Por:
Javier Coria
Ediciones Minotauro celebra su
sesenta aniversario con la publicación, numerada y limitada, de Crónicas marcianas, de Ray Bradbury, el
primer libro que publicaron en 1955.
En
agosto de 1955, en la Argentina, la recién fundada Ediciones Minotauro publicó Crónicas marcianas, con un prólogo de
Jorge Luis Borges y la traducción de un tal Francisco Abelenda, que a veces se convertía en Luis Doménech,
Ricardo Gosseyn o simplemente F. A., que todos ellos fueron los seudónimos que
utilizó el editor y traductor Francisco Porrúa (Corcubión, A Coruña, 1922 - Barcelona,
18 de diciembre de 2014), más conocido por Paco Porrúa y de nacionalidad
hispano/argentina. Con apenas un año y medio, Porrúa fue llevado por sus
padres, el padre era marino mercante, a la Patagonia Argentina, exactamente a
Comodoro de Rivadavia. Sus primeras lecturas adultas fueron de H. G. Wells y
Jules Verne, por lo que no es de extrañar que la editorial que fundó estuviera
dedicada a la literatura fantástica, la ciencia-ficción, el misterio y el
terror. Fue en 1955, cuando trabajando como traductor y editor en una
enciclopedia, le cayó en las manos la revista que fundaran Jean-Paul Sartre,
Simone de Beauvoir y el filósofo Maurice Merleau-Ponty, Les Temps Modernes. En esta publicación leyó un artículo que
hablaba sobre “el poeta de la ciencia-ficción”, Ray Bradbury. Tras leer El hombre ilustrado del citado autor,
compró los derechos de Crónicas marcianas
y con una traducción suya fue el primer libro de la naciente editorial
Minotauro, a la que luego se asociaría el catalán Antonio López Llausàs,
que exiliado en Argentina, fue hasta su muerte (1979), el gerente de la
Editorial Sudamericana; editorial que tendría una sucursal en Barcelona con el
nombre de Edhasa. Por cierto, Llausàs fue uno de los fundadores de la
desparecida librería Catalònia en 1924 y que cerró, acuciada por la crisis y la
especulación inmobiliaria, en 2013. En 1977 Porrúa se trasladó, con su
editorial, a Barcelona manteniendo una edición en Argentina. En ese año la
editorial dio un gran salto al publicar el primer volumen de la trilogía El Señor los anillos, de J. R. R. Tolkien, que fue completada en 1980. En 2001 la editorial fue vendida al
grupo Planeta, que instauró anualmente el Premio Minotauro de Literatura
Fantástica, que se concede desde 2003. Claro que el personalísimo criterio
editorial de Porrúa para la elección de títulos se perdió con esta venta.
Crónicas marcianas es una colección de relatos que
recogen la crónica de una humanidad al borde de la destrucción y que se ve
forzada a la colonización de otros planetas, en este caso Marte. Como ven, a
veces la ciencia-ficción no es más que un mal augurio cierto del presente. Los
colonos llevan consigo sus deseos más íntimos y el sueño de reproducir en el
Planeta rojo una civilización parecida a la que disfrutaban en la Tierra, claro
que el yanquicentrismo -si me
permiten el palabro-, reduce la civilización de toda la Tierra al American way of life. Pero en el
equipaje van también los miedos ancestrales, como el miedo al diferente, o las
enfermedades, que diezmarán a los marcianos. Todo ello apunta más hacia un American horror story. Como lo hicieran
en siglos pasados otros autores que también nos llevaron al espacio, Luciano de
Samósata, Ariosto, Kepler, Godwin, Wilkins o el mismísimo Cyrano de Bergerac, Bradbury
se traslada al futuro para hablarnos del presente y, en definitiva, de la
condición humana.
En
esta edición de Minotauro (limitada a 2.300 ejemplares) se conserva la
traducción que Porrúa (Francisco Abelenda) revisó en 1995. Además se incluyen
dos relatos nuevos: El desierto,
inédito en castellano, y Los globos de
fuego. Completan la novedad dos prólogos que no aparecían en la edición
original, uno del propio Bradbury y otro de John Scalzi, el autor de la saga de
ciencia-ficción La vieja guardia (Old
Man’s War). Se conserva el prólogo de Borges y se le ha añadido cuatro
ilustraciones de Edward Miller.
“¿Qué
ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, al cerrar las páginas de su
libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y
de soledad? ¿Cómo pueden tocarme estas fantasías, y de una manera tan íntima?
Toda literatura (me atrevo a contestar) es simbólica; hay unas pocas
experiencias fundamentales y es indiferente que un escritor, para
transmitirlas, recurra a lo fantástico o a lo real, a Macbeth o a Raskolnikov,
a la invasión de Bélgica en agosto de 1914 o a una invasión de Marte. ¿Qué
importa la novela, o la novelería de la science-fiction?
En este libro de apariencia fantasmagórica, Bradbury ha puesto sus largos
domingos vacíos, su tedio americano, su soledad, como los puso Sinclair Lewis
en Main street.”
Jorge Luis Borges (del prólogo de Crónicas marcianas, edición de 1955 en Minotauro)
Leer
el primer capítulo: Crónicas marcianas (PDF)
El
equipo del proyecto Mars Rover de la NASA le muestra a Bradbury cómo funciona y
hablan de la influencia de su obra en el proyecto.
El 12
de noviembre de 1971, en la víspera de que la Mariner 9 realizara la primera
órbita en Marte, Ray Bradbury fue parte de un simposio en el Caltech, junto a
Arthur C. Clarke y Carl Sagan, entre otros.
Interesante
documental de 1963 sobre la figura del escritor
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