El 7 de enero, fallecía a los
81 años el escritor Andrés Sorel.
Descansa en paz. Por personas
como tú, merece la pena editar.
Nacido
en Segovia durante la Guerra Civil, de padre castellano y madre andaluza,
estudió Magisterio y Filosofía y Letras. Durante el franquismo colaboró en la
prensa clandestina del Partido Comunista y fue corresponsal de Radio España
Independiente de 1962 a 1973. Durante su exilio en París dirigió la publicación
Información Española, que se realizaba para los emigrantes españoles en Europa.
En 1974 fue excluido del Partido Comunista por diferencias ideológicas y
políticas. La censura de Fraga Iribarne prohibió la publicación de sus novelas
en Seix Barral y Ciencia Nueva. Muerto el Dictador, colabora en periódicos y
publicaciones de España y Europa. Fue fundador, presidente y responsable de
Cultura del diario Liberación.
Galardonado
en 2013 con el premio José Luis Sampedro, ha publicado 50 libros, entre novelas
y ensayos (en editoriales como Txalaparta, Libertarias, Cátedra, Muchnik,
Planeta…), e impartido más de 1.000 conferencias en diversas ciudades el mundo.
En el adiós de un amigo
Anoche,
7 de enero, cuando descolgué el teléfono, supe de manera instintiva cuál era el
objeto de la llamada de Ana. Y sentí un estremecimiento. Ni podía ni quería
escuchar la noticia que me iba a dar, la de tu fallecimiento. Y al instante
sentí un vacío, que me sigue oprimiendo el pecho.
Mi
querido Andrés, me cuesta trabajo escribir algo medianamente digno y
congruente. Desde que en 2012 empezamos a trabajar en la edición de tu Último
tango en Auschwitz, surgió entre nosotros algo más que una relación
profesional; me regalaste tu amistad, tu confianza, tus confidencias. Tu
ausencia duele, nos duele mucho, a mí, a Ramón, a todos los que formamos la
familia de Akal. Tu integridad, tu coherencia, tu compromiso político e
ideológico, tu espíritu crítico que evitaba cualquier atisbo acomodaticio en
estos tiempos paniaguados de ideas veleta, tu amor por la Literatura con
mayúsculas en medio de tantas letras prostituidas, tu indignada estupefacción
ante el triste espectáculo que nos rodeaba (en los medios, en la política, en
la cultura…), tu reivindicación de la dignidad del ser humano engullido por la
barbarie, por cualquier barbarie… No eras muy optimista sobre el futuro, pero,
aun así, nunca cejaste en tu lucha. Fue un honor para Akal publicar tus últimas
novelas, al igual que ese difícil, incómodo testimonio sobre ETA. Gracias por
la confianza que depositaste en nosotros, por el entusiasmo que ponías en cada
nuevo proyecto.
Ya
no habrá más quejas sobre el mundo; ya no habrá más lamentos sobre la banalidad
cultural que todo lo conquista; ya no habrá más conversaciones sobre música, ni
sobre ópera, ni sobre fútbol, y quedará sin tomar ese vino especial tantas
veces aplazado. Cuando entre en Santa Bárbara, allí estarás, ocupando tu sitio,
y algún camarero se acercará a llevarte ese flan que te habían guardado, “como
a usted le gusta, don Andrés”. Y Rosa, que tanto cariño te tiene, te seguirá
mandando besos. Descansa en paz, mi querido amigo. Por personas como tú, merece
la pena ser editor.
Jesús
Espino
Subdirector
de Edición de Akal.
¡Vaya por Dios!
ResponderEliminarAl paso que vamos, sólo nos va a hacer la competencia a los blogs de los rojos irredentos la sección de necrológicas del ABC y The Times. Los cronopios son una especie en peligro de extinción.
Ni que lo digas, gata. A mí ya me miran raro los jovenzuelos, todos quieren llegar a se Las Famas.
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