Los amigos de la Editorial Funambulista han tenido la amabilidad de enviarme un ejemplar que reúne tres novelas de Mario Lacruz, hombre fundamental en la historia editorial de España y un narrador cuya obra, gran parte de ella, permaneció oculta en un armario que se descubrió tras su fallecimiento en 2000. En esta labor de recuperación y reedición de la obra de Lacruz están sus hijos que dirigen la editorial citada. “Gente maja y con mucha sabiduría literaria”, palabras textuales que me escribe mi amigo Manolo Chivite, que compartió caseta con ellos en la pasada Feria del Libro de Madrid.
De las tres novelas que componen el volumen La trilogía de la culpa, a saber: El inocente (Premio Simenon, 1953), La tarde (Premio Ciudad de Barcelona, 1955) y El ayudante del verdugo (1971), yo sólo había leído ésta última y quedé prendado, en su momento, de la forma de narrar de Lacruz y sorprendido por la decisión de su autor de guardar silencio, de dejar de ser escritor. En vida sólo publico tres novelas (y un libro de relatos), las recogidas en este volumen, y dedicó todo su esfuerzo a su labor editorial en sellos como Plaza & Janés, Argos-Vergara y Seix Barral. Sorprende que no dedicara empeño en editar su propia obra que, por bien de los lectores, espero que se haga en un futuro. Por ejemplo esa segunda parte de El ayudante del verdugo y que me entero por este libro que existe con el título Hoy como ayer.
¿Novela negra? ¿Novela existencialista?... cuando la literatura es buena, parece que las etiquetas le sobran, y este es el caso. Más allá del argumento, de la peripecia pura y dura, lo que sobresale es el pulso narrativo, el lenguaje y la depurada técnica que, con un relato directo, duro y conciso, Lacruz desplega en estas tres novelas cortas, claro que con las novelas de 1000 páginas que se llevan ahora, todo lo que no llega a ese número parece corto, pero las 150 ó 200 páginas aproximadas de cada novela son las justas y necesarias para contar lo que el autor nos quería contar, y eso se agradece. Como dije, mi conocimiento de Lacruz como escritor se limitaba a El ayudante del verdugo, cuya lectura me agradó sobremanera. Compré la novela en el mercado dominical de Sant Antoni en la edición que pueden ver en la imagen. No la encontré a la hora de redactar esta nota, por ello he tenido que buscar las imágenes de estas viejas portadas por Internet. Celebro ahora poder tener las tres novelas juntitas en este libro.
Podemos decir que Lacruz era un escritor “oculto”, cuya pasión literaria la ejercía fuera de los focos de la farándula y el mundillo literario, pese a ser uno de los pesos pesados de la edición en España. Además de las presentes, Lacruz escribió tres novelas biográficas sobre Gaudí, y otras sobre Churchill y Simenon, una saga sobre la Guerra Civil titulada Huída de España, una novela de intriga, Opus 17, varios relatos y libros de cuentos y algunas novelas autobiográficas como Sinfonía inacabada: mil días en la montaña, o la novela policiaco-humorística Concierto para disparo y orquesta (abajo les copio un escrito sobre la historia de esta novela póstuma), junto a otros escritos de difícil clasificación, lo que nos dice que Lacruz era un grafómano que ejercía de escritor en el tiempo libre que le dejaban sus quehaceres editoriales.
Lacruz (en el centro) junto a la agente literaria Carmen Balcells y a Mario Vargas llosa
Si no han leído a Mario Lacruz les recomiendo que lo hagan, ya sea en esta u otras ediciones, es uno de los escritores más interesantes de su generación.
© JAVIER CORIA
NOTA: Quizá, para un volumen que con los apéndices tiene 634 páginas (y pesa un poquito más de 300 gr.), se hubiera agradecido una encuadernación en tapa dura, aunque me hago cargo que no están los tiempos para muchas florituras. Curiosa la foto de portada que nos enseña a un joven Lacruz en posición de guardia, no en vano nos dicen que fue un excelente boxeador, claro que la copia -no sé si por el original o la impresión-, está bastante quemada.
-----------------------------------
CONCIERTO PARA DISPARO Y ORQUESTA
Una novela -americana- de gángsters de Mario Lacruz
La novela para pagar deudas
Cuando Mario Lacruz, que tenía 70 años, nos dejó repentinamente (murió el 13 de mayo de 2000) descubrimos atónitos en su armario un metro y medio en vertical de manuscritos y mecanoscritos inéditos. Nadie sabe cuándo los escribió (si bien el grado de vetustez del papel y la palidez de las tintas permitan algunas hipótesis y cierta cronología: al menos se puede fijar una prelación entre los propios textos) ni por qué no los publicó, siendo él el editor que sabemos fue, con más de cinco mil títulos en su haber (o tal vez no los publicara precisamente por esto último). El hecho es que el único manuscrito con el que sí contábamos era el de Sinfonía inacaba: Mil días en la montaña, su novela autobiográfica en la que estaba trabajando, con vistas a su publicación pasado el verano de 2000... el verano que nunca llegó a ver. La idea era aprovechar el rescate editorial inminente de sus tres novelas, El inocente, La tarde y El ayudante del verdugo para publicar acto seguido la autobiografía novelada largamente aplazada por tantos años de “empeño” editorial…
Concierto para disparo y orquesta
Debe decirse en relación con esta novela mencionada, que más allá de las dificultades de composición del texto (disperso en innumerables notas y papelitos), de momento no se ha alcanzado un consenso familiar para publicarla, dadas las características tan especiales que tiene el manuscrito ...( ¡por decirlo eufemísticamente!) frente a terceros y a causa de una indicación de “póstumo” en el mismo margen del texto que todavía no se ha elucidado a quién se refiere, si al autor o a los personajes (en el doble sentido del término) cuyas andanzas se describen en la novela y que son siluetas fácilmente reconocibles del mundo de las letras.
Pero volviendo a los demás inéditos: sorprende comprobar que Mario Lacruz nada dijera a nadie sobre esta producción literaria. Sin embargo, él era un hombre secreto, como saben los que lo conocieron, y tenía esos golpes ocultos que caracterizan a algunos de sus personajes de ficción, especialmente Ventosa, el “ayudante del verdugo”, con quien se podía identificar (y, de hecho, se identificaba) en más de un aspecto. En efecto, esa doble vida, la de conocido editor de día y secreto autor de noche (de madrugada, en su caso), le asemeja, en efecto, al mencionado protagonista de su última novela publicada, un ser atenazado entre la fidelidad a sus deberes profesionales y familiares y sus ansias de aventura y libertad creativa.
Gaudí, una novela (póstuma, 2004)
Para llevar a cabo ese proyecto, Mario Lacruz contó con la inestimable colaboración de un híbrido de traductor a sueldo y de ghost writer en la persona de Stephen Christmas, quien había sido profesor suyo de inglés en la Barcelona de los cuarenta, un solterón neozelandés -aunque criado en California- que daba clases particulares a los retoños de la burguesía barcelonesa. En casa hay quien recuerda todavía -como en una nebulosa- unas extrañas sesiones de trabajo en el despachito contiguo al comedor familiar de la calle Bigay en las que Mario Lacruz iba dictando un texto y Mr. Christmas lo iba retranscribiendo a máquina directamente en inglés. Así confeccionaron varios guiones cinematográficos a cuatro manos para una productora americana con subsede en París... la novela corta sobre Gaudí y, casi seguro, partes de esta novela policiaca, pues muchos capítulos encontrados sólo constan en inglés.
Un verano memorable, edición en la Biblioteca Pulga, 1955
El texto de la novela llevaba por título inglés “He who pays the sniper...”, que ya es en sí mismo un ocurrente juego de palabras alusivo a la propia novela a partir del dicho “He who pays the piper calls the tune” que, literalmente, sería algo así como “Quien paga al gaitero elije la canción” , y que es el equivalente del castizo refrán catalán “Qui paga, mana”; sólo que aquí “el piper” ( el gaitero, el flautista) se ha convertido en el “sniper” (el francotirador), personaje clave de la intriga. De hecho, un posible título en castellano que se barajaba también en la primera página del manuscrito es “Quien paga al ejecutante elige la música”, que ya refleja bastante bien el juego de palabras del título inglés. Otro título que coexiste en esa primera página junto al anterior es, sin embargo, Concierto para disparo y orquesta, que es el que hemos elegido finalmente. Pero más allá de estas curiosidades sobre el título y la génesis de la novela, lo que conviene recordar aquí es la gran fascinación que desde muy pronto habían ejercido en Mario Lacruz la novela hard-boiled y el cine negro americanos. Pocos han sido los autores españoles que en los cuarenta y cincuenta estuvieran tan imbuidos de esa cultura, en pleno auge entonces en Norteamérica, pero todavía tan exótica en la España franquista. Mario Lacruz leyó a los "clásicos" Chandler y a Hammett pero también a James M. Cain y a James Hadley Chase en el original, y se tragó todas las películas de cine negro que pudo. De hecho, él era un experto en ello cuando a nadie (o casi) le interesaba el género. De ahí que esta novela, que es al mismo tiempo un homenaje y una parodia esté sumamente impregnada de todo aquel ambiente que tanto le había fascinado. Esta novela está, por su humor, especialmente cerca de Hadley Chase pero con guiños constantes a Chandler.
Pero además de todo lo dicho hay que añadir que debajo de los títulos posibles de la novela y antes del programático incipit (Players are loosers, toda una declaración de principios, por cierto), se puede leer, de puño y letra, “novela para pagar deudas o tirar”; esto da a entender que Mario Lacruz desechó la publicación de la novela pero que guardaba el manuscrito, tal vez con vistas a su posterior publicación si la economía familiar así lo exigía --quién sabe en tal caso si la hubiera publicado con seudónimo-- en España o más probablemente en alguna editorial de género en Estados Unidos. Esto explicaría que el libro esté parcialmente en inglés y que la acción transcurra en América. O tal vez él pensara que nadie en España iba a valorar en aquellos años una novela de género pero paródica, (dado que los propios modelos serios tampoco gozaban de mucho predicamento), y que un libro como aquél podría incluso resultarle contraproducente en su prometedora carrera de escritor “serio” (Premio Simenon 1953, Premio Ciudad de Barcelona 1955). Sea como fuere, la novela quedó sepultada en el armario, junto a los demás inéditos.
El destino que tuvo el texto así como la propia trayectoria profesional del novelista-pero-sobre-todo- editor nos permite deducir que sin duda no hizo falta pagar ninguna deuda, pero ahora, pasados ya tantos años (after many a summer, como cantara el poeta Tennyson), se puede aventurar que tal vez sean los lectores de este divertimento quienes quedarán a su vez en deuda tanto retrospectiva como –ay- póstumamente con su autor... por el buen rato de literatura y de humor que les espera.
Mario Lacruz, como se ha dicho, tenía golpes ocultos, y esta novela es uno de ellos. Lástima que no hubiera cultivado más esta faceta de escritor de humor; tal vez la posguerra española hubiera tenido un sabor distinto para muchos lectores y hasta es posible que autores españoles que posteriormente han cultivado el género policiaco hubieran hallado inspiración y modelo en las novelas paródicas (como ésta) de Mario Lacruz.
Por último añadir que este traductor espera que no “disuenen” demasiado los capítulos que ha traducido del inglés pues ha intentado acercarse todo lo que le ha sido posible al estilo del resto del manuscrito castellano, ese estilo tan peculiar que cualquier amante de la obra de Mario Lacruz reconocería entre mil...
JM Lacruz Luxemburgo, mayo de 2003
Fuente: Mario Lacruz Blog
Fantástica entrada, en el tono que nos tiene acostumbrado. Gracias.
ResponderEliminar