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jueves, 27 de diciembre de 2018

CUENTO DE NAVIDAD


Por: Gatopardo.

Los mellizos participarán en el Auto de Navidad vestidos de pastores y no pueden hacer de Reyes Magos, que es lo que habrían querido; pero ni siquiera habrá camellos, así es que están rabiosos. Tienen casi seis años y están deseando ser mayores para hacer lo que les da la gana, y poder actuar en un teatro con piratas y un superman que vuele.
     
      Ha dicho Sor Inocencia con su manía de usar diminutivos para hablar con los niños:    
  —Hay que adornar el escenario con globitos de colores. Tenéis que traer diez globitos cada uno.

      Los mellizos no se parecen en nada, si serán diferentes que se llaman María José y José María. Les hubiera gustado ser hijos únicos; pero como no pudo ser, les hubiera gustado ser gemelos idénticos para no tener que ir los dos al colegio: habrían convencido a sus padres de que sólo tenían un hijo y se habrían turnado, no se habrían visto obligados a tragar el jarabe, acostarse a las nueve y media, lavarse los dientes, ir al dentista, hacer de pastorcitos… sin poderse escapar. Siempre “los dos”.

      Los mellizos han recibido el dinero para comprar globos; pero quieren comprarse huevos de chocolate con sorpresa dentro, y como hacen los deberes en la rebotica de la Farmacia de sus padres, han decidido coger los globos que venden allí, que son transparentes, pero les pintarán ojos y sonrisa con sus témperas nuevas. En vez de diez cada uno, llevaran cincuenta porque como no son de colores…

      —¡Diremos que eran más baratos y nos han dado más! — dice ella
      —¡Buena idea!— dice él.

      No se sabe por qué, cuando ya está preparado todo, la Virgen y San José con un muñeco de Niño Jesús en la cuna, los peluches que hacen de buey, que es un león al que han puesto unos cuernos de vikingo y el asno, que parece un poco raro con tantas rayas blancas y negras, los pastores, los Reyes Magos sin camellos, todos los globitos colgados, y se abre el telón, los padres no se callan… Al contrario, cada vez arman más barullo… Y luego quieren que ellos estén calladitos cuando les mandan. De pronto, aparecen sus padres en el escenario y le dicen a Sor Inocencia que cierre el telón y como locos empiezan a descolgar los globitos pintados de los mellizos.

      —¡Vosotros dos vais a estar castigados sin ver televisión todas las vacaciones de Navidad!

      Cuando vuelven a abrir el telón todos están descentrados y nerviosos: la Virgen María de pronto se pone a llorar y dice que tiene sueño, le duele la barriga, y sale corriendo. Al Rey Mago Melchor, que se le ha caído la barba y la lleva como un babero, le entran tantas ganas que levanta su dedito para pedir permiso, y como nadie le dice que puede ir, avisa muy educado: “¡Tengo un pis!”,  y abandona corriendo el escenario. Mientras, los mellizos, vestidos de pastorcitos, lloran a más y mejor, y gritan a sus padres que no es justo, todas las vacaciones sin ver la televisión… Para seguir leyendo:




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