En este blog ya les escribí sobre el caso de la familia Serra i Gunjaume que, cada 14 de febrero, publica una esquela en el diario barcelonés La Vanguardia donde, además de conmemorar a sus familiares difuntos, de forma hábilmente resumida les “explican” la actualidad del equipo de fútbol de su amores, el Barça. El ingenio y capacidad de síntesis del texto hacen que dichas esquelas sean esperadas con avidez por lectores y periodistas deportivos.
Pero aquí les muestro un ejemplo donde el difunto saca los
colores a sus deudos.
Esta esquela se publicó en el diario ABC de Madrid, el día 1
de octubre de 2012. La finada, doña Soledad Hernández, dejó encargada su propia
esquela donde pide perdón para sus dos hermanos y su hija, a los que acusa de
falta de cariño y apoyo durante su larga y penosa enfermedad.
Texto completo de la esquela
Ilustrísima señora
Soledad Hernández Rodríguez, nacida en Badajoz el 1 de agosto de 1934, hija de
Juan Hernández y Soledad Rodríguez, viuda del coronel D. Honorio García Polo,
falleció en Madrid el día 2 de septiembre de 2012, a los setenta y ocho
años de edad, habiendo recibido los Santos Sacramentos. Descanse en Paz.
Quiso en sus últimos
momentos de vida dejar encargada la publicación de esta esquela para manifestar
su perdón a los familiares que la abandonaron cuando más les necesitó, sus
hermanos Juan Hernández Rodríguez y Manuel Hernández Rodríguez y su hija María
Soledad García Hernández por su absoluta falta de cariño y apoyo durante su
larga y penosa enfermedad. El cuerpo fue sepultado cristianamente en el
cementerio de Camarma de Esteruelas (Madrid). Su hijo y amigos ruegan una
oración por su alma.
Claro que la cosa no quedó aquí, ya que se completó con un epitafio en la misma lápida, esta vez encargado por uno de los hijos, y que dice: "Dios hará justicia con los que te hicieron daño", la historia y foto la pueden ver en una nota en el ABC, aquí.
Hablando de obituarios, este es uno de mis preferidos, ya
que contraviene la falsa convención de hablar bien de los difuntos. Lo escribió
Fernando Colomo en El País el 27 de
noviembre de 1991 a
la muerte del actor Klaus Kinski. Como se dice comúnmente, el director español
le “hace un traje” -le llama hijo de puta- al actor alemán. Precisamente, el pasado enero, la hija mayor
de Kinski, Pola Kinski, declaró al semanario Stern que su padre abusó de ella desde los 5 años a los 19 años.
Todo lo cuenta en su libro Kindermund (Palabra
de niño) y cuenta con el apoyo de su hermana menor Nastassja.
DESCANSEMOS EN PAZ
Por Fernando Colomo
(director de cine)
Conocí a Klaus Kinski unos días antes del rodaje de El caballero del dragón, en 1985.
Estábamos en la Costa Brava y salimos a tomar algo al aire libre. Hablaba como
si los demás no existieran, no miraba a los ojos, movía la cabeza de un lado
para otro. Alabé su trabajo en Lo
importante es amar, una de mis películas favoritas, y él me contestó que le
parecía "una mierda". Me pareció obvio no hablar de su interpretación
en Aguirre, película por la que no siento mucha estima, así que cambié de
tercio y pasé al cine americano. Le pregunté por su trabajo en la película de
mi adorado Billy Wilder, y siguió soltando "mierda". Hablamos del
paisaje y de la belleza de la Costa Brava, y me contestó que odiaba las zonas
turísticas. Ahí se terminó la charla. Kinski no toleraba que nadie le
maquillase, él mismo se arreglaba el pelo con la mano después de pedir un fucking espejo. Su vestuario consistía
en un único traje que se metía directamente por la cabeza. De esta forma, por
tarde que le citáramos, siempre estaba preparado para rodar mucho antes de lo
previsto. Entonces no paraba de mascullar y decir que, "¿a qué coño
estamos esperando?". Si le decías que estaban iluminando, contestaba que
estábamos haciendo old fashion, algo
pasado de moda, "mierdas como las que hacía David Lean".
Y es que Klaus tenía una espina clavada con Lean: cuando
rodó un papelito en Doctor Zhivago se
debió sentir humillado ante un director todopoderoso, y desde entonces, en cada
película, trataba de estar por encima del director.
Continuamente estaba amenazando con dejar la película.
Gracias a él conseguí terminarla en el tiempo previsto, ya que trataba de
quitármelo de encima lo antes posible. Siempre que salía de espaldas recurría a
dobles. Así, normalmente, a media jornada se le podía mandar al hotel y
relajamos un poco.
Creo que sus compañeros actores experimentaban algo
parecido. A la protagonista la intentó violar en el plató, aprovechando las
relaciones paternofiliales de los personajes. A Fernando Rey le rompió una
costilla en un desafortunado forcejeo no previsto en el guión; y a Harvey
Keitel no osó tocarlo porque éste previamente había advertido que al primer
incidente le soltaba un guantazo, con el mismo brazo tatuado que exhibía en Taxi Driver.
Sólo Miguel Bosé hizo buenas migas con Kinski, pero esto
para los que conocemos a Miguel no era de extrañar dada su extraordinaria
habilidad para tratar con los animales, heredada sin duda de su padre, el
legendario diestro Luis Miguel Dominguín. Pero Kinski tenía una gran
sensibilidad. Un día, rodando en exteriores y después de dedicarnos los
habituales insultos, se mostró especialmente sensible con un perro al que llevó
comida en un plato. El día que terminó su papel fue un día clave en el rodaje.
Esa noche brindé con las ciento y pico personas que componían el equipo, y el
brindis fue: "Al fin solos".
Volví a ver a Kinski seis años más tarde. Fue en el último
festival de San Sebastián. El destino nos colocó casi juntos, espalda con
espalda. Yo, naturalmente, no le saludé. Él, seguramente, ni me recordaba.
Junto a él sólo estaba la azafata designada (y resignada) por el Festival. Su
aspecto era bastante deprimente, exhibía continuamente un rictus que a veces
parecía una sonrisa. Definitivamente abandonado por la industria, incapaz de
soportar a un tipo como él, vagaba ahora con tiempo libre por cualquier
certamen que quisiera acogerlo.
Mucha gente pensaba que estaba loco. Yo no lo creo así. Era
un niño mimado, consentido y maleducado. De haber sido una persona mayor, sólo
le cabría el calificativo de hijo de puta. Pero ahora se ha muerto y nos ha
dejado. Descansemos en paz.
FUENTE: El País
La Soledad es bravísima
ResponderEliminar"Me pareció obvio no hablar de su interpretación en Aguirre, película por la que no siento mucha estima, así que cambié de tercio y pasé al cine americano."
ResponderEliminarSi, sólo estimas las peliculas tendenciosas, aburridas y sectarias que has dirigido/patrocinado. Así está el cine de este país.