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lunes, 21 de septiembre de 2015

Las misivas “cariñosas” entre Franco y Mussolini


Carta del general Franco a Mussolini
Jefe del Estado y Generalísimo del Ejército español
MADRID, 15 de agosto 1940

DUCE ESTIMADO:

Desde el comienzo del conflicto actual, ha sido nuestra intención hacer los mayores esfuerzos en los preparativos, con el fin de entrar en la guerra extranjera en una oportunidad favorable en proporción a los medios a nuestro alcance, ya que la falta de las provisiones más importantes y la interrupción de las comunicaciones con Italia y Alemania han obstaculizado cada operación hasta el momento.

Las victorias rápidas y devastadoras en Flandes alteraron la situación; la derrota de Francia dejó libre nuestras fronteras, lo que reduce la grave tensión que junto con nuestros marroquíes han estado teniendo desde nuestra Guerra Civil.

A partir de este momento, nuestro horizonte se hizo más brillante, nuestra operación se hizo posible y podría llegar a ser muy eficaz, una vez que se han eliminado las dificultades de aprovisionamiento.

De esta manera, a la entrada de su Nación en la guerra, tuvimos que tomar una posición más clara, una de estado de alerta, de cambiar a uno de no beligerancia que, en el ámbito de las relaciones exteriores, no podía dejar de tener gran repercusiones. Esto despertó los celos y la oposición, y desató una ofensiva anglo-estadounidense contra nuestro aprovisionamiento, agravada en estos días por las nuevas medidas adoptadas por los Estados Unidos en contra de nuestras exportaciones, y por las medidas de bloqueo inglés, causando graves tensiones en nuestras relaciones con estos países.

Las consecuencias que la conquista de Francia va a tener para la reorganización de los territorios del norte de África han hecho aconsejable para mí, ahora que ha llegado el momento, de encargar a mi embajador en Roma transmitir a Vuestra Excelencia las aspiraciones y reivindicaciones españolas tradicionalmente mantenidas a lo largo de nuestra historia en la política exterior de España, hoy más vivo que nunca en nuestra conciencia; a los territorios, cuya administración actual es consecuencia de aquella política franco-inglesa de dominación y explotación, de los que Italia también tiene tantas cicatrices. A las aspiraciones legítimas de España se añaden  en este caso los requisitos de seguridad que requiere la eliminación de una frontera débil y escasamente protegida y asegurando de nuestras comunicaciones con el grupo canario.

De esta manera, España, además de la contribución que hizo a la creación del Nueva Orden, a través de nuestros años de dura lucha, ofrece otra preparándose para tomar su lugar en la lucha contra los enemigos comunes. En este sentido, hemos solicitado a Alemania lo necesario para la acción, mientras que empujamos hacia adelante los preparativos y hacemos todo lo posible por mejorar la situación de aprovisionamiento en la medida de lo posible.

"Paquita la culona" (así apodaba Queipo de Llano a Franco) e Il Duce

Por todas estas razones, entenderá la urgencia del escrito que, para pedir su solidaridad en estas aspiraciones para el logro de nuestra seguridad y la grandeza, mientras que al mismo tiempo, os aseguro nuestro apoyo incondicional para su expansión y su futuro.

Con mi mayor admiración para los camaradas italianos valientes que luchan tan gloriosamente, yo os envío mis saludos más cordiales.

F. FRANCO
A Su Excelencia
Señor Benito Mussolini
Jefe del Gobierno de Italia.

***
Carta de Mussolini al general Franco
El Jefe de Gobierno y Duce del fascismo
ROMA, 25 de agosto 1940
Para el jefe del Ejecutivo español
Generalísimo Don FRANCISCO FRANCO BAHAMONDE
MADRID.

FRANCO ESTIMADO

Le agradezco la carta que me ha enviado, en la que esboza la posición de España en la actual etapa de la guerra.

Me gustaría dejar claro a usted, que su carta no me ha sorprendido.

Desde el estallido de la guerra he mantenido la opinión de que "su" España, la España de la Revolución Falangista, no podía permanecer neutral hasta el final de la guerra, pero en el momento justo iba a cambiar a no beligerancia y finalmente a la intervención.

En caso de que no ocurra, España podría alienarse a sí misma en la historia europea, especialmente la historia del futuro, que las dos potencias del Eje victoriosas determinarán.

Además, ella no tendría justificación moral para la solución de sus cuestiones africanas y, permítame decirle a usted, que una revolución victoriosa debe fijarse metas extremas de tipo internacional, tales objetivos, por lo tanto, al igual que, en un momento dado, requiere la atención completa y el esfuerzo total de un pueblo.

Está claro para mí que España, después de tres años de guerra civil, necesitaba un largo período de recuperación, pero los acontecimientos no lo permitirán, y su condición económica interna no va a empeorar cuando se cambia de no beligerancia a la intervención.

Los "Tres tenores" del franquismo, el nazismo y el fascismo europeo

Me gustaría decirle a usted, querido Franco, que, con estas mis consideraciones prácticas, no deseo acelerar en lo más mínimo la decisión que tiene que tomar, porque estoy seguro de que en sus decisiones procederá en base de la protección de los intereses vitales de su gente y estoy tan seguro de que no va a dejar pasar esta oportunidad de dar a España su Lebensraum* africano.

No hay duda que, después de Francia, Gran Bretaña será derrotada; el régimen británico sólo existe en un sólo elemento: la mentira.

Desde luego, no necesito decirle que, en sus aspiraciones, puede contar con la plena solidaridad de la Italia fascista.

Le ruego, querido Franco, acepte mis más cordiales saludos y camaradería.

Mussolini

FUENTE: Equipo Nizkor

Foto portada: Serrano Suñer, Franco y Mussolini


NOTA: Traducidas del inglés, pero la versión original están tan burdamente escritas como estas. De los errores de traducción soy yo el único responsable. Soy de los que estudiaron en la época en que se daba francés en las escuelas. Por cierto, estudiábamos en castellano, y como lengua extranjera la citada, pero nunca en catalán, era un colegio público de Barcelona. No es que estuviera prohibido, simplemente se ignoraba. De aquellos polvos…

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