Hay dos formas de barroquismo en la escritura, el barroquismo del lenguaje, de la frase, de la pluma galana, y el barroquismo de la estructura narrativa y composición de la obra. A éste último dedica su pequeño, en tamaño me refiero (216 pág.), ensayo el escritor argentino Carlos Gamerro y que ha publicado Eterna Cadencia Editora.
Sobre la capacidad de mezclar e intercambiar los diferentes planos de la que la realidad se compone, o se descompone, en las obras de autores como Borges, Bioy Casares, Silvina Ocampo, Cortázar, Onetti, Felisberto Hernández y Philip K. Dick, reflexiona Gamerro en este trabajo.
Los seis ensayos, que fueron publicados en diversos medios o leídos en distintas universidades como Cambridge, son:
-Ficciones barrocas
-Julio Cortázar, inventor del peronismo
-Santa María, capital del barroco rioplatense
-Los tres momentos de Silvina Ocampo
-Felisberto Hernández: La sonata despedazada
“Cortázar comparte el gusto de Bioy Casares por los pasajes, pasadizos, galerías, puentes, puertas o vasos comunicantes que permiten pasar de un plano a otro sin viaje, casi sin esfuerzo. En ninguno de sus relatos este pasaje es más fluido que en “Continuidad de los parques”, en el cual un lector descubre (demasiado tarde) que el parque que atraviesa el asesino de la novela que está leyendo es el mismo que se extiende a sus espaldas, y él es la víctima.”
Interesante lectura que comienza con un repaso a algunos autores del Siglo de Oro español, y con diversos ejemplos de barroquismo. Por ejemplo, cuando Góngora nos habla de un insignificante arroyuelo que desemboca en el mar y lo hace así:
“Éntrase el mar por un arroyo breve
Que a recibillo con sediento paso
De su roca natal se precipita,
Y mucha sal no solo en poco vaso,
Mas su ruina bebe,
Y a su fin, cristalina mariposa
-no alada, sino undosa-,
En el farol de Tetis solicita.”
© JAVIER CORIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario