Por: Javier Coria
Aquella
noche un cometa errante cruzó el firmamento. De su fulgurante estela se
desprendieron millones de partículas fosforescentes que cayeron como una lluvia
de luciérnagas sobre la ciudad. Ríos de plata discurrieron por el asfalto que,
a su paso, arrastraron ánimos oscuros e iluminaron los sumideros. Todos miraron
al cielo, donde los astros, giraban mientras los sueños regresaron al cálido
amparo del plenilunio estival.
(Microrrelato
inspirado en un sueño. Barcelona, junio de 2011)
FOTO: Lluvia de luciérnagas en un paraje de Japón.
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