El pasado domingo 6 de septiembre de 2015, el escritor siciliano
Andrea Camilleri cumplió su noventa cumpleaños, para conmemorarlo reproducimos
la entrevista que le hicimos cuando vino hace un año a Barcelona, dentro del
marco de la BCNegra, donde recogió el Premio Carvalho 2014.
“CON 10 AÑOS QUERÍA MATAR A UN ABISINIO”
Por: Javier Coria. Fotos: Francesc Sans.
Los organizadores del encuentro
de novela negra de Barcelona, desde la primera edición de BCNegra2005, que
llevan intentando traer al escritor siciliano Andrea Camilleri, padre del
comisario Salvo Montalbano, personaje que inauguró la famosa serie policial en
1994, con la novela: La forma del agua.
El autor, que este año cumplirá 89 años, por fin vino y pudo recoger el Premio
Carvalho 2014, que lleva el nombre del personaje creado por Manuel Vázquez
Montalbán, al que Camilleri homenajea en el apellido de su célebre comisario
que, como Carvalho, también es aficionado a la lectura y al buen comer.
A Camilleri es difícil verlo en actos literarios o dando entrevistas a
la prensa, por ello en cada ocasión que se presenta en algún acto público, la
legión de seguidores abarrota los aforos, cosa que pasó en Barcelona, donde más
de 1.000 personas siguieron una conversación con el novelista. De verbo lúcido,
voz grave y figura de obispo (en este caso laico, perteneció al Partido
Comunista Italiano), el humor y la ironía están siempre presentes en este
novelista, director teatral y de televisión, que además de su serie de
Montalbano, tiene una ingente obra que va desde la novela histórica al ensayo.
Su sola presencia llena el escenario, y su voz profunda de bajo de ópera, envuelve
el ambiente con un italiano lleno de matices y de giros dialectales del
siciliano, cosa que trae de cabeza a sus traductores, como en el caso del
traductor al castellano, Pau Vidal. A modo de entrevista, aquí reproducimos la
conversación con el más genuino representante de la novela negra mediterránea.
En su personaje de Montalbano y
en su teatro político hay una profunda crítica a la clase política de su país.
¿Qué piensa de la presunta desaparición de la escena política italiana de
Berlusconi?
Contesto a la benévola hipótesis de que Berlusconi está
desapareciendo. Aunque él tuviera el deseo de desaparecer, habría gente que no
lo permitiría, porque son muchos los intereses que representa. Aún momificado,
harían ver que está vivo. En Italia estamos en una situación política caótica,
agravada por las obligaciones con la comunidad europea. Soy un europeísta
convencido, pero no por esta Europa basada solamente en el dinero, los bancos y
el mercado. Una Europa así, está condenada a no sobrevivir mucho tiempo, una
Europa asentada en la solidaridad, en los ideales políticos comunes, duraría
más tiempo. En los primeros manifiestos europeístas no se hablaba de mercados,
dinero o bancos, se hablaba de otras cosas. Ahora estamos en una guerra
económica, como en las guerras convencionales, una o dos generaciones caen en
el frente, claro que la guerra económica es refinada, te deja vivo pero sin
esperanza de futuro, sin esperanza de trabajar, sin esperanza de construir una
familia… Hay dos maneras de ver el dinero y la existencia de la comunidad
europea, la que forma una línea que va desde Portugal, pasa por España, va
hacia Italia y Grecia. La forma que tenemos los latinos de concebir el dinero,
la vida, el aire que respiramos. Luego hay otra manera, un poco calvinista, un
poco protestante, de percibir la relación con el dinero. Hace falta que no
prevalezca ni la una ni la otra.
Si lo puede imaginar, ya que lo
conoció, ¿qué diría Vázquez Montalbán sobre la situación política catalana y el
derecho a decidir?
Paco era catalán, ¿no? El problema es el de existir con un sello
personal de nacimiento. Naces catalán, y estás dentro de España, naces
siciliano, y estás dentro de Italia. El poeta Umberto Saba escribió: “¡Ay!,
corazón mío, de nacer indeciso, cuanta pena has traído para ser uno, cuántas
rosas se necesitan para esconder un abismo”, y muchas rosas hay que usar para
esconder ese abismo. ¿Y cuándo nos damos cuenta de que hay un abismo? Cuando existe
una lengua, cuando existe una cultura, aquello representa un pueblo, una
nación, una etnia, podéis llamarlo como queráis, pero eso representa una
individualidad, la manera de hacerla convivir con el resto, puede ser
autonomía, independencia y como queráis llamarla, pero yo creo que Manolo
Montalbán estaría de parte de Catalunya.
En novelas fuera de la serie de
Montalbano, como La captura de Macalé, hay recuerdos de la infancia, de la inocencia
traicionada, con el fascismo y la religión de fondo, En esta novela nos
trasladamos a la Sicilia de 1935, en plena guerra de Abisinia. ¿Cómo son esos
recuerdos de su infancia?
Esa novela, como La pensión Eva,
son novelas donde recuerdo mi infancia y mi primera juventud, con el despertar
erótico y sentimental. La diferencia de una a otra es que una está escrita en
lengua siciliana y la otra en italiano. A medida que envejecemos, tenemos
presbicia de la memoria, comienzas a recordar cosas de cuando tenías 4 años y
no recuerdas lo que hiciste ayer. Un día me vino a la mente: ¿Por qué a los 10
años yo quería matar a un abisinio? Lo digo en serio, con 10 años quería matar
a un abisinio. Con esa edad escribí una carta: “Estimado Benito Mussolini soy
un niño llamado Andrea Camilleri, de Porto Empedocle, Sicilia, y quiero ir como
voluntario al África oriental para matar a los abisinios”. La envié pero me
olvide de poner la dirección. Más tarde me contestaron diciendo que era
demasiado joven y que ya tendría ocasión de ir a otra guerra. La misiva venía
firmada con: “Saludos fascistas, B. Mussolini”. Pero por qué yo tenía esta
idea…, porque ere el cerebro de un niño trabajado por la doctrina fascista, que
en la escuela te martilleaban, martilleaban, martilleaban, cada día, cada día,
cada día con la idea del Imperio y la guerra de Abisinia. Por otra parte, los
curas te decían: “¡Ay!, el Duce es el hombre que nos ha mandado la providencia,
lo que hace el Duce es lo que quiere Dios”. Esta es una combinación peligrosa, la
de la política y la fe religiosa, la misma combinación que trae hoy a ponerse
un cinturón de explosivos… por eso quise escribir La captura de Macalé, para que no se repita ese adoctrinamiento. La
otra, La pensión Eva, en el periódico
La Repubblica la calificaron de “una
novelita erótica”, no entendieron nada.
Y Salvo Montalbano, ¿cómo era
de pequeño?
Pues Salvo era melancólico, porque perdió la madre muy pronto, y de
ella sólo tenía el recuerdo, como si fuera un campo de maíz, esta es la imagen
que tiene de su madre. El padre estaba siempre viajando y lo criaron los tíos,
que lo trataron muy bien. Era un niño que no era muy feliz, aunque era alegre
con sus primos, pero había un fondo de amargura y de injusticia. Después crece
y participa en el Mayo del 68, y acaba siendo policía. Otro de sus compañeros
del 68, Carlo Martello, termina dirigiendo un banco. El 90% de los hombres
nacen como incendiarios y terminan como bomberos. Salvo no, aunque forma parte
de las fuerzas del orden, contra las que combatió en París, es un buen
funcionario pero rebelde, que no dice “sí, señor” siempre, a veces no hace caso
a sus superiores. En China, que querían comprar la serie televisiva de
Montalbano, luego dijeron que no podían porque reflejaba la vida de un
“funcionario desobediente”, y eso sería un mal ejemplo. En Montalbano aún hay
algo de esa rebeldía de juventud.
¿Qué hay del comisario Jules
Maigret de Simenon en su Montalbano?
Como en Maigret, hay un trabajo de equipo, con todos los personajes
secundarios que le rodean. Cuando me
planteé escribir una novela negra, como ejercicio, decidí adaptarme al esquema
de la novela policiaca. La elección del investigador…, por ejemplo, Pepe
Carvalho es un investigador privado, pero en Italia, los investigadores
privados no tendrían la posibilidad de acción que tiene Carvalho, no podrían
investigar un asesinato, ya que se cuidan de casos de infidelidad, traiciones
bancarias pequeñas…, la elección de un policía institucional era necesaria. La
duda era, carabinieri o policía. Los policías no son militares, los carabinieri, la guardia civil italiana,
sí. Un policía, si quiere, puede mantenerse en la frontera de las reglas, por
eso escogí a un comisario. Maigret me vino a la memoria, porque los dos
trabajan dentro de una comisaría. Por cierto, en la serie televisiva Montalbano
sale más joven de lo que yo imaginé, el personaje literario es mayor, con más
experiencia.
¿A usted le hubiera gustado
resolver crímenes como a su personaje?
Noooo, que va, a mí me
interesan las investigaciones literarias. Los asesinos son unos imbéciles, en
la vida ya tratamos con imbéciles, hasta en la oficina del catastro, pero hacer
una investigación sobre un imbécil es mucho más triste, no, no, no…, yo me
conformo con inventarlos, escribirlos…Lo que hice en la vida ya me ha bastado,
no necesito más, eso sí, he tenido la suerte de ganarme el pan haciendo lo que
me gusta.
¿Usted conoció a Luigi
Pirandello?
Gracias a la obra de Pirandello, el teatro burgués ya no será más lo
que era. Yo tuve la suerte de conocer a Pirandello, cuando yo tenía 10 años. Lo
recuerdo como si fuese ayer, era una tarde de mayo y hacía un calor
insoportable. Estaba en mi casa, y a las tres de la tarde, estaba yo jugando
con un juego de química cuando llamaron a la puerta. Me encontré delante de mí
a un “almirante”, con un uniforme lleno de medallas, un sombrero, una capa y
una espada, nunca había visto cosa igual. El “almirante”, curiosamente, me
habló en dialecto y me dijo: “¿Quién eres tú?”, y yo, en siciliano le dije mi
nombre. Entonces preguntó por mi abuela Carolina, que en aquel momento estaba
durmiendo la siesta. Le dije pase, pase… y me contestó que le dijera a mi
abuela que Luigi Pirandello la quería saludar. Cuando avisé a mi abuela, se
puso a exclamar: ¡Pirandello! ¡Pirandello!, hubo pánico en toda la casa. Luego
vi que el “almirante” se abrazaba y besaba con mi abuela. Así conocí a
Pirandello, vestido de gran académico de Italia, había venido a inaugurar la
escuela primaria, debería llevar la camisa negra del fascio, pero para
evitarlo, se vistió con el traje de gala de académico, que para mí era como un
almirante. A propósito de traumas infantiles, para mí fue
un trauma, tanto es así, que en el trabajo siempre quería evitar hacer cosas de
Pirandello. Lo superé y luego hice mucho Pirandello, pero me costó muchos años.
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