Por Javier Coria
Con el título de “Georges
Méliès. La màgia del cinema”, se expone en el CaixaForum de Barcelona la
muestra más ambiciosa sobre el universo mágico del gran ilusionista del
cinematógrafo, Georges Méliès. Son más de 400 piezas las que están expuestas
desde el 5 de abril al 24 de junio de 2013. La muestra consta de fotografías,
dibujos, vestuario de la época, afiches de las películas, aparatos originales,
maquetas y la proyección de 21 films con música en directo, entre ellas Le voyage dans la Lune (1902). La
exposición está comisariada por Laurent Mannoni, director científico de la Cinémathèque Française, de la que
provienen la mayoría de los objetos expuestos.
Hijo
de un empresario de calzado, Georges Méliès (1861-1938) lo fue todo dentro del
mundo de la escena y del espectáculo. Como ilusionista profesional, no le se
escapó las posibilidades artísticas y de elaboración de trucajes que el
naciente cinematógrafo le ofrecía, no en vano a él se deben toda una suerte de
técnicas que se han ido perfeccionando a lo largo del tiempo pero que Méliès
creo, como las exposiciones múltiples, el coloreado a mano de los fotogramas,
el stop trik y la fotografía en lapso
de tiempo, conocido en su dominación en inglés: Time-Lapse. Méliès fue dibujante, pintor y decorador de teatro,
director de escena, actor, técnico con múltiples aparatos inventados o
construidos por él. Como cineasta realizó o distribuyó más de 500 películas
entre los años 1896 y 1912.
Fue
un profesional de la magia que conocía todo el aparataje y los trucos de los
antecedentes del cine, como las sombras chinescas, la linterna mágica, la
cámara oscura, las fantasmagorías tan utilizadas por los falsos médiums o la
cronofotografía
o estroboscópica, que no es otra cosa que registrar en una misma placa o varios
fotogramas, las diferentes fases de un movimiento, esto lo podemos ver
en la fotografía histórica que registra el galope de un caballo y que hizo
Eadweard Muybridge. Podemos decir que Méliès unió el mundo del padre de la
magia moderna, Houdini, con el de Jules Marey, el médico y fotógrafo francés
que estudio científicamente el movimiento a través de la fotografía. Si los
hermanos Lumière son los padres del que podemos llamar cine documental, Méliès
llevó la fantasía al cine para convertirlo en un espectáculo, un maravillo
espectáculo.
David William Noakes & Son, triple linterna de
proyección para fundidos encadenados, Londres, c. 1886
James Pettibone, Linterna de proyección con
pasavistas de aluminio fundido y lámpara de arco eléctrico, Cincinnati, Ohio,
c.1888
Lapierre (Manufacture d’optique), linterna mágica
en forma de torre Eiffel, París, 1889
En
la última película de Martín Scorsese, La
invención de Hugo, se le rinde un homenaje a Méliès y a todos los pioneros
del cine, es un acto de amor por el cine y, de alguna manera, por la literatura
fantástica, esa literatura que está enraizada con lo mágico y mítico que nos
conforma como cultura y como individuos, y que no sólo anida en nosotros cuando
somos niños, como se podría pensar. Scorsese ha puesto en plena actualidad el
mundo de Méliès, que ahora podemos conocer mejor a través de esta exposición. Dividida
en tres ámbitos, podemos conocer las raíces culturales, históricas, estéticas y
técnicas de Méliès. El segundo ámbito nos muestra el cine como modo de
expresión personal del autor, tan personal que Méliès lo hacía todo en sus
películas, actor, guionista, decorador, cámara, sastre, montador, productor y
distribuidor, desconozco si también hacía de proyeccionista, pero no me
extrañaría. El tercer ámbito es el ámbito del olvido, olvido que parece
inherente a todo pionero. Méliès, que disfrutó de merecida fama y dinero, sobre
todo desde el estreno de su particular y verniano viaje a la luna, que vieron
millones de personas, se arruinó y cayó en el olvido cuando llegaron las
producciones masivas de las grandes compañías como la de Léon Gaumont y Charles
Pathé, y porqué no decirlo, porque aparecieron en escena cineastas más
talentosos o mejor preparados, como fueron los franceses Ferdinand Zecca y
Louis Feuillade, el español Segundo de Chomón, o el estadounidense David W.
Griffith. Méliès terminó como vendedor callejero (antes intentó volver al
teatro sin éxito y quemó parte de sus películas), vendía juguetes en el
vestíbulo de la estación de Montparnasse, cuando un periodista lo reconoció por
casualidad en 1926, lo que supuso una especie de “resurrección” del artista, y
se volvieron a proyectar ocho de sus películas en la sala Pleyel, corría el año
1929. El 21 de enero de 1938, la película de la vida de Méliès se fue a un
fundido en negro.
Georges Méliès. Proyecto de vestuario para la
película Le Cake-Walk infernal [El cakewall infernal], 1903
Georges Méliès pintando un decorado en el suelo de
su estudio, con dibujo preparatorio en una de las manos
Deux Cents Milles sous les mers ou le Cauchemar du
pêcheur [Doscientas millas bajo el mar o La pesadilla de un pescador], 1907
Le Papillon fantastique [La mariposa fantástica],
1909
La Source enchantée [La fuente encantada], 1892
LUGAR: CaixaForum
Barcelona, av. De Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8
HORARIO: de
lunes a viernes, de 10 a 20 h; sábados, domingos y festivos, de 10 a 21 h;
último viernes de cada mes, de 10 a 23 h. Entrada gratuita.
CRÉDITOS DE LAS FOTOS: © La Cinémathèque Française. Foto: Stéphane Dabrowski
Me encanta, muy bien Javier.
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