Por:
Javier Coria
Georges
Wolinski, de 80 años de edad, era el genial humorista gráfico que fue asesinado
con sus compañeros de la revista que él ayudó a refundar, Charlie Hebdo. Se autodefinía como un “izquierdista libertario”, y
sus colegas lo definían como un mujeriego simpático y gamberro para el que nada era tan
sagrado que no pudiera desdramatizarse con el humor y la provocación
satírica, y claro, con la más pura libertad de creación que siempre practicaron él y
sus compañeros.
“El rey
de los gilipollas” (Le roi des cons) pasó de ser una expresión popular a un
personaje carismático que dibujó Wolinski y que hoy forma parte del imaginario
iconográfico del pueblo francés. Un rey con corona, con cara de estúpido y
abrigo de armiño. Hay una conocida anécdota que dicen que fue la primera
aparición del estrafalario personaje. Mohamed Reza Pahlavi, a la sazón el
último sah de Irán, en el año 1971 montó en la ciudad de Persépolis los fastos de
la conmemoración de los 2.500 años del Imperio Persa. Con el objetivo político
de abrirse a la comunidad internacional, las ceremonias se financiaron con 22 millones
de dólares en un país con grandes necesidades sociales. La preparación de los
cortejos incluyó una sangrienta represión de los opositores políticos, lo que
hizo que muchos de los jefes de Estado invitados (acudieron más de 30) se
preguntaban de la “inconveniencia” de acudir a los actos de una dictadura. Por
cierto, de España (entonces en plena dictadura franquista) fueron los entonces
príncipes Juan Carlos y Sofía, o los presidentes Tito de Yugoslavia, y Ceausescu
de Rumanía. El presidente de la República Francesa, Georges Pompidou, mandó a
su primer ministro Jacques Chaban-Dalmas como forma de eludir el compromiso,
pero nadie esperaba que fuera un ninotaire
(como decimos en Catalunya) quien diera la campanada con una portada en Charlie Hebdo. El sah, vestido de
militar, se dirigía al “rey
gilipollas” que con su permanente cara de pánfilo escuchaba esto: “Usted ha
hecho bien en venir” (Vous avez bien fait
de venir). De esta forma, Francia, encontraba a su mejor representante para
enviar, y a la altura del anfitrión. El propio Wolinski tenía esta frase: “Soy
un gilipollas, pero cuando veo lo que la gente inteligente hace en el mundo…”.
Georges
Wolinski nació en Túnez en 1934. Su madre era franco-italiana y su padre un
judío polaco. Su carrera como humorista gráfico la comenzó en la revista Acción (aunque en 1958 ya vendía dibujos
para la revista Rustica), y fue
durante el Mayo del 68, en que sus dibujos y viñetas alcanzaron gran éxito. Con
el caricaturista Siné (Maurice Sinet) fundó la revista L’Enragé, que aunque desapareció pronto, tuvo muy buena acogida en
el París de las revueltas estudiantiles. Luego vendrían sus trabajos en las
revistas como L’Humanité, Le Nouvel Observateur, París-Match y claro, las revistas
satíricas Hara-kiri, Hara-Kiri Hebdo. Charlie Hebdo, del que fue su director
entre 1970 a 1981, sacó su primer número en diciembre de 1970 con una portada con el título: "Franco asesino". Después de unos problemas económicos desapareció la revista.
En 1992, Wolinski y sus colegas Gébe, Cabu, Renaud y Philippe Val refundaron la
revista con el nombre de Charlie Hebdo.
Fue allí donde las balas asesinas del yihadismo terminaron con la vida de
Georges Wolinski, el 7 de enero de 2015. Junto a él murieron otros cuatro
dibujantes: Charb, de 47 años, Cabu, de 76, Tignous, de 57, Philippe Honoré, de
73. Además de de otros colaboradores de la revista y los policías. Entre los
fallecidos estaba el economista Barnard Maris, de 68 años, editor y accionista
de la revista, donde tenía una columna que firmaba como: “Tío Bernard”. Bernard
Maris era militante de los Verdes y ex miembro del Consejo de ATTAC, y era hijo
de republicanos españoles que se refugiaron en Francia huyendo de la represión
franquista tras la Guerra Civil.
Georges
Wolinski era el mejor representante de ese humor vitriólico y descarnadamente
provocativo, y descaradamente libre, del Charlie
Hebdo. Lejos de la ironía biempensante de otras revistas satíricas
francesas como, por ejemplo, Le Canard
Enchaîné, las portadas de Charlie
Hebdo eran como un puñetazo en el estómago que te hacían pensar. Hasta las
personas más serias y favorables a la imparcialidad más estricta (si es que
existe), no dudaban en echar una mirada al semanario para escandalizarse,
sonreír o lanzar una carcajada ante las burradas de los chicos del “Charlie”.
El
humorista gráfico español José Antonio
Fernández Fernández (que trabajó en El
Papus, otra revista satírica que sufrió un atentado fascista con bomba en
1977), conocido profesionalmente como Fer, nos recordaba en estos días desde
las páginas de El Periódico de Catalunya cuando
Wolinski vino a la población catalana de Llançà (Costa Brava, Girona), para
recibir el premio que el propio Fer había creado en 1996, el Premi Gat Perich,
en referencia al “gato” que siempre dibujaba otro gran historietista, Jaume
Perich (El Perich), fallecido un año
antes. Fue en 1998 cuando Georges Wolinski paseo su divertida locura por la
villa ampurdanesa. Fer recuerda como el francés, y hablando del atentado de El Papus, le dijo que: “La extrema
derecha es antihumor, pero no tenemos que bajar la guardia y seguir adelante.
No hay que ceder, y el lápiz es nuestra arma”. Quién lo iba a decir que, a los
17 años de aquellas palabras, precisamente los lápices serían el emblema contra
la intolerancia y la sinrazón del asesinato de sus compañeros y de él mismo.
Hacemos
nuestra la frase de Natacha, una de las hijas de Wolinski: “Mi padre está
muerto, no Wolinski” (Mon pere est mort;
pas Wolinski).
Publicado
en la revista Rambla
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