Yo
vivo
como
quien busca un galeón hundido en alta mar,
día
tras día,
sin
brújula y sin norte,
con
un viejo mapa desgarrado como única certeza,
que
reproduce a escala el último fraude
y
la atroz belleza del primer fracaso.
Yo
escribo
concelebrando
la inicua naturaleza de lo inane,
sin
fe y sin liturgia,
cuando
todo es silencio alrededor
y
nada significa alinear las palabras:
la
única ascesis a mi alcance,
a
falta de algún viaje a ningún sitio
o
de un apasionado amor,
que
olvidaré enseguida, como siempre,
porque
no se parece a Pío Baroja
ni
a don César de Echagüe.
Clotilde Tambroni (seudónimo).
Del libro inédito La noche de las Águedas.
Foto:
P. Salaun
Nota de Gatopardo: Desde hace siglos, el 5 de febrero, el día de Santa Águeda, las mujeres de media España salían solas, en actitud desvergonzada, sin miedo, tomaban calles, plazas y ocupaban espacios de poder, como en Zamarramala. Por extensión se considera que las águedas son las brujas, mujeres perversas que no acatan lo establecido.
Foto portada: Cartier-Bresson
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