Por Javier Coria
Aventurero, jugador y
mujeriego, el más famoso de los fotógrafos de guerra fue un antifascista
convencido que se hizo reportero durante la Guerra Civil Española. Como si de un moderno Goya se tratara, Robert
Capa supo enseñarnos los “Desastres de la guerra”; una de sus fotos, “Muerte de
un miliciano”, es hoy un icono de la resistencia y de la tragedia humana. Capa
murió en Indochina mientras cumplía con su trabajo. Pisó una mina y así nació
la leyenda.
Capa
en el “Picture Post”, diciembre 1938
Retrato
de Capa
Robert
Capa, cuyo verdadero nombre era André Friedmann, nació
en Budapest (Hungría), en el año de 1913 en el seno de una familia judía
de clase media que tenía un pequeño taller de alta costura. Con 16 años conoció
al escritor y artista plástico Lajos Kassák, un antiguo obrero metalúrgico que
llegó a liderar los círculos de arte de vanguardia en Hungría. Amigo de
Apollinaire, Picasso y Modigliani, Kassák editó las revistas “A Tett y Dokumentum” y se destacó como
activista político de izquierdas. Con él Capa conoció a los fotógrafos húngaros
y comenzó sus colaboraciones periodísticas. En 1931, las relaciones del joven
Capa con el Partido Comunista Húngaro, le obligaron a dejar el país de forma
precipitada perseguido por la policía secreta del dictador Miklós Horthy. Con
dieciocho años se plantó en Berlín con el objeto de estudiar ciencias
políticas, sociología y periodismo. Las dificultades económicas le obligaron a
dejar los estudios y, gracias a otros refugiados húngaros, consiguió un trabajo
como mensajero en la agencia Ullstein para, al año siguiente, pasar a la
prestigiosa agencia gráfica Dephot, como ayudante de laboratorio.
EN BUSCA DE ASILO
POLÍTICO
Robert
Capa quería escribir crónicas periodísticas, pero el idioma alemán era una
barrera en aquel momento para el joven que, más tarde, llegaría a ser un
verdadero políglota. Lo más cercano al periodismo que encontró fue empuñar una
cámara fotográfica. El fundador y director de la agencia Dephot, Simón
Guttmann, le encargó el que sería su primer reportaje importante. Capa partió a
Dinamarca para cubrir una conferencia organizada por los estudiantes daneses en
el Stadium de Copenhague. El orador era un exiliado ruso, León Trotsky, esto
sucedió el 27 de noviembre de 1932. En enero de 1933, Adolf Hitler fue nombrado
canciller; las persecuciones de los meses
siguientes, obligaron a Capa a emprender una nueva huida. La familia del
fotógrafo Harald Leichenperg, de la agencia Dephot, lo acogió durante unos meses en su casa de Viena. Tras una breve visita a su
tierra natal, el fotógrafo se instaló en París.
Gerda
Taro escribiendo a máquina
Gerda
y Capa, 1936
En la
capital de la fotografía conoció a un compatriota que influiría
mucho en su obra. Se trataba de André Kertész (1894-1985), un fotógrafo
que antes había sido pintor y escultor. Kertész ayudó económicamente a un Capa
hambriento y le enseñó la poesía de sus fotos de las calles de París. Decidido
a trabajar como fotógrafo independiente, en 1934 conoció a David Seymour –Chim-
que pocas semanas después le presentaría a Cartier-Bresson. Era una época en
que sólo había que dejarse caer por el Café du Dôme de Montparnasse para
encontrarse con la flor y nata de la intelectualidad europea, muchos de ellos
refugiados políticos como el propio Capa. También fue ese año cuando conoció a
su gran amor, Gerda Pohorylle (1911-1937), era una bellísima refugiada judía
alemana de la que se conocen pocos datos y que tuvo un trágico final como
veremos más adelante. Ella trabajaba como secretaria en la agencia Alliance
Photo, la única agencia que por aquel entonces compraba las fotos de Capa, y en
sus oficinas se conocieron.
FALSA IDENTIDAD
Gerda
comenzó a colaborar con Capa vendiendo sus fotos por las agencias mientras
aprendía los rudimentos de la fotografía con su novio. Fueron momentos duros y
de hambre. Parece ser que fue a ella a la que se le ocurrió inventarse el
personaje de Robert Capa, hasta entonces Capa firmaba con su nombre húngaro. El
nombre de Robert Capa estaba inspirado, aunque hay diversas versiones sobre
esto, en Frank Capra, que en 1934 estrenó su oscarizada película “Sucedió una
Noche”, y Robert Taylor que en aquel mismo año participó en su primer film:
“Receta para la Felicidad”. Para que fuera más creíble, el tal Robert debía ser
un prestigioso y famoso fotógrafo norteamericano instalado en Europa. La cosa
funcionó y esto permitió a la pareja triplicar el precio de las fotos que
vendían. Gerda se presentaba como la representante del fotógrafo imaginario y
André como su ayudante. Al final se descubrió el asunto y el fotógrafo decidió
quedarse con el nombre. Gerda también cambió su apellido por el de Taro, en
honor a un amigo de la pareja, el escultor y pintor japonés Taro Okamoto, que
habían conocido en París. Como en el caso de Capa, también existen otras
versiones sobre el origen del seudónimo. Entre otros medios, trabajaban para el
periódico comunista “Ce Soir” y la
revista francesa “Vu” fundada por Lucien Vogel en 1928, y que fue modelo para
otras revistas gráficas como la americana “Life”.
Un antiguo jefe de Capa, Simón Guttmann de la agencia Dephot,
le encargó en la primavera de 1935 unos reportajes para varias revistas
alemanas. En la primavera de 1935, Robert Capa entró en España por San
Sebastián para realizar un reportaje sobre la vida cotidiana del boxeador
Paulino Uzcudun, el campeón de los pesos pesados tenía que enfrentarse en el
mes de julio al gran campeón alemán Max Schmeling. Luego se dirigió a Madrid
para fotografiar el prototipo del helicóptero de Juan de la Cierva. Capa se
encontró con la negativa del inventor y se quedó en la capital para cubrir el
desfile del 14 de abril, cuarto aniversario de la República. Posteriormente se
dirigió a Sevilla para hacer fotos de la Semana Santa y la Feria. Durante su
estancia en España estudió el idioma, eso
junto a su carácter extrovertido y su tez morena,
le hizo sentirse como uno más en tierras españolas donde fue conocido como Roberto.
En sus cartas a la familia les comunicaba su total afinidad con el calor y...
“la exuberante generosidad de las gentes españolas”.
“La
maleta mexicana”, libro sobre el redescubrimiento de negativos de la Guerra Civil
española
Rollos
fotográficos clasificados encontrados en la llamada “maleta mexicana”, en
realidad unas cajas de cartón
Portada
de la revista “Regards”, diciembre de 1936
LUCHAR POR LA CAUSA
En
julio de 1936, se produce el golpe de estado de Franco y comienza la guerra
civil. Gerda y Capa vieron la oportunidad de conseguir, a través de su trabajo
como fotógrafos, el respaldo internacional a favor de la República española. La
revista “Vu” envió a la pareja a España para que formaran parte de un equipo
encargado de cubrir la contienda. El 5 de agosto llegaron a Barcelona y vieron
que se había producido una revolución proletaria. En la estación de ferrocarril
fotografiaron a los soldados que marchaban para el frente de Aragón, y que se
despedían de sus familias. La pareja, en coche, se dirigió a dicho frente y
tomaron contacto con la milicia trotskista Partido Obrero de Unificación
Marxista (POUM). Con ellos, también estaba Chim Seymur, que trabajaba para al
semanario comunista “Regards”. Después de Aragón se desplazaron a Córdoba, el
gobierno republicano había iniciado una ofensiva para recuperar la ciudad y en
sus campos se batían las milicias de la CNT. Fue en ese frente donde Capa
realizó la foto que le hizo famoso.
Exiliados
republicanos camino de un campo de concentración en Francia, 1939
Milicianos
partiendo al frente de Aragón. Agosto de 1936, Barcelona
La
más famosa foto de Capa, “El miliciano”
Los
cenetistas prepararon una ofensiva con trescientos milicianos del regimiento de
Alcoy, entre ellos se encontraban Gerda y Capa. Enfrente tenían a los
regimientos del general Mola. A 12 kilómetros al norte de Córdoba, en el Cerro
Muriano, el 5 de septiembre de 1936 se desarrolló un duro combate. Capa, desde
una trinchera, tomó la instantánea de un miliciano que acababa de recibir un
tiro. La foto se publicó el 23 del mismo mes en la revista “Vu”, siendo
reproducida en todo el mundo y creando un gran impacto entre el público.
¿VERDADERA O FALSA?
Durante
la década de los setenta, un anciano periodista británico, O’Dowd Gallagher,
desató la polémica sobre la autenticidad de la foto. Éste corresponsal del “Daily
Express” afirmó que el propio Capa le
había confesado, en un hotel de San Sebastián en 1936, que la foto estaba
“preparada”. El biógrafo de Capa, Richard Whelan, dice haber recibido muchos
testimonios de personas que, de buena fe, creyeron coincidir con Capa en alguna
guerra y luego se trataba de otros fotógrafos. En el caso que nos ocupa, Whelan
está convencido que Gallagher no coincidió con Capa hasta enero de 1939 en un
hotel de Barcelona. En la década de los noventa, un hecho extraordinario vino a
aclarar las cosas, el miliciano caído fue identificado. El historiador Mario
Brotons, que estuvo luchando en Cerro Muriano, demostró algo que ya se
sabía, que en aquella batalla sólo hubo
una baja, los archivos y los familiares hicieron el resto. El miliciano muerto
y que aparece en la foto era –o podía ser- Federico Borrell García de 24 años y
fundador de las juventudes Libertarias de Alcoy. A pesar de todo, la polémica
persiste… ( Post Scriptum: Investigaciones de historiadores catalanes realizadas en 2009, apuntan
a que la foto no fue hecha en Cerro Muriano, sino a 50 km de allí, en la loma de
Las Dehesillas, en el pueblo cordobés de Espejo. Como en ese lugar no hubo
combates hasta veinte días después de realizada la foto, apuestan por la teoría de la recreación).
Libro
sobre Gerda de Fernando Olmedo
Curiosa
viñeta en una publicación norteamericana que reproduce el "accidente" de Gerda,
1938
Después
de Andalucía, Capa estuvo fotografiando los barrios bombardeados de Madrid, el
Bilbao sitiado y, con Gerda, estuvo en Navacerrada en la fracasada ofensiva republicana
coincidiendo con Ernest Hemingway. En julio del 37, Capa volvió a París y Gerda
se dirigió a Brunete para cubrir la gran ofensiva republicana. El 25 de julio
de 1937, Gerda saltó al estribo de un coche para ponerse a salvo durante una
confusa retirada y fue arrollada por un tanque republicano fuera de control.
Malherida, murió al día siguiente, pocos días antes de cumplir los 26 años. Fue
la primera reportera muerta en una guerra. Días después, el cuerpo de la joven
yacía rodeado de claveles rojos en el vestíbulo del periódico “Paris-Soir”.
Como no podía ser de otro modo, también este hecho está velado por una oscura nebulosa. Capa en París estaba desconsolado
y no quiso volver a España. En 1938, marchó a China durante seis meses para
fotografiar la resistencia a la invasión japonesa. Capa volvió a España para fotografiar la toma
de Teruel, la caída de Barcelona y la despedida de las Brigadas
Internacionales.
Voluntarios
de Las Brigadas Internacionales, 1938
La
mítica cámara Leica
¡CÁMARA Y ACCIÓN!
La
madrugada del 6 de junio de 1944, Capa se encontraba en Normandía con la
primera oleada de desembarco de la Compañía E, en la playa de
Saint-Laurent-sur-Mer, conocida con el nombre en clave de Omaha Beach. En ella
fotografió a un soldado que luchaba con las olas para ganar la playa, se
trataba de Edward Regan, un joven de dieciocho años. Esta imagen quedó para
siempre como recuerdo de una jornada sangrienta. La anécdota del caso es que
Capa envió cuatro carretes de fotos del desembarco a la oficina de la revista “Life” en Londres. La precipitación y los
nervios del momento hicieron que el técnico del laboratorio aplicara más calor
del necesario en el secado. El resultado fue que se perdieron todas las fotos
menos once que, borrosas y muy granuladas, se salvaron milagrosamente. La
revista “Life” publicó las fotos con el siguiente texto: “La inmensa excitación
del momento hizo temblar la mano del fotógrafo y sus fotos han quedado
desenfocadas”.
“Playa
Omaha”, 1944
La no
menos mítica Contax de 35 mm
A
finales de 1945, Capa se marchó a Hollywood, allí se caso con Toni Sorel para
conseguir un visado previo a la nacionalidad norteamericana que obtuvo en 1946.
Se movió en el mundillo de las actrices y se relacionó con Vivien Leigh y Hedy
Lamarr. Él siempre quiso hacer cine, incluso intentó hacer un papel en la película de Sam
Wood: “Por quién doblan las campanas”. También es sabido que su autobiografía “Slightly
out of focus” –“Ligeramente desenfocado”- fue concebida como un guión
cinematográfico y Capa no se privó de exagerar, cuando no mentir
descaradamente. El romance más sonado de Capa fue con la actriz Ingrid Bergman,
con la que estuvo dos años. La conoció en el Hotel Ritz de París y la siguió a
Hollywood cuando la actriz estaba rodando con Hitchcock “Encadenados”. Las continuas
borracheras y la negativa de Capa a formalizar la relación hicieron que la
actriz lo abandonara definitivamente. En 1947 fundó y dirigió la agencia
cooperativa Magnum Photos Inc. Junto a Cartier-Bresson y David Seymour. Con
sede en París y Nueva York, el nombre se les ocurrió después de beberse una
botella de Champán Magnum. Cuentan que las ganancias que Capa obtenía apostando
a las carreras de caballos salvaron a la agencia de alguna situación difícil.
Por contra, también se cuenta que algunas deudas de juego las saldó Capa
vendiendo material sustraído de sus oficinas.
“Sangre
y champán”, biografía de Capa escrita por Kershaw
Foto
de “Sangre y champán”
Foto
de “Sangre y champán”
En
1948, cubrió la Primera Guerra Arabe-Israelí donde fue herido por primera vez,
y en 1954 marchó a la guerra de Indochina. El 25 de mayo, cuando fotografiaba a
las tropas francesas en el delta del río Rojo, Capa murió al pisar una mina
vietminh, su cámara Contax voló con él. Tenía cuarenta años.
Para
ver más fotos, Capa en Magnum Photo
Publicado en la revista CLÍO, año 2, núm.
21, julio 2003 (Dossier: “Fotógrafos que capturaron la historia”)
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