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lunes, 2 de junio de 2014

“FRAGA IRIBARNE PROHIBIÓ LOS TEBEOS DE SUPERMÁN EN LOS KIOSCOS”


Por: Javier Coria Foto: Francesc Sans

Luis Conde es el comisario de la exposición “Tebeos de Posguerra”, que permanecerá en el Archivo de la Corona de Aragón de Barcelona hasta el mes de septiembre de 2014. Mantenemos una charla con él.

Luis Conde Martín (Tarragona, 1940) tuvo una dilatada carrera como reportero de informativos en TVE. Desde el programa cultural “La isla del tesoro”, del que era coordinador, desarrolló una de sus pasiones, la promoción de los hábitos de lectura y el estudio de la historia del humor gráfico y el cómic. Luego trabajaría en otros programas culturales en TVE 2, como “Negro sobre Blanco”, “La Mandrágora” o “La Aventura del Saber”. Es autor del libro Historia del humor gráfico en España, entre otros. Hoy, junto a un pequeño grupo de locos soñadores, impulsa uno de los proyectos más interesantes del panorama hispano sobre la literatura popular, la ilustración y los clásicos literarios. Se trata de Graphiclassic, donde ya han publicado un volumen dedicado a Moby Dick, de Melville, otro de pronta publicación dedicado a La isla del tesoro, de Stevenson y el que promete ser un bombazo, un monográfico sobre Julio Verne, con algún material inédito y, donde éste redactor, participará como verniano empedernido que soy.

Luis Conde

¿Qué es “Tebeos de posguerra”?

Es una exposición que se hace en el ámbito de la memoria histórica, y es la continuación lógica de otra que se hizo en 2008 y que se titulaba “Los Tebeos de la Guerra Civil”, cuyo comisario fue mi amigo Antonio Martín. Los tebeos eran buenos durante la guerra, pero fueron escasos y duraron poco, por la falta de papel y las consecuencias del conflicto. Pero en la posguerra comenzaron a aparecer muchos tebeos. Claro que, como España estaba aislada, sobre todo con el veto de la ONU en 1947, las editoriales extranjeras ya no publicaban en nuestro país, entonces los lectores de tebeos y los coleccionistas se encontraron que sus personajes ya no estaban. Aquí se comenzaron a hacer unos tebeos muy pobres y sencillos, pero que enseguida fueron ganando seguidores y fijando unos personajes arquetípicos de las décadas de los cuarenta, los cincuenta y, algunos de ellos, llegaron hasta los años 60.

¿Cómo está organizada la exposición?

Todos los originales de la exposición son de mi colección particular, y en ella busqué los títulos más representativos de esos años. La exposición está dividida en cuatro apartados: “Victoria y represión” (1939-1945), “Aislamiento y autarquía” (1946-1950), “El sendero hacia los pactos” (1951-1955) y “Del campo a la ciudad” (1956-1960). A través de los tebeos se refleja la sociedad que había detrás, la sociedad que producía esas historietas. Iban surgiendo héroes y personajes que, de alguna manera, tenían la aquiescencia del régimen. Se situaba a los personajes…, por ejemplo, El guerrero del antifaz (1945) en la época de los Reyes Católicos, Roberto Alcázar (1940) era un aventurero español copiado de un personaje fascista italiano llamado Dick Fulmine, cuyas historietas se publicaron en España con el nombre de Juan Centella. Luego llegaron los personajes extranjeros cuyos nombres se españolizaban. Tim Tyler’s Luck aquí se llamó Jorge y Fernando (1928), Mandrake aquí se llamó Merlín, el mago moderno (1942), The Phantom fue El hombre enmascarado (1941). La exposición es un recorrido de 20 años de la historia de España a través de sus tebeos.


En la primera etapa, después del fin de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, en España se editaron tebeos adictos al nuevo régimen donde se exaltaba el nacional catolicismo. Huérfanos y enmascarados de doble vida llenaron los sueños y los mostradores de las tiendas donde se vendían y cambiaban tebeos. Fue la época de Flechas y Pelayos o Chicos. Como nos cuenta Luis Conde, incluso la iglesia publicó historietas con fines proselitistas, como Atalaya, Vida y luz o Ling Ling. En la etapa de la autarquía los editores españoles recuperaron muchas de las cabeceras cuya publicación se vio interrumpida por la guerra. Las duras condiciones de vida propiciaron las primeras críticas larvadas en los cómics. Tebeos como Asta, El misterioso X, Tolín el golfillo fueron algunos de los títulos.

La “pertinaz sequía” y el hambre se vieron atenuadas por una tímida salida de España al mundo y por las ayudas del “Plan Marshall”. Fue la época de los acuerdos con el Vaticano y lo EEUU. El nuevo socio imperialista, a cambio, consiguió del franquismo el apoyo a todas sus aventuras bélicas, como la guerra de Corea. Los tebeos se llenaron de agentes secretos, militares, policías del FBI y malvados agentes del comunismo internacional. Títulos como Pancho Dinamita, El sargento invencible, Cimarrón o Detector fueron algunos tebeos del lustro 1951-55. La migración interna marcó el siguiente lustro y las ciudades fueron creciendo. El tebeo se modernizó con las corrientes del “milagro” económico europeo. Aunque las historias de capa y espada y del oeste seguían copando los kioscos, la ciencia-ficción y el policial llegaron para quedarse. En esos años triunfaron Policía del espacio, Don Zeta, El cosaco verde o Dick Relámpago. Incluso la embajada de EEUU llegó a financiar tebeos y a creadores para que empezaran a escribir y dibujar al dictado de los nuevos héroes de la propagada yanqui. En el balance positivo podemos apuntar que la calidad formal de los tebeos dio un gran salto. Los dibujantes y guionistas estaban mejor formados y lo que les llegaba del extranjero les abrió nuevas perspectivas creativas.


Luis: ¿es verdad que la relación del Capitán Trueno y la reina Sigrid fue materia de debate entre los censores franquistas?

(Risas). Eso parece; en las aventuras ponían una tienda de campaña para el Capitán Trueno, Crispín y Goliath y otra para la reina de la isla de Thule. Luego ya los casaron por lo católico. Los contenidos de los tebeos estaban censurados, pero la autocensura era mayor;  quiero decir que había cosas que los autores sabían que no podían tratar. La Segunda Guerra Mundial no aparece en los tebeos españoles hasta que no acaba el conflicto. Había guerras, pero se situaban en la Edad Media, el Oeste…, pero no en Europa. Un personaje asturiano magnífico que se llamaba Pinín, que de Pinón ye sobrín, que era una copia de Tintín, recorrería el mundo, menos Europa, porque estaba en guerra, y eso nunca se decía. Esto es propio de la censura ideológica, que a veces llegaba a detalles más siniestros, como cambiar las ilustraciones… ¡se hacían desaparecer los pechos de las protagonistas! Dale Arden, la novia de Flash Gordon (1934), que estaba magníficamente dibujada por Alex Raymond, que venía del dibujo de figurines de moda, cuando se publicaba en España se tachaban toscamente las transparencias y veladuras de sus insinuantes vestidos echando a perder el trabajo de un artista.

La censura ideológica y la imposición de una determinada moral eran tremendas…

Sí, pero los aficionados a los tebeos tenemos mucho respeto por estas obras, porque estamos hablando de nuestros héroes de niños. Cada semana los comprábamos y queríamos ser como Pedrín – de Roberto Alcázar y Pedrín- y decíamos: ¡Ostras Pedrín! O “te voy a dar jarabe de palo”, como ellos decían. Pedrín, aunque nunca se contaba, era un huérfano republicano…

Sí, el guionista de ese tebeo, como bien sabes, fue José Jordán Jover, antiguo comandante del ejército de la república…

Claro…, como te decía, nosotros, que también éramos huérfanos de casi todo, queríamos ser como Pedrín, para viajar por el mundo, y dar palos a los malos, claro que los malos suyos no eran los nuestros (risas). Visto desde ahora, con un juicio a posteriori, nos parece un horror, pero para publicar había que hacer eso. Mira, no se podía hablar ni de los republicanos de EEUU, porque la palabra “república” era sinónimo del mal absoluto, eran los “bandidos comunistas, masones, judíos y gente de mal vivir”, como decía el régimen. Por ello quien iba a escribir o dibujar un tebeo se iba al futuro, a la prehistoria u otros países del mundo…


Sí, es un recurso de la literatura de todos los tiempos. Cuando Cyrano de Bergerac escribe Viaje a la luna utiliza el viaje fantástico para satirizar sobre la sociedad y la moral de la Francia del siglo XVII.

Exacto. Hay tebeos que haciendo un análisis sociopolítico, literario y artístico son deleznables, pero incluso esas obras tienen el interés de reflejar una época que forma parte, nos guste o no, de nuestra historia. Está claro que España era un cuartel tutelado por una iglesia que nos decía lo que había que aprender. En la prensa, en la literatura, en el cine, el teatro, y en los tebeos también se reflejaba esto. Lo que pasa que el tebeo siempre se vio de forma peyorativa, como algo para menores en edad, saber y gobierno; aunque los adultos también los leían, y yo los sigo leyendo. Los tebeos fueron pasto ideológico, pero también fantástico e imaginativo de la gente, y muchos aprendimos a leer con ellos y sobre todo a imaginar esos mundos que se contaban en ellos.



¿Qué supuso la editorial Bruguera para la historia del tebeo?

Sin la editorial Bruguera, no hubieran existido los tebeos. En aquellas épocas había otras editoriales incluso mejores, pero la transcendencia de Bruguera las superó a todas. Bruguera  empezó en 1921, pero su actividad se interrumpió durante la guerra, incluso fue ocupada por los sindicatos. En el año 1947, Franco les autorizó a rescatar sus viejos modelos, pero estos modelos ya no valían. Entonces, los hermanos Bruguera, Pantaleón y Francisco, se pegaron al terreno viendo lo que hacía el TBO, que era el arquetipo, y lo que había hecho Pocholo, el mejor cómic de la anteguerra. Junto al Pulgarcito fueron los tres modelos que siguieron, y volvieron a editarse, pero muy mejorados. Se rescataron viejos autores y contrataron nuevos que eran discípulos de los primeros. Por ejemplo, Arturo Moreno y José Escobar, Jaime Juez y Guillermo Cifré –cuyo hijo, el estupendo dibujante Guillem Cifré murió recientemente-, Boixcar…Bruguera se dio cuenta que el momento había cambiado y, sobre todo con la revista Pulgarcito, se hicieron los dueños. Pulgarcito se fue convirtiendo en casi una revista satírica que interesaba a los muchachos, pero también a los adultos. El DDT, el Can Can eran revistas inspiradas en tebeos mexicanos y en el Rico Tipo argentino y que hacían humor para adultos, que aquí no existían, salvo La Codorniz, que era un coto cerrado para los falangistas y sus amigos. En Barcelona se creó un grupo de dibujantes y guionista, en torno a Bruguera, que fueron incorporando diversas formas del humor que ya rompían con la ideología nacional católica. Se incorporaron nuevos héroes y la aventura, que al final era su negocio, ganó en variedad y calidad. El tebeo se hizo moderno y tenía formación, información y entretenimiento.




Y hoy, ¿hay muchos tebeos infantiles?

Tras la catástrofe editorial de Bruguera que supuso su desaparición, la compró Ediciones B, que la compró muy mal, porque tenían unos fondos estupendos que no supieron aprovechar y los malvendieron. El mercado del tebeo siempre han sido los niños y los muchachos, pero tras la muerte de Franco empiezan a publicarse tebeos para adultos, medio pornográficos, pero se olvidan del tebeo infantil y juvenil. Bruguera desaparece y Ediciones B no supo qué hacer con el material, y sólo quedaron los materiales mil veces reimpresos de los grandes héroes desfasados de los cincuenta o sesenta. El Capitán Trueno o El Jabato ya no significas nada para los jóvenes de hoy. Es el puro negocio de la reedición. Los editores han ganado mucho dinero, pero no han cultivado el descubrimiento de los nuevos lectores. Los jóvenes se fueron al Manga y los videojuegos. Lo que ahora son las “maquinitas”, eran lo que fueron los tebeos para nosotros, una cosa maldita pero entretenida, que la cogías mejor que un libro. En el resto del mundo sobreviven los tebeos y las “maquinitas”, pero aquí hemos sido un poco torpes. Aunque ahora se impone algo que vino de EEUU, la novela gráfica, que ya en los años setenta se hacían en España.


Cuando hablábamos de la censura se me olvidó preguntarte por la extraña historia de Fraga y Supermán…

En los años setenta, decae el formato europeo de tebeos como cuadernillos, que venía de Italia y de Francia. Entonces, vía México pero procedente de EEUU, llegó a España el formato Cómic Book vertical, que tuvo mucho éxito y que incluso, como estaban hechos con papel de poca calidad, eran más baratos que los clásicos cuadernillos grapados. En esa época Fraga era ministro de información y turismo. Pues bien, Fraga Iribarne prohibió los tebeos de Supermán en los kioscos.

¿Por qué?

Porque para él Supermán era, de alguna manera, una sustitución de Jesucristo, cosa que luego los estudiosos descubrimos que era verdad, pero los niños no lo sabíamos. Alguien que viene de fuera a salvar al mundo, o es un judío que andaba entre pastores, o por el contrario es un judío que viene de otro planeta. Yo compré en el rastro de Madrid tebeos nuevos de Supermán que estaban rotos por la mitad para que no se vendieran. Desde México nos llegaban estos héroes manipulados y seleccionados. Los editores españoles se quejaron a Fraga, porque México copaba el mercado español, pero él dijo que eran héroes muy populares y que no podía hacer nada. Claro que este mercado editorial mexicano estaba impulsado por el dólar de EEUU que, tras los acuerdos con Franco, le interesaba la propaganda en plena guerra fría, y en esos tebeos había mucha propaganda del imperio.

Sus amigos, dicen de Luis Conde que es un ser proteico y que habla con emoción contagiosa de lo que le apasiona, cosa que he podido comprobar en más de una ocasión. Uno, pocas veces tiene la oportunidad de charlar con verdaderos maestros, y esta es una de ellas. La conversación continúa, pero en algún momento tengo que terminar esta entrevista, ya de por sí larga. Les recomiendo no perder de vista a este personaje si es que le interesa la cultura popular, y la literatura en general.

Publicado originalmente en el diario Público

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