Cuando algún envidioso malediciente corrió el bulo por
Italia de que Julio Verne no existía, que era un seudónimo colectivo de una
verdadera “factoría” de escritores sin firma – “negros”- que publicaban novelas
de aventuras a razón de una por año, uno de los lectores entusiastas de Verne
de ese país, el también escritor Edmundo de Amicis, viajó a la ciudad de Amiens
con sus hijos para conocer al escritor galo y descubrir su metodología de
trabajo. Esto ocurrió el 20 de octubre de 1895. Amicis no sólo comprobó que en
la gaveta del buró del escritor descansaban las novelas manuscritas
recientemente, sino que escribía dos por año pero entregaba sólo una al editor,
ya que tenía entre 2 y 3 años de adelanto con respecto a las fechas de entrega
de su contrato con Hetzel. Verne tenía entonces 67 años, pero seguía fiel a sus
horarios de trabajo cuando no tenía que viajar o navegar con su velero, es
decir, que se acostaba como las gallinas, a las 20 horas y se levantaba a las 4
de la madrugada para escribir hasta el mediodía.
Partida de nacimiento de Jules Verne
Pocos fueron los periodistas que visitaron a Verne en su
casa, pero los que lo hicieron, también nos hablan de cajas y cajas repletas de
hojas manuscritas con todo tipo de datos y documentación minuciosamente
recogida por el escritor. Sabemos que Verne, antes de morir, quemó mucha de esa
documentación y correspondencia, pero se encontraron varias decenas de miles de
fichas con todo tipo de datos geográficos, científicos, astronómicos…, y
criptogramas, claves, crucigramas y juegos que nos descubren a un verdadero
enigmista. Y todo ello estaba escrito con esa particular y endiablada
caligrafía de Verne. El amigo Piero Gondolo della Riva, en una comunicación
telefónica, recuerdo que me dijo –él que tuvo la suerte de trabajar con
manuscritos originales- que la letra de Verne era muy difícil de leer. En fin,
que los millones y millones y caracteres que este verdadero grafómano dejó
escritos demuestran que fue él, y nada más que él, quién escribió sus libros,
eso no fue óbice para que en algunas ocasiones contara con algún colaborador,
como en el caso de los guiones de las novelas que se llevaron al teatro, o que
algunos libros -comentado aquí el caso de Pascal Grosset- se basaran en
manuscritos anteriores, por no citar las novelas terminadas o modificadas por
su hijo Michel, ya póstumamente. A veces pienso que hubiera hecho Julio Verne
con los modernos procesadores de textos de nuestras computadoras… aquí les dejo
con unas imágenes de manuscritos vernianos.
© Javier Coria
Cher Monsieur,
Au moment où je vous
écris ces quelques lignes, je me trouve précisément à Kansas-City, - en
imagination -, et à propos d'un prochain roman qui aura tout le territoire des
Etats-Unis pour théâtre.
Recevez les
compliments de nouvelle année de votre... Jules Verne.
No conocemos el destinatario de esta misiva escrita por
Verne desde Kansas. Esta fechada el 29 de diciembre de 1892. En 1899 Verne
publicó uno de sus novelas más imaginativas,
El testamento de un excéntrico,
que precisamente transcurre en EE.UU, donde un multimillonario deja su fortuna
al ganador de una especie de juego de la oca cuyo tablero real es el mapa de
ese país.
Dedicatoria a “Monsieur Fernand Pothonier” con una cita de
La Fontaine, fechada en 1896, y que aparece en una edición de la Isla Hélice. Dicho ejemplar autografiado
por el autor está valorado en 4.000 €
Manuscrito del cuento humorístico e irónico El matrimonio del señor Anselmo de los Tilos
Firma de Jules Verne
Lo que sigue son manuscritos de algunas novelas de la serie Viajes Extraordinarios.
Hector Servadac
La Casa de Vapor
La Isla Misteriosa
Viaje a la Luna
Viaje a la Luna
Para consultar manuscritos de Jules Verne, aquí tienen un
enlace al Museo Municipal de Nantes
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