Por:
Carlos Enrique Bayo.
Se llama “árbol envenenado” y
puede destruir cualquier causa judicial. Y es eso precisamente lo que está
intentando hacer un grupo de policías que proceden de la brigada política de
Interior y tratan de impedir que la Justicia les haga pagar por sus pecados.
Sólo
así se explica que aparezca un segundo pendrive
apócrifo justo el día después de que el juez de la Audiencia Nacional José
de la Mata haya citado a declarar a los que deberían saber cómo apareció (el
pasado verano) otra memoria USB, también sobre el caso Pujol, que se trató de colar
en la causa como procedente de un juzgado barcelonés, cuando en realidad se la
había guardado durante cuatro años el anterior Director Adjunto Operativo de la
Policía (DAO), Eugenio Pino, sin entregarla —como por supuesto era su deber— a
los tribunales.
Porque
la sospechosa aparición de estos pinchos digitales, justo cuando los
integrantes de ese entramado mafioso se ven amenazados por la Justicia, tiene
una explicación más que evidente: durante muchos años, esos funcionarios
públicos con poderes y fondos reservados se estuvieron quedando con materiales
incriminadores o comprometedores para emplearlos en el futuro como instrumentos
de chantaje o de protección personal.
Sin
embargo, algunos magistrados siguen siendo remisos a investigar a altos mandos
policiales, incluso después de su jubilación, y toleran claras violaciones de
la legalidad en sus actuaciones o declaraciones ante los tribunales.
Ése
es el caso del ex
número dos de la Policía, quien ha continuado autoinculpándose de conspirar
contra políticos opositores en la segunda parte de su entrevista en El Mundo.
Si el día anterior trató sobre el caso Pujol (para quejarse de los jueces
“garantistas” que exigen “pruebas reales” antes de encarcelar a los
investigados), esta vez se despacha a gusto contra Podemos, al que acusa
repetidamente de financiarse ilegalmente con dinero de Irán y de Venezuela.
¿Sus pruebas?
“Yo,
a título particular, creo que sí, pero no lo puedo demostrar”.
¡Caramba!
Menudas convicciones “particulares”. Lástima que no fueran tan privadas cuando su
brigada política entregó a sus periodistas afines el infame Informe PISA en el que falsamente se aseguraba que eso
estaba plenamente demostrado, para que así se publicara a toda portada con el
fin de destruir a Pablo Iglesias. Una fabricación elaborada por confidentes que hoy siguen trabajando
para Interior, según ha reconocido el propio Pino en su último escrito al juez
De la Mata.
¿Qué
cómo sabemos que fue la brigada política de Interior la que filtró ese falso
PISA como si fuera cierto? Pues porque en las fechas del arranque de esa
campaña mediática la cúpula policial a las órdenes de Pino cruzó más de 200
llamadas telefónicas con los periodistas que lanzaron esa exclusiva a bombo y
platillo. Más aún, el
propio Pino y su jefe de gabinete, José Ángel Fuentes Gago, se reunieron
personalmente con el tertuliano Eduardo Inda que lanzó esa falsificación a los
cuatro vientos.
Todo
ello, aparte de haber sido contrastado por las investigaciones de Público, quedó
avalado una vez que Pino se retiró precipitadamente de la querella que
interpuso contra Patricia López —la única periodista jamás demandada por
un director adjunto operativo de la Policía— en cuanto la jueza encargada
del caso pretendió practicar la diligencia de comprobar los posicionamientos de
los móviles de Pino y de Inda en las fechas comprometedoras.
Vamos,
que difícil lo tiene el ex número dos de la Policía para demostrar que él no
participó en ese montaje contra un partido político rival.
Quizá
lo hizo por convicción, claro. ¿Y qué le llevaba a estar tan convencido?
“Hay
un país que se llama Venezuela donde la información es a chorros”, contesta
Pino en la entrevista de forma altamente esclarecedora. En cuanto a los “chorros
de información”, más bien fueron chorreos: cinco
exfuncionarios venezolanos protegidos por EEUU, algunos con fortunas en
paraísos fiscales como Panamá, viajaron a Madrid (a costa de los contribuyentes
españoles) para ofrecer su testimonio contra Podemos y de ahí surgió el
documento falso contra Iglesias que publicó Inda. Pero no eran más que
falsarios: “Los confidentes eran tan endebles que no se pudieron emplear para
una segunda versión del informe PISA”, aseguró a Público una fuente policial.
Pero
vamos, seguro que algo habrá, ¿no? Es como si el máximo responsable operativo
de la Policía de toda España hablase en un bar de pueblo sobre algo que acaba
de ver (sin entenderlo demasiado) por la tele:
“Es
una información, no puede decirse si es buena o mala”, replica Pino a la
pregunta de si “la información” (que, por cierto, publicó sin verificarla el
mismo que le está entrevistando) ¿es buena?
“Nuestros
informes no debían ser muy falsos cuando nuestros confidentes están recibiendo
amenazas”, es todo lo que se le ocurre argumentar al ex director adjunto
operativo del conjunto de las fuerzas del orden para justificar que se lanzara
una campaña de infundios indemostrables contra un partido político en medio de
dos campañas electorales.
Fenomenal. Nosotros también recibimos amenazas (y no
tenemos cuentas en Panamá ni somos testigos protegidos por EEUU), así que
debemos tener siempre razón.
Ahora,
lo que ya es de traca es que el máximo responsable de las operaciones
policiales de España diga que “no se puede comprobar porque hay que ir para
allá”, refiriéndose a Venezuela. ¡Vamos anda! Pero si el comisario Villarejo
fue “para allá”. ¿Qué pasa? ¿No había fondos reservados suficientes para pagar
el vuelo de Iberia a Caracas, pero sí para traerse a Madrid a cinco falsarios
con cuentas en Panamá?
Voy
terminando.
“Villarejo
no ha investigado nunca la corrupción en Cataluña. Se limitó a traer a Javier
de la Rosa para que se le tome declaración. Que me conste no ha vuelto a
investigar nada en Cataluña”.
Se
puede mentir más alto, pero no más claro: contamos con pruebas fehacientes,
documentales y de cargo, que demuestran que el ex director adjunto operativo de
la Policía está mintiendo a sabiendas de que lo hace. Pruebas irrefutables de
que Villarejo participó en la Operación Cataluña, por orden de ese mismo DAO,
más allá de toda apariencia de legalidad. Y las vamos a publicar en breve.
¡Ah!
Se me olvidaba. Prometí hablar de las mentiras de Pino sobre las grabaciones al
exministro del Interior Fernández Díaz en su despacho oficial… Pero ya llevo
mucho escrito. Además, cuando contemos toda la verdad —y nada más que la
verdad— sobre ese tema, quedará negro sobre blanco que todos los que afirman
tener información exclusiva sobre lo que sólo Público sabe (y reveló en parte,
dinamitando a la brigada política) están dando palos de ciego.
Por
no aburrir, hoy sólo adelantaré que en breve revelaremos todo lo que nadie
conoce sobre el “Fernándezgate”. Y temblará el misterio.
Fuente: El
Tablero Global
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