(TODO EMPEZÓ CON
OBDULIO)
Texto: Javier Coria
Desde que se
publicara, hace poco más de cuatro meses, la novela del periodista Bosco
Esteruelas, Todo empezó con Obdulio (El
Garaje Ediciones), los confidenciales, las bitácoras y los medios periodísticos
en Internet, se llenaron de comentarios y juegos para adivinar qué personajes
reales se esconden en una trama centrada en la persecución laboral y la censura
que sufre un periodista de un importante grupo de comunicación. Un grupo que no
es que tenga lazos con el poder político y financiero, es que el poder político
y financiero están en su Consejo de Administración, como en el de muchos otros.
Más allá del morbo evidente por descubrir si Juan Cruz, Javier Moreno, Juan
Luis Cebrián, Pedro J. Ramírez, Antonio Muñoz Molina y su santa o el mismísimo
Rodríguez Zapatero, etc., tienen un sosias literario en esta obra, más allá,
digo, de que la realidad nos estropee la ficción, en la Revista Rambla hemos
entrevistado al autor para que nos cuente cosas sobre su novela.
Todo empezó con Obdulio es un relato corto que es el detonante de
las desgracias del protagonista y el arranque de tu novela (dividida en tres
partes y un epílogo). Ahí cuentas que el personaje de Obdulio suple las
carencias afectivas con la adulación a sus jefes, al poder. ¿Fue éste relato
también el comienzo del acoso laboral que sufriste en el diario El País?
El cuento es el detonante. Este libro es un ejercicio de ficción
y como tal hay parte de invención, mucha fantasía, etc., pero la parte de
realidad es el cuento, yo lo escribí. Es el que crea todo el pandemónium que
hubo en el periódico y que provocó un sutil acoso laboral.
¿Te llegaron a
despedir?
No, llegamos a un acuerdo. Estaba claro que perdieron la
confianza en mí. Después de 20 años, resulta que ya no sabía escribir y
rechazaban o acotaban mis artículos. Ellos se comportaban como una secta, por
lo menos entonces. En su día me dijeron: “eres de los nuestros”, “tienes el
estilo de…”, cosa que nunca me dijeron en EFE u otros medios donde he
trabajado. Imagino que vieron que había perdido ese “estilo”, que aún no sé muy
bien qué es, por cierto. Yo estaba muy mal. Quién haya sufrido acoso laboral
sabe de lo que hablo. Poco a poco van minando tu autoestima.
Blanco Chivite, Bosco Esteruelas y Pere Rusiñol
Dice el aforismo
castellano que “perro no come perro”, pero en tu novela haces una descarnada
sátira del periodista arribista, pelota…, y sobre todo, de una dirección
megalómana con tintes sectarios. Aunque es una novela sobre periodistas, yo la
he leído casi como una novela negra, donde la víctima es la libertad del
profesional, sobre todo, en su ámbito privado y me preguntaba… ¿Cómo un simple
cuento puede hacer tambalear los pilares de un gran grupo editorial?
Efectivamente, tiene tintes, a veces, surrealistas y negros.
No piensas que un simple redactor, aunque yo era editorialista, pueda tener
poder como para poner en peligro el prestigio o la estabilidad de una empresa.
Esto, a mí modo de ver, refleja la inseguridad que las propias empresas tienen
sobre sus fundamentos o su ideario, pese a que ellas se muestran muy seguras de
sí mismas y arrogantes. Esta era una de mis grandes dudas, incluso llegué a
perder un poco el sentido de la realidad. Aparte de esa empresa en particular,
en la segunda parte de la novela hago un ejercicio devastador de lo que son
todas las empresas de comunicación, me refiero al compadreo que hay en los
medios con el poder político y financiero. No he pretendido salvar a nadie.
En mi novela el que más sufre es el autor del cuento de
Obdulio, pero en realidad sufren todos. El personaje del El gran hacedor, Antonio Diéguez, termina en la soledad más
absoluta, y el mismo Obdulio/Estanislao Saavedra es un desgraciado. En la
novela también hablo de soledad, de la soledad de unos hombres que acumulan
riqueza material pero que luego les sirve de poco.
Toda cobardía tiene
una filosofía para excusarse, el pragmatismo, la obediencia debida, etc., la
novela podemos decir que está plagada de ejemplos de cobardía, de traiciones e
hipocresías. Pero desde el personaje de Obdulio, hasta del mismo protagonista,
¿no crees que tienen un punto de ternura y que buscan, quizá por caminos
erróneos, el cariño y el reconocimiento de los demás?
Si, incluso los dos personajes dicen: “a ver si podemos
reinventar a Obdulio”. Al final los tres personajes principales, añadiendo a El gran hacedor, viven una gran soledad.
Otra de las cosas en la que tienes tú toda la razón, es la inmensa cobardía que
se vive en las relaciones de empresa. No te puedes fiar de nadie, y menos en
nuestro gremio.
Dinero, poder… ¿Qué
mueve a estos ejecutivos o directivos?
El poder, y a través del poder obtienen dinero. Aquí estamos
hablando de dimensiones relativamente modestas, como pueden ser las de un
presidente del consejo de administración de un medio de comunicación, por muy
importante que sea, pero piensa ahora en un Warren Buffett o los magnates
americanos que están podridos de dinero que tendrían que vivir treinta vidas
para gastarse todo ese dinero, yo creo que lo que les excita es el poder.
Usar un timbre y que acuda un empleado rápidamente, les
excita. Yo tuve la suerte de estar unos años en el extranjero trabajando fuera
de los medios de comunicación. Estuve en la FAO y en la Comisión Europea, y
allí vi claramente que el poder y figurar es lo que más les interesaba a mis
jefes. Imagino que cuando pierden eso, deben sentirse muy mal y solos. Cuando
el teléfono no suena, se sienten mal.
A El Gran
Hacedor, en la novela, le pasa esto…
Sí, a El Gran Hacedor le
pasa eso y Obdulio, que hace su carrera halagando al poder, se da cuenta,
tarde, de que el poder no es que le transmita afecto, el poder lo que ha hecho
es utilizarlo, y cuando ya no es útil, le da la patada. Tan mala conciencia
tenían algunos, que vieron en ese cuento (el de Obdulio) a personajes de carne
y hueso.
Esta es tu segunda
novela. ¿Tienes pensado dedicarte de pleno a la ficción?
Mi primera novela trata sobre una familia burguesa
desestructurada y describe los últimos cincuenta años del siglo pasado. Tengo
también dos novelas terminadas pero de momento no consigo editarlas. Mi idea es
seguir escribiendo literatura.
¿Y el periodismo?
Tengo un blog sobre política internacional en el semanario Tiempo. Pero hay momentos en la vida,
aunque sea por edad, que uno elige otros caminos. Yo no me iría a Mali, ni
siquiera a Caracas a seguir lo de Chávez. Me considero muy satisfecho con mi
vida profesional. Si ahora tuviera que empezar, aún habiendo trabajado en el
mejor periódico de España, lo tendría muy complicado, tal como están las cosas.
Viví una época buena y no tengo añoranza de volver a la profesión.
A veces al
periodista/novelista le cuesta trabajo desprenderse de su rol de informador.
Hay crónicas de sucesos que se pasan por novelas, o reportajes novelados, pero
poca creación novelística pura. En tu caso, ¿Cómo afrontas esta dicotomía?
Mi novela podríamos decir que es una novela periodística,
pero sin pretenderlo, porque lo que yo quiero es denunciar las persecuciones
laborales en las empresas, aunque en este caso es una de comunicación. Sobre lo
que dices, es obvio que el haber trabajado treinta años en la prensa te
contamina, pero para bien y para mal, porque siempre intento hacer un ejercicio
de realismo. Claro que a lo mejor, cuando pase el tiempo, y si sigo trabajando
en esto, quizá me atreva con la obra puramente imaginativa, aunque siempre se
crea a partir de algo, de nuestra experiencia y la de los otros. El haber vivido
más de la mitad de mi vida profesional fuera de España, te da un bagaje y
conocimiento de situaciones que son interesantes para mi trabajo literario.
Creo que tu novela es
una novela valiente. ¿Te la imaginas reseñada en el Babelia?
(Risas)… ¿Tú crees que el Real Madrid va a ganar la liga
este año?
Yo creo que no…
Pues ya está contestada la pregunta.
Ya ven, parece absurdo, que una sátira de apenas 20 páginas
escrita como un divertimento de consumo privado para unos cuantos amigos, pase
a ser una especie de bomba de relojería que amenaza con explotarle en las manos
a los jefes, jefecillos y demás ralea del mayor grupo de comunicación de
España. Si todo lo gestionaron así, podemos entender los graves problemas
económicos y laborales del grupo en la actualidad. En este punto podemos decir
que la novela de Esteruelas es profética, ya que fue escrita en 2009.
Todo empezó con
Obdulio se presentó en Barcelona el día 17 de enero en la mítica librería
Taifa del barrio de Grácia. Junto a su autor, estuvieron en el acto Manuel
Blanco Chivite, de El Garaje Ediciones, y Pere Rusiñol, de la revista satírica Mongolia y antiguo compañero de Bosco en
El País.
Bosco Esteruelas (Zaragoza,
1951) ha sido corresponsal de la Agencia EFE en Roma, Washington y Londres. En
1987 ingresó en El País siendo
corresponsal para Asia, con base en Tokio, y corresponsal en Bruselas. Desde
julio de 2004 hasta septiembre de 2008 ejerció como editorialista del citado
diario. También ejerció como responsable de comunicación en la Secretaría de
Estado de Cooperación (2009); como portavoz de la FAO (1992-1994) y también
portavoz del vicepresidente y comisario europeo Manuel Marín (1998-1999).
Actualmente reside en un pequeño pueblo extremeño y edita un blog sobre
política internacional, La mirilla,
en el semanario Tiempo.
Fotos por cortesía de: Francesc Sans y Manuel Blanco
Fotos por cortesía de: Francesc Sans y Manuel Blanco
El Gran Hacedor es Cebrián?
ResponderEliminarBuena entrevista. El trabajo es una jungla, y no sólo en el mundo del periodismo.
ResponderEliminarY ponerle cara a los personajes ficticios, un buen complemento para la lectura de la novela, de por sí interesante.
Un abrazo.
Un abrazo Ilona. La verdad que Bosco es un tipo estupendo y de los que se puede estar hablando horas y horas, y por cierto, habla en voz baja y muy pausadamente, por ello las palabras más rotundas las dice con cierta calidez. Queda claro que lo pasó muy mal con todo este asunto. Él ya dijo que el acoso laboral es más común de lo que creemos, y no sólo entre el funcionariado.
ResponderEliminarAnónimo: Sí, el Gran Hacedor es Cebrián, lo digo porque ya se ha publicado y no descubro nada, y claro, Obdulio puede ser Juan Cruz..., lo que no ha dicho nadie es el nombre del famoso escritor que participó... ¿en el chivatazo?... en la entradilla de la entrevista lo digo, pero no me lo dijo Bosco, que no da ningún nombre, lo sé por otra fuente.
"El País" se desprendió de sus mejores periodistas, como es el caso, y echaron mano de jovenzuelos más dóciles (y peor pagados), y así les va. Como la portada de un pretendido Chávez moribundo y que resultó ser un fotograma de un vídeo de una persona anónima.
ResponderEliminarhttp://internacional.elpais.com/internacional/2013/01/24/actualidad/1359002703_817602.html