Por: Redacción LQSomos. Edición: Javier Coria.
Hablamos con Carmen
Martínez Brugera, autora de Robledo de Chavela 1931-1945. Desaparecidos,
asesinados, detenidos y depurados (ed. El Garaje).
Carmen
es licenciada en Historia Contemporánea en la Universidad Complutense, aunque
su vida profesional ha discurrido en la Administración General del Estado. Se
incorporó a la lucha antifranquista durante su etapa universitaria en las filas
de la FUDE y del PCE (m-l) -que formaban parte del FRAP- y siempre dice que
aprendió más fuera de las aulas que dentro.
Persona
inquieta y apasionada de la investigación histórica, con su jubilación pudo
dedicarse a lo que siempre había deseado: ampliar sus conocimientos sobre los
archivos históricos, realizando un máster en Gestión de la Documentación,
Bibliotecas y Archivos en la Universidad Complutense. Su trabajo final de
máster sobre las Fuentes Archivísticas de la Guerra Civil en Robledo de
Chavela, localidad en la que reside, le llevó a indagar más sobre el tema y
consultar en cuantos archivos ha tenido acceso para conocer la historia del
pueblo durante este periodo histórico. Podemos leer en el libro:
“El 17 de julio de 1936 la vida
cotidiana de los españoles se vio interrumpida bruscamente. Durante tres meses,
Robledo siguió en manos del Ayuntamiento republicano; la Guardia Civil no
estaba y el golpe no triunfó en el pueblo. Siguiendo las órdenes del gobernador
civil de Madrid se formó un comité que se encargó de vigilar las entradas del
pueblo y de asegurar el abastecimiento de la población; se repartieron escopetas
de caza y se arrestó a los propietarios de derechas más importantes: treinta
vecinos que no fueron vejados ni maltratados, según sus propias confesiones y
que, más tarde, formarían la Comisión informadora encargada de declarar en los
consejos de guerra de los vencidos”.
La
lectura de este libro nos permite confirmar que la represión que se ejerció en
Robledo no fue la respuesta a ninguna violencia republicana, sino el mismo plan
de exterminio que se siguió en todo el país con un único fin: acabar con las bases
sociales que habían apoyado a la República.
¿Qué te lleva a investigar
sobre la historia reciente en un pequeño pueblo de Madrid?
Fue
un hecho casual. Por la enfermedad de mi madre me vine a vivir a Robledo y si
quería terminar el trabajo de fin de máster de archivística que estaba haciendo
en la Facultad de Ciencias de la Documentación, no me quedaba más remedio que
hacer el trabajo en el Archivo Histórico Municipal. La única serie documental
completa que había en el archivo eran las actas municipales. Así fue como me
enteré de la historia de Robledo.
Te centras en el período
comprendido de 1931 a 1945 ¿Por algo en especial?
La
llegada de la República supuso un proceso de cambio y de reformas en toda
España y necesitaba conocer qué había pasado durante este período para tratar
de entender lo que vino después. En 1945 se cierra el ciclo de la represión de
la guerra civil… en octubre se dio el último indulto. A partir de entonces, los
detenidos por la recomposición de los partidos o sindicatos o por participar en
la guerrilla, se considerarán “delitos posteriores” y los detenidos cumplieron
las penas íntegramente. También coincide con el final de la Segunda Guerra
Mundial, la Dictadura cambia el ropaje fascista y sin modificar lo más mínimo
su esencia totalitaria, se pone el de nacionalcatolicismo.
Carmen Martínez Brugera
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Trabas, facilidades,
prohibiciones, documentación, archivos, administración… ¿Has tenido fácil
acceso?
El
acceso a los archivos es un laberinto tortuoso. Yo tenía algunos nombres de los
vecinos que había sacado de las actas municipales, pero la mayoría eran de
derechas. Así que empecé por los Registros Civiles, la Causa General, El
Tribunal de Responsabilidades Políticas, la cárcel de Ávila, el AGA de Alcalá
de Henares, El Centro Documental de la Memoria Histórica en Salamanca, hemerotecas, Fundación Pablo Iglesias, etc.
Pero
el archivo definitivo ha sido el Archivo Histórico General de la Defensa, es el
archivo judicial militar, donde están los consejos de guerra. Ése ha sido mi
lugar de trabajo durante muchos meses. La dificultad de este archivo es que
está ordenado exclusivamente por los nombres de los encausados y el lugar en
donde se celebró el juicio, y si tenemos en cuenta que hay cinco Tribunales
Militares Territoriales y que, solo en el Primero que incluye Extremadura,
Madrid, Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana, Albacete y Murcia, hay
cuatrocientos mil expedientes, la mayoría colectivos, si los apellidos son
corrientes será imposible encontrarlos. Y tampoco he podido consultar el
archivo parroquial, a pesar de que me entrevisté con la archivera del
arzobispado de Madrid. Pedí permiso para ver el libro de Fábrica donde se
anotan las obras de las iglesias, para conocer los daños que habían sufrido de
verdad la parroquia y las ermitas de Robledo durante la guerra. También
solicité ver los libros sacramentales, para saber en qué años se habían
incrementado los bautizos, bodas o entierros. También el libro “del estado de
las almas” un informe que hacen los párrocos periódicamente a los obispos en el
que dan cuenta de si los vecinos cumplen o no con sus obligaciones cristianas,
cuántos hijos tienen dentro y fuera del matrimonio, su posición económica y
social, etc. Una auténtica joya para los historiadores, porque este informe se
parece más a una ficha política que religiosa.
No
ha sido posible ver nada. La archivera zanjó la discusión diciéndome que los
archivos de la iglesia eran privados y desde 1936 en adelante estaban cerrados
al público. Es verdad que son privados, pero a la Iglesia la subvencionamos con
dinero público.
Y fuera del mundo de la
“documentación” ¿Has contado con colaboraciones directas? ¿Historias vivas de
protagonistas locales?
Antes
de la publicación intenté hablar con los vecinos que tenían apellidos que yo
había encontrado entre los represaliados, pero fue imposible, ni siquiera
diciéndoles los dos apellidos sabían decirme si eran o no familiares suyos. El
tema no les interesaba. Pero a raíz de la publicación del libro las cosas
parecen que van cambiando y ahora son ellos los que me quieren contar y enseñar
fotos de las víctimas.
Hay pocos trabajos de nuestra
reciente historia con nombre de mujer ¿Sois relegadas en la luz histórica?
La
falta de mujeres investigadoras tiene más que ver con la forma en que está
organizada la sociedad. La investigación exige mucha dedicación y la mayoría de
los investigadores o investigadoras pertenecen al ámbito de la educación y dar
clases e investigar es complicado. Es más bien un problema de reparto de tareas
domésticas. El historiador suele tener una mujer que le resuelve los problemas
de intendencia o del cuidado de los hijos, incluso que le espera levantada con
un caldito. A pesar de ello hay muy buenas historiadoras: Mirta Núñez, Matilde
Eiroa, Pura Sánchez, Alicia Alted… o las americanas Shirley Mangini o Helen
Graham.
La autora junto a la historiadora Mirta
Núñez y el editor Manuel Blanco. Foto: Jesús Rodríguez.
¿Robledo albergó mejoras con la
llegada de la II República? ¿Hasta dónde llega la implicación de Robledo contra
el golpe militar?
En
Robledo no se celebraron elecciones municipales en 1931. La ley electoral
permitía que fueran elegidos sin necesidad de ser votados los candidatos de la
única lista presentada. La corporación municipal elaboró una lista en la que
volvieron a incluirse ellos mismos, la expusieron durante cinco días en el
tablón de anuncios y al no haber una lista alternativa se autoproclamaron
electos. Como no volvió a haber elecciones continuaron los mismos en el
Ayuntamiento durante los cinco años de República, hasta que, con el triunfo del
Frente Popular, fue sustituida por una Gestora formada por representantes de
los partidos de izquierdas. El Gobierno republicano había comprendido que si
quería llevar a cabo las reformas que la sociedad demandaba, tenía que poner en
los gobiernos municipales a personas partidarios de la República.
La
izquierda en el pueblo era muy débil, pero las mejoras anunciadas, creó grandes
expectativas: la jornada laboral de ocho horas en el campo, la ley de términos
municipales, los jurados mixtos, el laboreo forzoso, etc. Y sobre todo durante
la primavera del Frente Popular, empezaron a cambiar las relaciones laborales
entre patronos y jornaleros. Ahora era el propietario el que tenía que ir a la
bolsa de trabajo del Ayuntamiento a pedir que le enviaran obreros para trabajar
en sus fincas.
Y
en relación con el golpe, éste no triunfó en el pueblo, la Guardia Civil no
estaba y los derechistas no se atrevieron a actuar. Se formó un comité que
ayudó a la Gestora municipal a mantener el orden y a seguir las instrucciones
que les llegaban de Madrid: garantizar el abastecimiento del pueblo, incautar
las fincas abandonadas, requisar las armas (escopetas de caza) y repartirlas
entre los vecinos y también agrupar a los robledanos de derechas en una finca
evitando que sufrieran ningún daño.
¿Qué hace falta para que se
normalice el hecho de la justicia política y social en España tras la dictadura
fascista?
Principalmente,
querer hacerlo, que el Parlamento, como representante de la soberanía popular,
deje de tener miedo a la derecha y apruebe una ley que anule los juicios
franquistas. Forzar a que la derecha repudie a Franco y a su Régimen. Exigir
responsabilidades a los que colaboraron con él. Reivindicar la República como
el primer Régimen democrático del siglo XX derribado por un golpe militar
fascista. Cumplir con las recomendaciones del Relator de la ONU. La defensa de
los derechos humanos tiene que estar por encima de los intereses electorales a
corto plazo de los partidos políticos.
¿Qué nos queda en España por
saber de la Guerra Civil y de la represión posterior?
Se
ha avanzado mucho, sobre todo en la identificación de ese período histórico.
Antes todo era guerra civil. Hoy sabemos que la guerra fue el resultado de un
golpe militar que fracasó en media España y que fue precisamente en la España
en la que triunfó, donde comenzó la política de exterminio que se prolongó
también durante y después de la guerra. Este ha sido el secreto mejor guardado
de la Dictadura franquista, la matanza fundacional de su régimen de terror, la
cuota de sangre que cada pueblo o cada barrio pagó, lo que algunos
historiadores llaman también el pasado oculto.
Ha
sido un trabajo costoso de muchos años y de historiadores pioneros que con sus
investigaciones han contribuido a la aparición de ese movimiento social que se
conoce como recuperación de la memoria histórica. Hoy estos historiadores
reivindican, para seguir investigando, que aparezcan los archivos del terror:
Los Militares (los mandos militares, cuando ocupaban un pueblo, hacían informes
a sus superiores dándoles cuentas del número de bajas por ambos lados,
prisioneros, etc.), los de la Guardia Civil (con el fichero de los informes y
antecedentes de los vecinos) y los de Orden Público. Así podría hacerse una
historia general de la represión lo más aproximada posible, incluso hacer un
registro único de los desaparecidos, aunque nunca conoceremos el número real de
víctimas. Mientras hay que seguir con el trabajo de hormiguita que se está
haciendo pueblo a pueblo.
Con la historia de la II
República tergiversada e incluso silenciada, la mitificación del franquismo y
una Transición maquiavélica ¿Somos conscientes de nuestro importante legado
cultural e intelectual?
La Transición sigue siendo para algunos
políticos de derechas y de izquierdas y también para algunos historiadores,
ajenos al estudio de la represión, el punto de partida de la democracia. Si el
acuerdo de los dirigentes de los grandes partidos era evitar que la
restauración democrática enlazara con el periodo democrático anterior a la
Dictadura, es decir, con la República, no cabe duda de que el pacto de silencio
ha cumplido su cometido. De la República no se habla nada más que para hacerla
responsable de su propia destrucción. La Dictadura franquista acabó con las
ricas experiencias obreras de principios del siglo XX, pero también con las tradiciones
liberales y democráticas de la burguesía ilustrada en el terreno de la cultura
y de la educación. El triunfo fascista supuso un retorno a los valores
clericales y sociales más rancios y reaccionarios.
Año 2017. A estas alturas, ¿Crees que
el tema de la memoria histórica preocupa o interesa a la gente? ¿Y a la
juventud?
La
Memoria Histórica es un movimiento que surgió desde la base de la sociedad y
que consiguió que sus reivindicaciones fueran asumidas por los partidos de
izquierdas. Para muchas personas fue un descubrimiento ver el nombre de su
abuelo o de su tío del que desconocían que había sido encarcelado o asesinado.
De pronto descubrieron que en la “historia oficial” no estaban sus historias y
se organizaron y reclamaron el espacio que la Transición y sus propios partidos
les habían negado. El punto más álgido del movimiento memorialista tiene que
ver con la llegada al poder del Partido Socialista. El presidente Zapatero se
comprometió a poner en marcha una serie de medidas, que al final se quedaron
cortas y que el PP no ha cumplido. Con los Ayuntamientos del cambio el tema de
la memoria histórica está siendo impulsado, esta vez desde los barrios y los
pueblos, por los jóvenes más activos a través de asociaciones como las Juntas
Republicanas de Barrios. La reivindicación de la República ha sido asumida por
los jóvenes con total naturalidad y hoy es normal esta bandera en cualquier
reivindicación ciudadana.
Y al hilo de la pregunta anterior,
¿Es necesario recordar? ¿Y seguir exigiendo responsabilidades a los autores de
aquella barbarie y represión?
Más
que la obligación de recordar yo soy partidaria del derecho que tenemos los
ciudadanos de exigir al Estado que promueva políticas públicas de memoria. Hay
que reivindicar la memoria democrática y por tanto de los demócratas, de los
que permanecieron leales a la República y los que se resistieron a la
Dictadura. Hay que desterrar del espacio público todos los vestigios de la
memoria franquista. Los historiadores tenemos la obligación de dar a conocer
los nombres de las víctimas y la de los verdugos y sus cómplices.
Verdad, Justicia, Reparación ¿Dónde
estamos hoy? ¿Crees que falla en algo el movimiento memorialista?
Verdad: La búsqueda de la verdad es el
trabajo que hacemos los historiadores apurando todas las fuentes orales y
documentales. Se ha hecho mucho pero queda bastante por investigar.
Justicia: es imprescindible que el poder
judicial haga su trabajo, es necesario que se defina jurídicamente el Régimen
franquista, que la justicia asuma como hechos probados todo lo que ya se conoce
por las investigaciones históricas: el golpe militar, el plan de exterminio, la
guerra, la posguerra, etc. Desde la judicatura el Régimen franquista debe de
ser calificado como un Régimen criminal y totalitario que acabó con la vida de
miles de españoles para perpetuarse en el poder. Y naturalmente a los
responsables de la matanza deben de quitárseles todos los honores y los
colaboradores de la Dictadura que aún viven deben ser juzgados, exactamente
igual que se ha hecho en Argentina.
Reparación: La muerte y el dolor no se pueden
reparar. Pero el Estado tiene el deber de desagraviar socialmente a las
víctimas y a sus descendientes haciéndoles homenajes y reconocimientos públicos
y concediéndoles las compensaciones económicas que sean de justicia.
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