Por Javier Coria
Aeronauta,
inventor, periodista, caricaturista y agitador social, Nadar fue mucho más que
uno de los mejores retratistas del siglo XIX. Su espíritu innovador lo llevó a
ser el primero en casi todo: en realizar fotografías aéreas, en captar las
catacumbas de París y en realizar una fotoentrevista.
De las diversas profesiones que ejerció el futuro fotógrafo
destaca la de secretario personal de Charles de Lesseps, hijo y colaborador del
ingeniero y diplomático Ferdinand-Marie, Vizconde de Lesseps constructor del
Canal de Suez. En 1842, con veintidós años, Nadar decidió dedicarse al
periodismo y la caricatura, por lo que se trasladó a París. Su pariente, el
famoso caricaturista Paul Gavarni (seudónimo de Guillaume Sulpice Chevalier) le
ayudó a introducirse en la prensa y a ejercitarse en el dibujo y la pintura, no
había dinero para estudiar en academias. A falta de fotos con que ilustrar los
artículos, los editores solicitaban caricaturas para dar a conocer los
personajes famosos a sus lectores por lo cual trabajo no le faltaría.
Caricatura de Balzac realizada por Nadar
UN ESPÍRITU REBELDE
Con el estallido de la Revolución de 1848, Nadar partió con
un grupo de exiliados a liberar Polonia del yugo extranjero. Le acompañaba su
hermano Adrien y su amigo Fauchery. Formaban un grupo romántico e idealista que
fue detenido nada más cruzar la frontera de Alemania. Una vez liberados, los
hermanos Tournachon volvieron a París donde Nadar fundó su propia publicación, “La
Revue Comique”, en 1849. Críticas teatrales, novelas, artículos, ilustraciones
y la redacción de panfletos políticos, fueron algunas de las actividades que
ocuparon a Nadar que por aquel entonces, cuando publicaba en el “Journal pour
rire” y “Le Charivari”. El éxito de
sus caricaturas lo animó a plantearse un gran proyecto: grandes litografías de
un millar de personajes célebres de la vida parisina. Conocido como el
“Panthéon Nadar”, retrataba de una inmensa colección de retratos y caricaturas
con personajes como Doré, Delacroix, Rossini... dada la magnitud de la empresa,
se necesitó del concurso de un plantel de dibujantes contratados para tal
efecto.
“La Revue Comique”, con un dibujo de Nadar
Con motivo de la realización
del “Panteón” empezó la relación de Nadar con la fotografía. Rondaba los
treinta años y ya tenía hijos de su mujer Ernestine Lefèvre. Se dejó aconsejar
por el escritor Eugène Chavette (su apellido real era Vachette), amigo suyo,
para comprar una cámara y realizar las caricaturas a partir de los retratos
fotográficos. En 1853, se instaló en un estudio fotográfico con su hermano
Adrien, situado en el número 113 de la rue de Saint-Lazare. Pronto la fama de
buenos retratistas se fue consolidando y los cocheros conocían la calle como
“Saint-Nadar”. La flor y nata de la intelectualidad parisina se daba cita en el
estudio. En 1854, se editó la primera entrega del “Panthéon Nadar” con notable
éxito de crítica y público. Adrien Tournachon también fue un gran fotógrafo,
pero sin duda eclipsado por la fama de su hermano que, además de sus cualidades
artísticas, estaba dotado para las relaciones públicas y la autopromoción. A
pesar de la fama, Nadar dejó el estudio para volver al periodismo, pero las
dificultades económicas le hicieron volver al seguro negocio de los retratos.
El estudio Nadar estaba en pleno rendimiento y a Adrien no le gustó nada volver
a repartir beneficios con su díscolo hermano. La cosa terminó en un pleito en
los tribunales por el uso del seudónimo Nadar. Gaspard-Félix ganó el pleito y
el uso en exclusiva del nombre, eso sucedió en 1856.
Una de las planchas del “Panteón Nadar”
DESDE EL AIRE
Una mañana de agosto de 1858, los vecinos de Le Petit
Bicêtre, a las afueras de París, se sorprendieron ante la visión del globo más
grande jamás construido hasta la fecha. Como no podía ser de otra forma, el
aerostato se llamaba “Le Géant” –El Gigante- y el intrépido aeronauta era
Nadar. Desde una altura de 80
metros y con el globo cautivo, el fotógrafo tomó unas
vistas utilizando el colodión húmedo. Desgraciadamente no se conservan las que
fueron las primeras fotos aéreas, pero las crónicas de la época hablan de
imágenes pálidas de una granja, tres casas, la posada y la gendarmería de
Bicêtre. El éxito del evento llegó después de numerosos fracasos. En los
primeros intentos, las placas se contaminaban por el sulfuro de hidrógeno que
despedía la válvula del globo, pero esto no lo sabía Nadar, sólo la casualidad
y la necesidad de economizar combustible hizo que la válvula permaneciera
cerrada durante el proceso fotográfico, consiguiendo por fin unas placas
correctas. Nadar repetiría la experiencia tomando fotos de París con una cámara
multilente.
Globo de Nadar en el “Champ-de-Mars”, París, 1863
A raíz del pleito con su hermano, Nadar se trasladó en 1860 a un nuevo estudio en
el número 35 del Boulevard des Capucines, en el mismo edificio que albergó los
estudios de Le Gray y Bisson. Sus relaciones con los artistas impresionistas
–era un gran amigo de Edouard Manet- y su participación en los cenáculos
literarios, y sociedades secretas como la “Sociedad Angélica” hicieron de su
estudio un punto de reunión de la intelectualidad republicana y de los
políticos liberales. Era íntimo amigo de Louis Blanc (1811-1882), el
historiador y líder socialista nacido en Madrid y formado en Francia. Blanc y
Nadar también compartieron su pertenencia a la masonería.
EN LA CÚSPIDE
Unas grandes letras con el nombre Nadar permanecían
iluminadas por lámparas de gas toda la noche en el estudio pintado de rojo del
Boulevard des Capucines. Aunque sus comienzos profesionales siempre estuvieron
marcados por la escasez de dinero, la vida bohemia, los retratos no cobrados a
los amigos..., el nombre de Nadar se convirtió en una marca comercial
reconocida y con agentes en otras ciudades, incluso algunos avispados
fotógrafos se proclamaban representantes de la “Casa Nadar de París” sin serlo.
Su equipo era de veintiséis empleados, fotógrafos entre los que se encontraba
su propio hijo Paul, impresores, retocadores, montadores de originales,
contables..., en esa época Nadar solía delegar en sus empleados los cuales,
suponemos que bajo sus instrucciones, preparaban las poses de los modelos.
Ernestine Lefèvre (esposa de Nadar), 1890
Sarah Bernhart (1844-1923), actriz
Las aventuras aeronáuticas de nuestro fotógrafo estuvieron a
punto de costarle la vida a él, a su mujer y a sus amigos. Tras varios intentos
para sobrevolar París con Le Géant provisto de unas hélices inventadas por él,
en 1863 el globo llegó hasta Hannover (Alemania). Cuando iba a tocar tierra,
fue arrastrado sin control varios kilómetros.
RETRATOS SOBRE FONDO
NEGRO
La calidad de Nadar como retratista ha pasado a la historia
de la fotografía. Dotado de una gran sensibilidad y con una total complicidad
con sus modelos, realizaba unos retratos directos y carentes de trucos, muy
alejados de los retratos más idealizados y místicos de su contemporánea inglesa
Julia Margaret Cameron (1815-1879). Casi siempre con un fondo oscuro, las
composiciones de Nadar eran simples y donde lo que más destacaba era el manejo
de la luz y la sinceridad que destilaban las miradas de sus modelos. Esta
habilidad para iluminar le valió el apelativo de “El Tiziano” de la fotografía
y, como él mismo decía: “La teoría fotográfica puede ser explicada en una hora
y su técnica básica, en un día. Pero lo que no puede enseñarse es el
sentimiento de la luz”.
Louis Pasteur (1822-1895), químico
George Sand (1804-1876), escritora
Algunos de sus célebres modelos fueron: Alexandre Dumas,
George Sand, Sarah Bernhrdt, Franz Liszt, Mijaíl Bakunin, Charles Baudelaire,
Ferdinand Marie de Lesseps…
UN PERSONAJE DE NOVELA
Uno de los amigos y socios de Nadar en su actividad
aeronáutica fue Jules Verne. Un año antes del accidente de Hannover, los dos
personajes fundaron la “Sociedad para la Investigación de la Navegación Aérea”,
Nadar era el presidente y Verne el secretario. Jules Verne firmó un contrato
leonino con el editor Pierre-Jules Hetzel, y el primer libro de su serie
“Viajes extraordinarios” fue “Cinco semanas en globo”, editado en 1863 e
inspirado en su amigo al que homenajearía en otra de sus obras, “De la Tierra a
la Luna”. El protagonista de dicha novela es Miguel Ardan, y conociendo la
afición de Verne por los juegos de palabras, es fácil ver que Ardan es el
anagrama de Nadar.
Jules Verne (1828-1905), escritor
Emile Zola (1840-1902), escritor
Con la intención de hallar un sistema más eficaz de
navegación para los aeróstatos, y pretendiendo mejorar los trabajos iniciados
por los hermanos Godard en este campo, Nadar se asoció con ellos invirtiendo
grandes sumas de dinero. Los continuos fracasos llevaron al fotógrafo al borde
de la ruina alrededor de 1871. Durante la Guerra Franco-prusiana (1870-71),
Nadar fue comandante de una compañía de aeróstatos y logró sacar en su globo el
correo de un París sitiado. La popularidad del personaje se acrecentó con aires
heroicos. Curiosamente, el ministro del Interior León Gambetta (1838-1882),
también protagonizó una dramática huida en globo para burlar el cerco prusiano.
Se cuenta que le propusieron a Nadar poner sus conocimientos y su globo al
servicio del espionaje militar, cosa que al parecer rechazó de plano.
François Guizot (1787-1874), estadista e historiador
Honoré de Balzac (1799-18509), escritor
En 1874, tuvo lugar en París la primera exposición de los
impresionistas. Estos habían sido rechazados por el Salón de París por sus
ideas revolucionarias, y no encontraron mejor lugar para exponer que el estudio
de Nadar. En contra de lo que pudiera parecer, el apoyo de Nadar a este
acontecimiento recogido en todos los manuales de historia, fue más fruto de la
casualidad que de otra cosa. Los bajos del estudio se alquilaban para albergar
exposiciones y Nadar estaba ya en proceso de trasladarse a un estudio más
económico de la rue Anjou. Lo que sí es cierto, es la enorme influencia que
tuvieron las fotos de Nadar en los cuadros de los impresionistas y viceversa.
La primera fotoentrevista, 1886
Catacumbas de París, 1860
Nadar no sólo fue el primero en subir al cielo y descender a
las cloacas para realizar fotografías, también fue el artífice de la primera
fotoentrevista que realizó junto a su hijo Paul. El químico francés
Michel-Eugène Chevreul (1786-1889) cumplía el centenario de su nacimiento en
1886. Paul Nadar fotografió en doce tomas la entrevista que realizó su padre
mientras, un taquígrafo tomaba notas. Se publicó en “Le Journal Illustré” como
si fuera una fotonovela, con los textos a pie de foto. Poco a poco, Nadar padre
fue dejando el estudio en manos de su hijo. Él se dedicó a organizar
exposiciones e incluso intentó la aventura de abrir un nuevo estudio en
Marsella. En 1891, fundó la revista “París Photograph” y continuó con sus
novelas, ensayos y libros de memorias. El 21 de marzo de 1910, el viejo maestro
murió. Con noventa años, sobrevivió a todos sus personajes del “Panthéon
Nadar”.
FOTOS TRUCADAS
A la muerte de Nadar, el retrato artístico de autor hacía
muchos años que estaba en franco retroceso. La industrialización del retrato y
la democratización de la fotografía que supuso el fenómeno Kodak hicieron
innecesario el concurso de los profesionales y artistas. Cada familia tenía por
lo menos una cámara en su casa y los estudios de autor dieron paso a los
estudios de los comerciantes.
Un momento de inflexión del reconocimiento de la fotografía
fue la participación de los fotógrafos en una muestra pública de arte en el
Salón de París de 1859. Nadar, Adam Salomon, Le Gray, Varnod..., fueron algunos
de sus ilustres participantes. Hacía tiempo que los fotógrafos se hacían valer
a través de la “Societé Française de la Photographie”, pero la gran presencia
de fotografías en este salón –mil trescientas dieciocho obras- y el hecho de
estar junto a otras expresiones artísticas, hizo que públicamente se
prestigiara el trabajo de los fotógrafos. El acontecimiento provocó no pocos
debates sobre la fotografía y la relación entre la técnica y el arte. Quizá el
más polemista fue Charles Baudelaire con su ya famoso escrito “El público y la
fotografía”, que tanto se ha citado fuera de contesto y sin profundizar en el
fondo del mismo. Baudelaire fue magníficamente retratado por el propio Nadar y
por Étienne Carjat, por cierto. Pero lo
que quedó claro, al margen de controversias, es que la fotografía y sus autores
salieron reforzados de tal evento.
Baudelaire por Étienne Carjat, 1863
Baudelaire por Nadar, 1855
Victor Hugo (1802-1885), escritor
Hacia la mitad del siglo XIX, la burguesía demandaba gran
cantidad de retratos fotográficos y estaba de moda entre la aristocracia
visitar los estudios de los fotógrafos. Estos eran vistos como artistas con
cierta facultad taumatúrgica por lo novedoso de su técnica. La bonanza
económica de la Francia del Segundo Imperio impulsó el floreciente negocio de
las galerías de retratistas como la de Nadar, Le Gray, Carjat o Bisson, por
citar a los más destacados de París. El instinto comercial de los profesionales
los llevó a “embellecer” las fotografías con el retoque y el maquillaje, con
tal de satisfacer el ego de sus clientes. Nadar, que solía usar el retoque como
medio para corregir errores o manchas, terminó cediendo al retoque adulador y
excesivo que la competencia comercial le imponía y los gustos del público le
demandaban. Esto, junto a las poses exageradas, restó calidad a los retratos de
su última época.
FOTOS EN SERIE
Los retratos fotográficos eran más baratos y rápidos que los
realizados por los pintores, pero aún seguían estando fuera del alcance de la
mayoría, aunque esto cambió con las cartes-de-visite.
Estas, de formato más reducido, estaban realizadas con una máquina de cuatro
objetivos, con la que se obtenían varias copias en serie que se recortaban y
pegaban en cartón. La pequeña burguesía y la clase trabajadora ya podían llenar
sus álbumes y carteras con las fotos de sus seres queridos, y las “vedettes” y
celebridades hacían las delicias de los más mitómanos. El invento de la máquina
de cuatro objetivos y del retrato seriado, se debe a un personaje con poca
formación cultural pero con mucho olfato comercial, André-Adolphe Disdéri
(1819-1890).
Autorretrato de André-Adolphe Disdéri, 1860
“Cartes-de-visite”
Cámara de cuatro objetivos para hacer “cartes-de-visite”
Los cinco francos que cobraba por retrato Disdéri fueron una
gran competencia para los estudios de los retratistas de tendencia artística.
En su buena época, Nadar cobraba cien francos por cada retrato. Sobre Disdéri,
el propio Nadar cuenta en sus memorias una anécdota que explica en parte el
despegue comercial de este personaje. Resulta que el propio Napoleón III
(1808-1873) detuvo su cortejo militar para hacerse un retrato en la Casa
Disdéri. La muchedumbre que asistía a la parada militar fue testigo de como El
Emperador retrasó su partida, y la de su ejército, que se dirigía a Italia. La
popularidad del estudio fue tal, que en poco tiempo se abrieron delegaciones en
todo el país. La paradoja de esta historia es que Disdéri fue víctima de su
propio invento y éxito. La gran facilidad de producir retratos en serie y la técnica
de producción en cadena propiciaron que cualquier persona, aún sin
conocimientos fotográficos, pudiera dedicarse a este negocio. De ser
millonario, Disdéri pasó a morir sordo y ciego en la más completa indigencia.
Publicado en la revista CLÍO, año 2,
núm. 21, julio 2003 (Dossier: “Fotógrafos que capturaron la
historia”)
Foto portada: Nadar en una foto de estudio con uno de sus globos, 1856
No hay comentarios:
Publicar un comentario