James Joyce ha sido, en palabras de buen número de los escritores más importantes de la historia, influencia inalienable y totalmente necesaria para comprender la literatura anglosajona moderna y contemporánea.
Dueño de poemarios y obras narrativas de la talla de Ulises o Finnegans Wake, el escritor irlandés, si bien ha vivido el grueso de los años paseando palmito por medio mundo, casi como un alma nómada, casi todas sus historias, razones y justificaciones van a posarse en su Dublín natal. Alfonso Zapico, ilustrador al alza en los últimos años gracias a esa recreación del conflicto palestino-israelí titulado Café Budapest y el Premio a Ilustrador Revelación en el Salón del Cómic de Barcelona del pasado curso, se ha obsesionado con la figura de Joyce de manera tal que ha dedicado tres años de su vida no sólo a atar cabos para presentar una historia coherente y bonita, sino que se ha documentado tan hasta las trancas que ha desgranado todo el árbol genealógico del mítico escritor irish en Dublinés, el cuaderno de viaje de James Joyce y el fiel retrato de un artista que, por fin, ha sido reconstruido. Fan fatal.
Dublinés guarda cierta reminiscencia con el storyteller. Es una suerte de biopic cinematográfico basado en la figura de Joyce. Tiene todo lo que tiene que tener una película, pero como si fuera a un ritmo lentamente veloz: desenreda la trama a partir de una fijación con el entorno histórico que se retrotrae a sus ascendientes paternalistas pasando por la etapa más convulsa de su carrera, incluso llevándonos a zonas especialmente morbosas (encuentros con otras figuras intelectuales de la época con las que compartió camarilla como Ibsen, Wells, Virginia Wolf, Hemingway o Beckett, entre muchos otros) convirtiendo la historiografía de Joyce en un manual de sinsabores míticos, anecdóticos, inusuales y especialmente atractivos tanto para aquel que lo entiende como figura clave en la literatura como para el que no tiene ni la más pajolera idea de quién era. El autor asturiano logra filmar a cámara lenta el legado histórico no sólo de Joyce como escritor, sino como figura humana de interés, sea público o no, conectando con la rama más documentada y biográfica como con el lector de historietas avezado y fanático del héroe bohemio. Los mitos y las leyendas quedan resumidos en las 229 páginas que Astiberri edita por primera vez (en unos años estaremos hablando, más que probablemente, de nuevas reediciones, como ha ocurrido con Paco Roca) en impoluto blanco y negro y con una influencia del cómic español clásico especialmente notable (de Ibáñez a Vázquez) en el trazo que nos traslada, si cabe, con mayor locuacidad a un entorno opaco pero intensamente realista. El cine que se intuye, en papel.
Alan Queipo
FUENTE: Revista NotodoAstiberri Ediciones
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