altos Hornos, gran centro fabril de tradiciones de lucha obrera.
Ella era militante de la Unión Popular del Campo (UPC), organización de
jornaleros y jornaleras que formaban parte del Frente Revolucionario
Antifascista y Patriota (FRAP). En octubre del año 1972 la organización de Los
Valles, la comarca del entorno saguntino, vergel de naranjales, incendió un
almacén propiedad de un cacique falangista. Fueron detenidos y procesados por
el Tribunal de Orden Público (TOP) nueve jóvenes jornaleros. Xussa, así la
llamaban sus amigos, escapó a la caída y huyó a Madrid. Tenía 17
años.
En
Madrid, Xussa continuó militando en las organizaciones del FRAP de forma
clandestina, ocultando su nombre y escapó nuevamente a las masivas detenciones
que como represalia a la manifestación del 1º de Mayo del 1973 desencadenaron
las fuerzas represivas contra el FRAP. Detenida a primeros de septiembre de
1975, Xussa fue incluida en la causa 1/75 y juzgada en consejo de guerra
sumarísimo. En el despropósito de acusaciones, conspiraciones y tramas absurdas
que tejió el fiscal militar -ver el ABC del 19/09/1975, página 21 (4)- a ella
la acusaron de ser responsable “del Partido Comunista de España” y de haber
mantenido una entrevista con Concha Tristán, para ver quién daba la “orden” de
atentar contra un teniente de la guardia civil. No tuvo otra acusación, ni
siquiera la de dar la “orden”. Fue condenada a muerte. Tenía 20 años…”
Mª
Jesús Dasca posteriormente diría de su detención: “Me detuvieron el 25 de
agosto. Pasé nueve días en la Jefatura de Policía de Madrid. Fui detenida con
40 personas más y durante la detención estuve aislada, siendo torturada por
“Billy el Niño”.
“ …
Concepción Tristán López era gaditana, enfermera de profesión. Había formado
parte del grupo sanitario que atendió a los manifestantes heridos en los
enfrentamientos del 1º de Mayo del 73. No fue detenida en las caídas de ese mes
y continuó su militancia hasta su detención en septiembre de 1975. Era entonces
responsable de agitación y propaganda de la zona norte de Madrid. El tribunal
militar la acusó de haber mantenido “reuniones” con Sánchez-Bravo -fusilado el
27- para tratar el “atentado” a un teniente de la guardia civil -ver el ABC del
19/09/1975, páginas 21 y 22 (4)-. No tuvo otra acusación. Fue condenada a
muerte. Tenía 21 años…”
Concepción
Tristán relataría sobre su paso por la Dirección General de Seguridad:
“Ya
en los pasillos de la Dirección General de Seguridad, uno de los que estaban
allí esperando, se abalanzó sobre mi gritando ‘Ya esta aquí la asesina. Te vas
a enterar de quiénes somos nosotros. No vas a salir viva…’ A partir de ese
momento se sucedieron unos días dantescos. Ninguna parte de mi cuerpo quedó
libre de golpes, aunque los más dañados fueron los pies que se me hincharon de
tal manera que no podía andar. Según ellos me cuidaban estupendamente, porque
después de cada sesión me ponían una pomada en las piernas para que bajara la
inflamación, a fin de poder continuar torturándome mejor.
"El
que intentaba hacer de "padre" era Roberto Conesa, pero no lo conseguía, claro,
pues entre palabras supuestamente amables, siempre estaban los tirones de pelo
o los puñetazos en la cara. Un recuerdo de su enorme anillo se quedó grabado en
mi cara para la posteridad, pues la fotografía mía que se difundió en la
prensa, lleva su marca.”
En su
Consejo de Guerra -17 de septiembre- compartían acusación junto a José Luis
Sánchez-Bravo Solla, 21 años, estudiante; Manuel Cañaveras de Gracia, 20 años,
estudiante…
“…Ellas,
Xussa y Concha, no fueron fusiladas. Aguardaron una semana interminable como
reas de muerte hasta que el consejo de ministros del dictador estimó que
estaban embarazadas y conmutó la pena de muerte por la de cadena perpetua…”
Después
les esperaba la incomunicación en celdas de castigo en la cárcel de Yeserías.
Todo
esto sin una sola prueba. En los Consejos de guerra ni se presentó ni se
admitió ninguna prueba: lo único que se tuvo en cuenta fueron las declaraciones
tomadas bajo las torturas policiales.
Así
lo confirmaban en su día personas tan poco sospechosas como los letrados
Elisabeth Ziegler, Denis Payot y Christian Grobet, de la Liga Suiza y la
federación Internacional de los Derechos del Hombre. O el jurista berlinés Rainer
Frommann. O las crónicas de esos días en decenas de periódicos internacionales,
como las de la periodista Giselé Halimi en Le Monde.
Las
detenciones se produjeron por miles en aquel 1975. Ante las manifestaciones en
la calle, huelgas, protestas, la única baza del franquismo era ya preparar una
“Transición” (Transacción). Los días estaban contados. Hombres y mujeres
luchadoras, como Mª Jesús y Concha, tomaban la calle. Para entender la fuerza
del movimiento de resistencia de esa época sirvan como ejemplo dos datos del
año 75: casi el 10% de la población de Huesca fue detenida por presunta
pertenencia al FRAP; en Valencia en ese año fueron detenidas más de 800
personas bajo a acusación de pertenecer al FRAP (5).
En
1977 fueron amnistiadas. Xussa fue periodista y Concha continuó siendo
enfermera.
María
Jesús Dasca “Xusa” nos dejó el 26 de enero de 2007, con 52 años. Concha Tristán
se nos fue en febrero de 2009 (6)
Sirva
este pequeño recuerdo, para reivindicar el valor de todas las mujeres que
formaron parte de la resistencia antifranquista.
Fueron
“Ellas”, cientos, miles, como fueron, son, serán Concha Tristán y Mª Jesús
Dasca, perennemente inolvidables, y con la misma sonrisa que tiene en la imagen
de cabecera.
Notas:
*Iñaki
Alonso es un militante antifascista y activista social. Editor del medio
digital LoQueSomos.org y portavoz de la Plataforma Abierta “Al Alba”, que están
organizando el 40 Aniversario de los últimos fusilamientos del franquismo.
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