La
madrugada del domingo al lunes falleció el escritor, economista y pensador José
Luis de Sampedro, se lo llevó una sirena de Alejandría. Por expreso deseo del
escritor, de 96 años de edad, no quiso que la noticia de su muerte se diera
hasta que fuera incinerado, cosa que su viuda Olga Lucas acaba de anunciar.
Cuando
le preguntaban cómo estaba de salud, delicada por problemas cardíacos desde
hace 20 años, decía con su humor característico: “Me pasé de estación, tenía
que bajar en Plácida Vejez y bajé en Vejez Jodida. Jodida por los achaques,
estaba casi ciego, pero también muy jodido por lo que estaba pasando en la política
de nuestro país: “éstos se van a cargar en un año los derechos conseguidos en
cien”
Nos
deja sus libros, pero también el ejemplo de esas pocas personas que nos ayudan
a pensar, a ser críticos ante la tozuda realidad, a luchar. Acabo de oír a Olga
por la radio, y tan lúcida como su marido, su mensaje es: “no basta con
admirarle, no basta con asentir, hay que emular a los que admiramos y pasar de
la admiración a la acción”, más o menos eso dijo, que escribo de memoria y aún tocado
por la noticia.
A los
intelectuales se los compra o se los margina, y Sampredo no estaba en venta, y
aún en su autoexilio de los focos de la actualidad, son legión quienes lo
siguen y admiramos.
Salud,
compañero, y seguiremos trabajando, nos quedan tus libros y tu ejemplo.
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