Por:
Javier Coria.
Espió para los EE.UU. durante
la Segunda Guerra Mundial. De refugiado republicano pasó a ser un millonario
que hizo negocios con los gerifaltes del régimen franquista. Amigo de escritores
como Robert Graves o Hemingway, las fiestas en su yate y en su mansión de La
Moraleja atrajeron a las estrellas de Hollywood como a la mismísima Ava
Gardner.
El
catalán Ricard Sicre (1919-1993) militó en la Esquerra Republicana de Catalunya
durante la Guerra Civil española. Terminada la guerra huyó a Francia siendo
recluido en un campo de refugiados. Con la ayuda de una enfermera inglesa se
escapó al Reino Unido. Allí, trabajando en una barbería, le oyó hablar en
catalán el escritor Robert Graves (Yo,
Claudio) que había vivido en Mallorca. Desde ese momento fue su amigo y
mecenas. El escritor puso en contacto a Ricard con los grupos izquierdistas de
EE. UU., ya que el catalán quería emigrar a esas tierras. Como pinche de cocina
en un barco, zarpó rumbo a Nueva York. Antes de llegar a la isla de Ellis,
puerta de entrada de toda la inmigración, se tiró al mar y ganó la costa
nadando.
Ricard Sicre, izquierda, con su amigo de juventud Paulino Riudeubas
Deambuló
por las calles de Manhattan buscando los contactos que le había felicitado
Robert Graves, pero todos ellos estaban controlados por la policía. Detenido,
le pusieron en la disyuntiva de ser repatriado a la España de Franco o trabajar
para la OSS, antecesora de la CIA. Su primera misión, porque Sicre eligió la segunda
opción, fue entrar en la embajada española y salir con una maleta llena de papales
secretos. Para ello tuvo el concurso de no pocas secretarias, porque Sicre,
como diría un castizo, era un hombre bien plantado, de hecho, esto le ayudaría
en muchas de sus futuras misiones. Aquí “murió”
Ricard Sicre, nacido en Montgat
(Barcelona) e hijo de un médico, y nació el agente Richard Sickler.
Sicre, en el centro, con Ava Gardner y el embajador de EE. UU. John Davis Lodge. Plaza de toros de Valencia
Dicen
que, cuando trabajó con su compañera Betty Lussier, una canadiense piloto de la
RAF, formaban una de las más bellas parejas de espías. En el sur de Francia,
consiguieron desarticular una red de espías nazis, algo en lo que habían fracasado
otros agentes. Claro que esto no lo consiguieron con sus encantos, sino con la
psicología, encontrando el punto débil de un agente alemán, que siempre había
querido ser actor. La promesa de una carrera en Hollywood hicieron cantar al
tipo, que fue entregado a las autoridades francesas. Presumo que el primer y último
papel del infortunado, lo tuvo frente a un paredón.
Bueno,
resumiendo mucho porque en el documental que añado tienen toda la información,
terminada la guerra mundial y con los espías en paro, un avispado agente de la
OSS había montado un gran empresa para dar trabajo a sus compañeros. Ahí empezó
Sicre la carrera de hombre de negocios. Vendió arroz en Sudamérica, pero asegurándose
que la policía política de Franco lo dejaría en paz, vino a España y entabló
relaciones comerciales con los gerifaltes del régimen. Él es el responsable de
traer la Pepsi-cola y el güisqui JB a España. Ahí empezó su carrera de ricachón
y fiestas desenfrenadas. Fue anfitrión de los actores y actrices de Hollywood
que visitaron España. Frecuentó a escritores, como Camilo José Cela, y pintores,
como Salvador Dalí. Su pasado de hombre
de izquierdas quedó a tras, para algunos, muestra de un “hombre práctico”, en
fin…
Sicre con uniforme estadounidense, 1944
Documental
del programa La Noche Temática de TVE 2:
¡Gracias por desasnarnos!
ResponderEliminarNo hay de qué, querida.
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