Con la caída
de Napoleón III en 1870, Francia vive sumida en un clima de decepción,
estancamiento económico y convulsión política. Este sentimiento de frustración
social, que afecta notablemente a la literatura del llamado "fin de
siècle", cristalizó en un movimiento literario que rompió con la tradición
del naturalismo para continuar la senda abierta por Baudelaire, primer impulsor
de las ideas seminales modernas. Aunque fueron llamados peyorativamente por la
crítica de la época los "décadents", en realidad son los primeros
escritores auténticamente modernos, que se apartaron de los usos literarios del
pasado. En 1890, Paul Valéry los definió como unos artistas ultrarrefinados, de
vocación minoritaria, que se protegían contra el asalto de la vulgaridad. En efecto,
tanto Théophile Gautier como Isidore Ducasse, Barbey d'Aurevilly, Jean
Richepin, Villiers de l'Isle-Adam, J.-K. Huysmans, Jean Moréas, Marcel Schwob,
Léon Bloy, Pierre Louÿsm Stéphane Mallarmé, Jean Lorrain y Octave Mirbeau, cada
uno a su manera, se rebelaron contra las normas sociales burguesas, su vulgar
utilitarismo, hipocresía y rancia apetencia de realismo, para reafirmarse en
unas pautas estéticas nuevas, modernas.
(Del texto de la editorial Atalanta).
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