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domingo, 5 de marzo de 2017

“En México no hay paz, ni verdad, ni justicia cuando se trata de crímenes de Estado”


Por: Fabrizio Lorusso (para CTXT)

Anabel Hernández (Ciudad de México, 1971) es una de las periodistas mexicanas más conocidas. Es autora, entre otros, de los libros México en llamas. El legado de Calderón y La verdadera noche de Iguala. La historia que el gobierno trató de ocultar (ambos publicados por Grijalbo), siendo este último la más completa investigación sobre el caso de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, desaparecidos en Iguala, Guerrero, la noche del 26 de septiembre de 2014.

Hernández tuvo que huir de México, tras recibir múltiples amenazas de muerte. Una noche, en diciembre de 2013, un comando de la policía federal, compuesto por once hombres armados, entró en su domicilio. Ella, afortunadamente, no se encontraba allí. Fue la gota que colmó el vaso. Desde entonces vive en Estados Unidos, pero regresa una vez al mes a su tierra natal para seguir investigando. Desde algún lugar de Ciudad de México contesta por teléfono a las preguntas de CTXT.

¿Por qué tuvo que salir de México y cómo fue su exilio en Estados Unidos?

Antes que nada debo explicar que México es uno de los lugares más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo. Esto no sólo es una frase. En México han sido asesinados más de 116 periodistas en los últimos diez años. Sólo el año pasado los asesinados fueron 16. Y yo, por desgracia, soy uno de estos periodistas que ha sufrido violencia y atentados como consecuencia de su trabajo.

A raíz de la publicación de mi libro Los señores del narco en diciembre de 2010, me enteré por una fuente de información de que el entonces secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, había organizado un complot para asesinarme como represalia por lo que había publicado sobre él y la red de corrupción que operaba en la Policía Federal (PF) al servicio del cártel de Sinaloa. Esto generó que la policía organizara un complot para asesinarme, yo pude enterarme a tiempo, la Comisión Nacional de Derechos Humanos urgió al gobierno del Distrito Federal a ponerme una protección. Desde entonces tengo que vivir con escoltas las 24 horas del día…

Para seguir leyendo: CTXT

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