- ¿Ha llegado Jacopo?
- No. Hace dos horas que tomó el camino a
Cauterets; pero debe haber hecho grandes rodeos para explorar los alrededores.
- ¿Alguien sabe si el bote del lago de
Gaube es aún conducido por el viejo Cornedoux?
-Nadie, capitán; hace tres meses que no
hemos ido al valle de Broto -respondió
Fernando-. Estos infelices carabineros conocen todas nuestras guaridas. Ha sido
necesario abandonar los caminos habituales. Después de todo, ¿qué gruta o cueva
de los Pirineos les son desconocidas?
- Eso es cierto -respondió el capitán San
Carlos-, pero aun cuando este país me haya sido completamente desconocido, era
imposible permitirme cualquier vacilación. Del lado de los Pirineos orientales,
fuimos perseguidos día y noche, y expuestos a innumerables peligros, por medio
de artimañas que casi no podían ser puestas en práctica, apenas reuníamos
nuestro sustento para la jornada. Cuando uno se juega la vida, es necesaria
ganársela; allá abajo no teníamos nada más que perderla. ¡Y este Jacopo que no
acaba de llegar! ¡Eh, ustedes! –dijo, dirigiéndose hacia un grupo compuesto por
siete u ocho hombres recostados a un inmenso bloque de granito.
Los contrabandistas interpelados por su
jefe se volvieron hacia él.
- ¿Qué quiere usted, capitán? -dijo uno de
ellos.
- Ustedes saben que se trata de hacer
pasar inadvertidos diez mil paquetes de tabaco prensados. Es dinero contante. Y
encontrarán bien que el fisco nos deje esta limosna.
- ¡Bravo! -dijeron los contrabandistas.
- Abandonamos Jaca sin grandes penas, y
gracias a nuestra lejanía del camino de Zaragoza que hemos tomado por la
derecha, llegamos esta mañana a Sallent de Gallego. Allá, se nos repartieron
libremente las mercancías en diferentes sacos. Hemos llegado al valle de Broto;
aun cuando esos parajes estuviesen plagados de hombres vestidos de verdes,
hemos podido atravesar la frontera de Francia, y estamos aquí a un día de
Catarave donde, en efectivo, seremos retribuidos con buenos sonoros escudos.
- En marcha entonces -dijeron los más
dispuestos de la banda.
- Paciencia -dijo San Carlos. Nos queda
por hacer lo más difícil. Estamos acampados a dos leguas de los lagos de
Arastille y de Gaube, quedando la ruta a Cauterets a nuestra izquierda. Si
llegamos a esos lagos, despistaremos fácilmente a los carabineros que nos
persiguen. Conozco por allá una embarcación conducida por un tal Cornedoux, que
le jugaría más de una mala pasada, y en algunas horas les haremos perder
nuestras huellas entre los bosques de Geret…
Esto se anima,
hace años que venimos anunciando que Julio Verne aún tiene mucha obra inédita
en castellano, por ejemplo, casi todas sus narraciones cortas. Ahora Erasmus
edita tres cuentos inéditos -San Carlos,
es uno de los pocos personajes españoles en las obras de Verne- y una nueva
traducción de textos descatalogados. La traducción corre a cargo de un amigo
que ya conocen los habituales de este blog, se trata del cubano Ariel Pérez.
Sinopsis
Ampliamente
traducido y publicado en España, Julio Verne, el creador de los "Viajes
extraordinarios", no deja de sorprender y se guarda algunos ases bajo la
manga para delicia de sus lectores. Las tres historias inéditas en castellano
que aquí publicamos son narraciones escritas en su juventud mostrando a un
Verne satírico que habla de un marqués en busca de esposa; clásico, cuando
desarrolla la historia de un convicto que alcanza la redención a lo Jean
Valjean; y creativo, cuando describe el invento que un contrabandista español
utiliza para evadirse de la persecución de los aduaneros franceses. El libro
incluye, además, tres textos poco conocidos de Verne, raros y descatalogados,
beneficiándose de una nueva traducción que repone los pasajes eliminados y las
deficiencias de las anteriores ediciones.
Ni idea de estos escritos, como todos, creo que solo conocemos una parte muy pequeña de la obra de Verne, gracias por ayudar a su difusión, con este autor me inicié en la lectura.
ResponderEliminarGrande Ariel, ya era hora que empezara a publicar en España.
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