El lobo ya no es el mismo. Elude la compañía de la manada y ni los ronroneos amorosos de la loba lo sacan de su ensimismamiento melancólico.
Está triste, no aúlla ni deja con su rastro mensajes de amor a su hembra. No corre entre las jaras detrás de las presas ni gruñe a otros animales para defender su territorio, y se muestra renuente con sus deberes de macho alfa. No es remordimiento, en su naturaleza está actuar como actuó, el instinto animal no sabe de culpas. Durante semanas había acechado a la hermosa niña. Soñaba –los lobos también sueñan- con aquellas tiernas y sonrosadas carnes entre sus afilados colmillos. Se preguntaba qué sabor tendría la idílica presa que nunca antes había probado. Con toda su fuerza animal deseaba aquel trofeo, aquel cuerpo virginal y fragante, pero, sobre todo, le atraía el agradable sabor de lo vedado.
Ahora, en el bosque inextricable una sombra gañe al plenilunio estival. Los rayos de luna iluminan la esponjosa hierba que se humedece con lágrimas. Susurra el viento con un gemido que diríase humano mientras el aulladero se inunda con fragancia de espliego. A la rugosa lengua del animal llega un gusto a salitre, salitre que trae consigo una yodada brisa con olor a algas, mientras los matorrales se mueven cual oleaje de lejanos mares.
Cuando las vagorosas transparencias del alba empiezan a blanquear el paisaje, cuando el tímido sol tiñe la floresta con cromáticas pinceladas que van desde el azul al púrpura, desde el rojo al naranja, cuando se despereza el día y las cuevas y loberas parecen bostezos de la misma Tierra, él camina solo, dejando huellas en el limo original, señales sin retorno, porque ya no volverá a la jauría.
El ambarino iris del lobo mira una capa vacía, roja de pecado, pero sus ojos ya no ven, ya no sueñan, ya no desean.
© JAVIER CORIA
ILUSTRACIÓN: Michael Duncan. La ilustración de Michael fue realizada expresamente para este microrrelato, cosa que le agradezco sobremanera. Junto con el dibujo me envió el texto que reproduzco (con la traducción más abajo). Para ampliar hacer clic sobre la imagen:
Notas sobre el dibujo de Caperucita Roja
He tratado de expresar un cierto grado de ambigüedad en la percepción del lobo como tradicionalmente se le considera: (a) como representación del mal, asesino aterrador y (b): un personaje lleno de remordimiento, tristeza e incluso una pizca de amor por Caperucita Roja.
Les Contes de Perrault
Prefacio de P.-J. Stahl, ilustraciones de Gustave Doré
Paris, J. Hetzel, 1861
Así que la imagen se divide en dos mitades es decir, a la derecha un lobo triste, melancólico frente a una ventana abierta desde donde se puede ver la casa de la abuela en un paisaje idílico. Sin embargo, en el lado izquierdo el lobo ve en el espejo el reflejo de su lado oculto. También en el espejo, como un recordatorio constante, hay la presencia fantasmal de la caperuza vacía. Finalmente, como elementos de la historia, hay símbolos grabados en el marco del espejo -las mariposas que ella perseguía- como representación de la inocencia y la libertad, y las escopetas cruzadas de los cazadores - proveedores de la salvación.
Michael Duncan
Frontispicio de Contes de ma mère l'Oye (1867). Gustave Doré
NOTA: “proveedores de la salvación”, dice Michael refiriéndose a los cazadores en el último párrafo de su escrito, porque está pensando en el cuento versionado por los hermanos Grimm. Aunque es un cuento que pertenece a la tradición oral europea, en la primera versión recogida en una colección de relatos: Histoires ou contes du temps passé (también conocido como Los cuentos de mamá oca o ganso, 1697) por Perrault, Caperucita es devorada por el lobo, no hay cazadores que la salven. Perrault es más fiel a la leyenda original que es bastante cruel, con subrepticias referencias sexuales y episodios de canibalismo, como cuando el lobo da de comer la carne de la abuelita a su nieta, aunque este último episodio fue eliminado por Perrault, que se decantó por una versión con la moraleja explícita de prevenir a las jovencitas de irse o hablar con extraños. Como muchos de los cuentos de hadas, éste nos ha llegado edulcorado.
Volumen editado en Aviñón en 1786 por Jean-Albert Joly
En la Italia de la época de Garibaldi y las asociaciones secretas patrióticas, incluso hubo quién leyó el cuento con lecturas más ocultas y con componentes políticos que hacían referencia a la llamada “masonería forestal”, que agrupaba a los carboneros (¿les suena lo de “carbonarios”?), que hacían sus tenidas (reuniones masónicas) en los claros del bosque. ¿Y qué les cuento yo si nos vamos por la rica simbología hermética de las ocas o gansos…? Quizá lo dejaré para otra ocasión, cuando escriba sobre el juego de la oca y su componente simbólico e iniciático, elementos iniciáticos que también están presentes en los cuentos reunidos en el volumen citado.
© JAVIER CORIA
Actualización, 5 noviembre 2012
Una nueva ilustración expresamente hecha para este cuento por Evelio Gómez, de Revista Rambla
Hermoso relato, Javier, con bellas imágenes, si señor. Felicidades.
ResponderEliminarVaya, otro mito infantil que se me desmorona, resulta que el lobo, al final, sí que se comió a Caperucita. Saludos.
ResponderEliminarMagnifico relato y preciosa ilustración, con su permiso la tomo prestada.
ResponderEliminarPD. Siempre me maravilla la serendipia que acompaña la palabra de verificación
readdis
Si obviamos la ortografia dice: lee esto
;D
Que chulo, tanto el texto como la imagen. Si estuviera en papel lo compraba.¿Pertenece a alguna selección de relatos que esté publicada?
ResponderEliminarGracias a Miriam, Anónimo, Núria y Jaume.
ResponderEliminarNúria, como editor yo no veo esas palabras de verificación cuando dejáis un mensaje, pero lo que me cuentas es muy sugerente.
No, Jaume, tanto el texto como el dibujo se publican aquí en rigurosa exclusiva. Claro que si alguna editorial está interesada... Michael es un gran dibujante (para descubrir como ilustrador, ya que creo que es la primera vez que ilustra un relato) y un gran arquitecto, ahora jubilado. Saludos.
¿Existe en España alguna exposición, permanente o no, sobre colecciones de caperucitas? Es que en agosto me visita una amiga argentina que le interesa, y quería llevarla. Gracias y saludos.
ResponderEliminarHola, Pavel. Pues no sabría decirle, me temo que no, hay colecciones privadas que ocasionalmente se muestran, pero no tengo noticia de que ahora esté alguna disponible. De todos modos consultaré con la experta, la mayor de la galaxia, sin duda.
ResponderEliminarY la mayor experta de la galaxia en Caperucitas tiene blog?
ResponderEliminar:)
Pues no, Núria, de momento no tiene blog, aunque se lo han propuesto. Pero de verdad que su colección es la mejor que tenemos en este país. Besos.
ResponderEliminarMe gusta mucho este cuento, es una idea muy bonita.
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