“AMANECER DORADO ES UNA ORGANIZACIÓN
DELICTIVA”
Entrevistamos a Vasilis Vasilicós, el
autor de Z, la novela que retrata la
Dictadura de los Coroneles en Grecia y que llevó al cine Costa-Gavras.
Por: Javier Coria Fotos: Francesc Sans
El escritor griego Vasilis Vasilicós
(1934) se dio a conocer internacionalmente con la novela Z, escrita en el exilio y que trasladó al cine Costa-Gavras, con
guión de Jorge Semprúm y música de Mikis Zeodorakis. La película se llevó dos
premios en el festival de Cannes de 1969, y el Oscar al mejor film extranjero
en 1970. Vasilicós es un prestigioso y prolífico escritor que, entre los años 1996 a 2004, fue embajador
de Grecia en la UNESCO. Después del golpe militar de 1967 y debido a sus
actividades políticas, tuvo que exilarse durante siete años. En su escala en
Barcelona, camino de Oviedo y Gijón para presentar su gran novela Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis,
concedió una entrevista en exclusiva a Público.
Lo poco
que sé de Glafcos Zrasakis fue publicada en 1974,
pero nunca se había publicado en España, y menos en traducción directa del
griego –los libros de Vasilicós en castellano se traducían del francés y del
inglés-, cosa que ha hecho el filólogo Ángel
Pérez para la editorial asturiana Hoja
de Lata. La novela la lleva reescribiendo Vasilicós a lo largo de cuarenta
años, por lo que podemos decir que ésta es la versión definitiva. De hecho
Vasilicós considera la versión que se ha utilizado para la traducción al
castellano, la más acabada, por ello será la que se emplee para la edición
griega que se realizará en 2015. Con una carga irónica, autobiográfica y una
profunda reflexión sobre la creación literaria, la novela se lee como una
aventura de espías en plena Guerra Fría. El narrador Glafcos Zrasakis es el
biógrafo del más famoso escritor de Grecia. Desaparecido el escritor en
extrañas circunstancias, Zrasakis parte en su búsqueda. Presumiblemente, lo han
devorado en Papúa-Nueva Guinea los aborígenes antropófagos a los que había ido
a estudiar. ¿O lo han hecho desaparecer los exilados croatas para los que
indirectamente trabaja? Con estas premisas, Vasilicós alterna la narración y la
intriga de la búsqueda del ficticio escritor, con las reflexiones y el fondo
histórico de la Grecia del siglo XX. La Segunda Guerra Mundial, la ocupación
alemana, la Guerra Civil que vino después, la Dictadura de los Coroneles, la
Guerra Fría y el exilio, están presentes en esta obra de un autor que, como
dijera Susan Sontag sobre lo que tenía que ser un buen escritor, presta
atención al mundo.
En su novela Z habla de la represión y la guerra sucia de la extrema derecha…
¿Es la actualidad de la Grecia de hoy?
Son
situaciones que se parecen, pero no son iguales. En los años en los que
transcurre Z estábamos viviendo las
consecuencias de la guerra civil pasada. En cambio, la extrema derecha griega
de ahora es consecuencia de la crisis económica, podemos decir que no está muy
ideologizada. Claro que el núcleo duro de Amanecer Dorado sí lo está, pero la
masa, los que les votan, son personas indignadas, que sufren las consecuencias
de la crisis y, como reacción, votan a formaciones extremistas. Si fueran
personas con más formación, seguro que no les votarían, pero el caldo de
cultivo del populismo es la desesperación y la ignorancia. Las raíces de las
que brota esta flor del mal son diferentes.
Pero ¿Los fenómenos neonazis de
Grecia son una herencia de la dictadura de los coroneles?
Hay que
diferenciar dos cosas. Por un lado están las organizaciones delictivas, es el
caso de Amanecer Dorado, que como dice usted son nostálgicas de la dictadura de
los coroneles (1967-1974) y de la dictadura de 1936, de Ioannis Metaxás. Tienen
una ideología fascista, pero sólo representan 1,5% de los votantes de Amanecer
Dorado. Luego tienen un 10% de votantes que no comparten esta ideología, pero
les siguen por lo que le contaba anteriormente. Amanecer Dorado hace campañas
entre el lumpenproletariado, por ejemplo, organiza comedores populares y dice
que los inmigrantes son los culpables de todo. Entre gente que está fuera del
sistema productivo y sin conciencia obrera, esta es una forma fácil de captar
apoyos.
Fenómenos como el de la coalición
Syriza, que están capitalizando la protesta contra el rescate europeo, además
de superar electoralmente al histórico partido socialista, al Pasok… ¿Es una
esperanza para la izquierda griega?
Esto da
nuevas perspectivas a la izquierda, sí, pero como es un partido formado por
muchas organizaciones, la gente se pregunta si serán capaces de controlar esa
diversidad. En algunas elecciones municipales, la coalición Syriza llevó
propuestas que luego no se pudieron aplicar por la oposición de algunos de los
grupos que la conforman. Esto es un problema, el no ser un partido homogéneo,
como lo pueden ser otros partidos de izquierdas. Existe la voluntad en la
ciudadanía de que se produzca un cambio, pero no se está seguro de que Syriza,
con Alexis Tsipras al frente, puedan
llevarlo a cabo. Por cierto, a Tsipras se le compara con Andreas Papandreu –el
fundador del Pasok-, pero yo no creo que representen lo mismo.
Lo poco
que sé de Glafcos Zrasakis de desarrolla en la
guerra fría y ahora, por los sucesos de Ucrania, tenemos la sombra de una vuelta
a esa situación. ¿No cree?
Sí,
parece que tanto Z como esta novela
que presento ahora en España, por desgracia, se relatan cosas que vuelven a
estar de actualidad, pero siempre ha sido así en esta vieja Europa.
Nuestra cultura Occidental nació en
Grecia. La llamada troika europea con sus ajustes económicos, ¿serán los
enterradores?
Antes de
nada, decirle que el origen de la palabra cultura en griego es “politismós”,
así como en el inglés o el francés, que tienen raíces latinas, tienen una
palabra para decir ciudad y otra para decir cultura, en el caso del griego
“polis”, es decir “ciudad”, y “politis”, es decir “ciudadano” y “política”
comparten la misma raíz con “cultura”, y esto es importante entenderlo cuando
hablamos desde un punto de vista griego. Sobre lo que me pregunta, sé que es
una situación difícil pero, en Grecia, hemos vivido situaciones aún más graves
y las hemos superado. En la actual situación, lo complicado, es saber de dónde
vino el virus que provocó la gripe, si me permite la metáfora, por ello es
difícil administrar la cura correcta.
Saber, saber, si sé conoce de donde
vino el “virus”, el problema es que la vacuna sólo la están pagando los más
pobres. Por ejemplo en Grecia, hoy leía que hay un millón de personas que se
han quedado sin acceso a la sanidad pública…
Tiene
razón, pero estoy seguro que superaremos esta crisis.
En su novela, entre otras cosas,
reflexiona sobre la creación literaria y el papel de los agentes literarios y
sus contactos personales para encumbrar a un autor. Háblenos de ese agente
literario.
En la
novela, el agente literario, más que a sus contactos personales, a lo que
recurre es al ámbito de la política. El agente literario de la novela es un
exiliado yugoslavo, que trabaja para la Stasi -la policía política de la
antigua RDA- y que forma parte de un movimiento que se enfrenta a Tito, que ya
empezaba a desafiar a la hegemonía soviética. Entonces se produce esta conexión
entre el biógrafo Glafcos y el agente literario, los dos son ortodoxos, pero
políticamente están enfrentados. Tampoco sabemos la implicación del agente
literario en la desaparición del escritor.
Perdone la descortesía de hablarle de
la edad. Pero usted y Petros Márkaris, y el desparecido Kostas Taktsís, son los
escritores griegos más conocidos en España, y rondan los 80 años… ¿Hay
escritores nacidos en los últimos 50 años que merezca la pena conocer?
(Risas).
Claro que los hay, y son tan jóvenes como Laura y Daniel, mis editores
españoles. Durante los últimos veinte, treinta años… han surgido en Grecia, por
ejemplo, mujeres prosistas excelentes, y le voy a recomendar algunas. La
mayoría son de Creta, justamente de ahí, donde había una gran presión social
machista, donde los hombres iban vestidos con los trajes regionales, con sus
pistolas y grandes bigotes…, en fin, estos hombres nunca hicieron nada y en
cambió eclosionó una generación de mujeres escritoras. Los nombres son: Rhea
Galanaki, Maro Duca, Ioanna Karystiani y Maro Vamvunaki…, los apellidos
terminados en “aki” son típicos cretenses; y claro, son descendientes de
escritoras como Galatia Sarandi, entre otras.
¿Hay algún libro que le ha influido
al escribir esta novela?
Por una
parte el voluminoso ensayo que hizo Sartre sobre la obra de Gustave Flaubert, El idiota de la familia. Para la forma y
estructura formal de la novela, quizá La
verdadera historia de Sebastián Knight y Pálido fuego, ambas de Nabokov.
¿Quiere decir algo para terminar?
Aprovechando
que estamos en esta hermosa ciudad, que yo ya conocía, decirle que todos los
griegos están locos por el Barça. Si un jugador del Barça se presentara a las
elecciones de Grecia sería primer ministro seguro.
Vasilicós
se aleja de nosotros, con su alter ego Glafcos
Zrasaki, envuelto en el humo de su inseparable pipa, mientras un camarero lo
persigue para, por enésima vez, recordarle que está prohibido fumar en el local.
Él, tocado con su sombrero y mirando por encima de las gafas, parece decirle:
“Joven, en mí vida ya me enfrenté a muchas prohibiciones y a mi edad, permítame
que me siga rebelando”. A Vasilicós, no como a otros, no le gusta hablar de sus
libros y eso se nota en las entrevistas,
una dificultad a la que hay que añadir la de la traducción simultánea directa
del griego, solventada gracias a la pericia de Ignasi Vancells. No hay mejor
manera de terminar esta pieza que con las palabras que el autor dedica a los
lectores españoles en la nota a la edición: “Desde una Atenas veraniega pero postrada, mis saludos combativos a los
amigos lectores de España, en estos momentos difíciles para todos”.
Publicado originalmente en el diario
Público
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