Dicen que la novela Contra natura (À rebours) es una especie de Biblia del espíritu decadente que marcó el fin del siglo XIX. Si todos los fines y principio de siglos se parecen, quizá sea bueno conocer, en los comienzos del siglo XXI, las obras de un ser extraño, pesimista antropológico, naturalista en sus comienzos y escritor de un decadentismo exquisito en su final. Contradictorio y cambiante en sus gustos estéticos que ya paladearon desde Paul Valéry hasta Marcel Proust. En fin, un conservador que innovó y que abjuró de la vida moderna siendo un moderno, si me permiten la contradicción de los términos.
Sobre Contra natura (A contrapelo o Al revés fueron otros tantos títulos con los que se publicó en España) Guillermo Cabrera Infante, que tenía esta novela como libro de cabecera, escribió este prólogo a la primera edición de Tusquets publicada en 1980:
AL REVÉS DE LA NATURALEZA
Contra Natura (1884) forma, junto A vau-l´eau (1882) y En rade (1887), un tríptico que colocó a Huysmans entre los autores más conocidos, leídos y polémicos de su época. A través del personaje de Des Esseintes, Huysmans no sólo describió e inmortalizó el torpor, la languidez y las venenosas y perversas neurosis spleenescas del siglo que terminaba, sino que lo encarnó en un héroe kierkegaardiano, grotesco y patético a la vez, que pasó a ser una de las figuras más representativas de la angustia que haya dejado la literatura. Es, en cierto modo, el precursor de Roquentin, el protagonista de La náusea, de Sartre. La tercera persona a la que recurre el autor para narrar el profundo rechazo y el tedio “que lo corrompe todo” de Des Esseintes, no es más, en realidad, que una máscara que encubre al propio Huysmans. Des Esseintes era simplemente su Mister Hyde, del que sólo podía librarse, para salvarse como escritor, y quizá como hombre, expulsándolo fuera de sí mediante la escritura, y reconociendo así la presencia fantasmal de su doble.
Guillermo Cabrera Infante
Joris Karl Huysmans era el seudónimo de Charles Marie Georges Huysmans (1848-1907), funcionario de baja categoría del gobierno francés, crítico de arte y, sobre todo, escritor.
ALLÁ ABAJO, EN EL INFRAMUNDO INFERNAL
Tengo un amigo que dice que yo, y en este blog lo demuestro de vez en cuando, estoy atento a las “anomalías” y me gustan los raros y malditos. Tiene razón. Por eso no puedo pasar por alto la última etapa de Huysmans y comentar una de sus novelas más extrañas y geniales. Después de una gran crisis psicológica y de ideas (1), el escritor francés entró en una etapa de profundo misticismo que le llevó a abrazar el catolicismo y morir, entre grandes dolores según nos cuentan, en el retiro de un monasterio benedictino. Pero unos años antes, en 1889, su amigo el novelista Rèmy de Gourmont le presentó a su amante madame Berthe Courrière, que fue modelo y amante a su vez de varios artistas. Courrière introdujo a Huysmans en los círculos ocultistas de París. Él se inspirará en la figura de la amante de su amigo –y al final la suya, ya que la compartieron un tiempo-, que terminó con delirios psicóticos, por cierto, para crear el personaje de madame Chantelouve de su novela satánica Là-Bas. Pero no sólo eso, sino que utilizó al citado personaje para vengarse de una amante anterior.
Durante el año 1888 nuestro autor mantuvo una relación con Henriette Maillat, conocida satanista. Maillat, al parecer, era aficionada al comercio amoroso con literatos de la época. El personaje de madame Chantelouve también intentará seducir con impostadas cartas el amor del protagonista Durtal, el personaje que encarna a un escritor en la novela. Curiosamente las cartas reproducidas en la novela son muy parecidas a las enviadas por Maillat a Huysmans. Claro que al margen de las referencias autobiográficas, el novelista inició una breve investigación que le llevaría al Castillo Tiffauges, el castillo de Barba Azul, donde conoció la historia de este siniestro personaje (2). El cuadro la Crucifixión del pintor Matthias Grünewald y algún que otro sacerdote, como Louis van Haecke, también fueron fuentes de inspiración de su novela. Por cierto, Huysmans utiliza la figura de Haecke, rector de la Capilla de la Santísima Sangre de Cristo, como modelo para crear al satanista Chanoine Docre de su novela. Dato nada alejado de la realidad ya que, según testimonios de la época, el párroco abrazaba el satanismo y realizaba misas negras en el mismo lugar en que la tradición situaba la custodia de la Sangre Real de Cristo. Ya saben, lo que es arriba es abajo.
Allá lejos o Allá abajo, que de las dos formas se tituló en sus ediciones en castellano, es una novela demológica de un ocultista que frecuentó a Rosacruces, satanistas e espiritistas antes de su conversión al catolicismo dirigida por su amigo el abate Mugnier, habitual del mundillo literario y artístico de la época. Inspiración de autores como Georges Bataille, nuestro Luis Buñuel llegó a escribir un guión sobre este libro que nunca llegó a convertirse en película. En la novela se mezcla la demonología medieval con hechos de su tiempo y del mundo del ocultismo francés del siglo XIX, que él conocía bien por propia experiencia y por su trabajo de funcionario del Ministerio del Interior y del Culto. La primera edición, de 1891, fue en forma de folletín en El eco de París, pero pronto se publicó como libro obteniendo un gran éxito comercial. Si los personajes de Huysmans buscan la felicidad mediante la huída material y espiritual, en esta novela queda claro que ese escapismo conduce a no pocas contradicciones. Lo divino y lo demoniaco, las dudas y la angustia, lo material y lo emocional, las luces y las sombras, el misterio en estado puro, el miedo y la incertidumbre que cada cual exorcizamos a nuestra manera; con lo espiritual, con las certezas científicas, con la cultura o el arte. De eso trata también esta novela.
Como ya dije, Huysmans murió en la paz de un monasterio benedictino del que era oblato. Unos años antes había fallecido su amante más antigua, Anna Meunier. Atrás quedaban las visitas a los prostíbulos, las reuniones de oscuras sociedades secretas, el trabajo rutinario de un modesto funcionario pero que nos supo dejar unos interesantes personajes literarios, algunos tan importantes en la Historia de la Literatura Universal como el solitario y melancólico (al igual que el Nemo de Verne) Des Esseintes. Hijo del naturalismo, su estética simbólica e impresionista influyó a no pocos literatos. Con mucho retraso, que en paz descanse y que viva en nuestras, y en las de ustedes, lecturas. Sí, ustedes también lo están pensando, me refiero a esa palabra para terminar esta nota… pues ¡Amén!
© JAVIER CORIA
NOTAS:
1) Aunque participó en el libro colectivo Las veladas de Médan, verdadero Manifiesto del Naturalismo, y escribió novelas inspiradas en el naturalismo de Émile Zola, desertó del movimiento. A partir de su novela À rebours (1884) las aspiraciones estéticas del autor discurren por el decadentismo y el misticismo católico de su última etapa.
Castillo Tiffauges
Impresionante artículo, magníficas ilustraciones, todo un lujazo. No he leído nada de Huysmans, pero si hay algún libro de él en la biblioteca que frecuento, seguro que en la próxima visita me lo llevo en préstamo.
ResponderEliminarGracias, Miguel
ResponderEliminarNo sabía nada de este autor, gracias por descubrirme cosas nuevas.
ResponderEliminarAquí también interesante artículo, y además le citan:
ResponderEliminarhttp://www.viajesconmitia.com/page/2/?x_=0&y_=0
Vaya personaje y los que nos hace descubrir, como que Gilles de Rais el asesino de niños, luchó con Juana de Arco. Me metí en este blog, para ver porque Roberto Bolaños bautizo La Bas al fundo de Farewell. Interesantísimo gracias. Andrea O'F
ResponderEliminarDe nada Andrea, llegar aquí de la mano de Bolaño, es todo un honor para mí. Gracias.
ResponderEliminar