Por: JAVIER CORIA
El
28 de enero de 1839, el periódico de Madrid, El Correo Nacional, publicó la traducción de un artículo aparecido
en La Gazette de France el día 6 del
citado mes. En el artículo firmado por Hippolyte Gaucheraud se daba cuenta del
invento del daguerrotipo con cosas como estas: “Desconcierta todas las teorías de las ciencias ópticas y de la luz, si se confirma, promete ser una revolución
de las artes...”.
Pero qué era esto que según el periodista iba a cambiar las
artes. ¿Qué es un daguerrotipo?
EL
INVENTO DEL DAGUERROTIPO
Desde antiguo se conocía la
propiedad de ennegrecimiento del cloruro de plata, la Luna Cornata de los alquimistas, cuando se exponía a
la luz. Fueron varios los que investigaron el fenómeno hasta que Joseph-Nicéphore Niépce buscó un método
para fijar las imágenes proyectadas por la cámara oscura. En 1816, Niépce
realizó sus primeras heliografías. Muerto Niépce,
Louis-Jacques Mandé Daguerre, pintor y decorador teatral famoso por sus
Dioramas, perfeccionó la fórmula que había conocido tras su asociación con
Niépce. Gracias a sus contactos y apoyos aún no suficientemente estudiados,
Daguerre se llevó todo el mérito y la historia lo considera como el inventor de
la fotografía olvidando a Niépce, menos dotado para los negocios y
probablemente con menos amigos influyentes. El procedimiento pasó a llamarse daguerrotipia.
Las imágenes se impresionaban en unas placas de cobre tratadas con vapores de
yodo. Después de unas larguísimas exposiciones, se revelaban con vapores de
mercurio con gran peligro para los fotógrafos. Muchos murieron envenenados
durante estos revelados.
François Arago
Pere Felip Monlau Roca
El 7 de enero de
1839, el político republicano y astrónomo François Arago –que por cierto era del Rosellón y de familia
catalanohablante- hizo la primera comunicación del descubrimiento en la
Academia de las Ciencias de Francia. En julio haría lo mismo en la Cámara de
los Diputados, hasta la presentación pública del 19 de agosto. Pues bien, siguiendo
estas comunicaciones en París y enviando notas sobre ellas a la revista mensual
Museo de Familias, se encontraba un
médico y periodista liberal catalán que fue el introductor del daguerrotipo en
nuestro país. Se trataba de Pere Felip Monlau Roca (1808-1871), corresponsal en París de la Real Academia de
Ciencias y Artes de Barcelona. Con un amplísimo historial científico, se dedicó
a la psicología, el urbanismo, la literatura, etcétera. Fue el introductor del
higienismo en España y dirigió el Museo Arqueológico de Madrid en la etapa
1867-68. Felip Monlau también fue el
impulsor de la campaña que con el grito: “¡Abajo las murallas!” (1841), promovió el derribo de la muralla de Barcelona.
Cosa que se hizo por razones higiénicas y sanitarias, así como por la lógica
necesidad de expansión de una ciudad que crecía a marchas forzadas. Monlau fue
miembro del Partido Liberal Progresista; su activismo revolucionario le llevó a
ser deportado a Canarias y Francia. Alejado de la política, terminó sus días
dedicados a la docencia y a su labor humanista y científica.
Cámara de daguerrotipia de
la casa Daguerre
Manifiesto: ¡Abajo las
murallas!
EL
PRIMER DAGUERROTIPO DE ESPAÑA
Otro catalán, el grabador Ramón Alabern Casas (ca.1830-ca.1868), también se encontraba en París en
aquella época. Miembro de una conocida familia de grabadores ochocentista, Alabern
estaba en la capital de la luz, nunca mejor dicho en este caso, perfeccionando
su técnica de grabado sobre acero, que luego emplearía en sus famosos mapas
geográficos. Asombrado por el nuevo invento que tendría mucho que ver con su
especialidad, adquirió una cámara de Daguerre y aprendió la técnica. Los dos catalanes volvieron a Barcelona y
Monlau convenció a la Academia catalana para que compraran la cámara de Alabern
y los utensilios necesarios; por todo ello se pagaron 1946 reales de vellón
–aleación de cobre y plata-. En apoyo de su petición, Monlau enseñó a los
académicos unos daguerrotipos realizados en París que mostraban la esbelta
imagen de la iglesia de la Magdalena, esto terminó por convencer a los más
reticentes. Se creó una comisión con el propio Monlau y sus colegas académicos,
Tomás Mer Serra y el famoso químico Josep Roura Estrada, para: “tomar unas
vistas” en una sesión pública y solemne.
Anuncio del Daguerrotipo
El
domingo 10 de noviembre de 1839, a las 11 horas y media de la mañana, se
realizó en la plaza de la Constitución –hoy Pla de Palau- el que está
considerado, hasta hoy, el primer daguerrotipo de España. La vetusta cámara se situó en una terraza de la calle
General Castaños, número 7, donde hoy recuerda el hecho una desvencijada placa
firmada por la heroica Agrupación Fotográfica de Cataluña –entidad fundada en 1923- y que colocaron allí en
diciembre de 1975. Alabern fue el autor material de la experiencia y se
presentó como discípulo directo de Daguerre. El acto estuvo amenizado por una
banda de música militar y el comienzo y final de la exposición necesaria para
impresionar la placa, que duró veintidós minutos, se anunció con disparos de
fusil. El periódico El Constitucional
del día 8, anunció el acto y entre otras cosas decía:
“Si
el tiempo lo permite, se sacará una vista de la Lonja y de la manzana de la
casa Xifré, por lo que se previene a los vecinos de estos edificios que se
retiren de sus balcones y ventanas durante los pocos minutos de la
exposición... si algún espectador se desentiende de este ruego, quedará su
indocilidad indeleblemente marcada en la plancha.”
La placa se sorteó entre el público que tuvo que comprar
los billetes de la rifa a seis reales de vellón. El número agraciado fue el 56.
El día 14 de noviembre se verificó este resultado en los locales de la
Academia, donde se expuso durante unos días el daguerrotipo. Finamente se le
entregó al ciudadano agraciado y desde entonces se desconoce el paradero de
aquel primer daguerrotipo. Por el contrario, la cámara utilizada se conserva
actualmente en el Observatorio Fabra de Barcelona; es una Giroux que lleva una
placa con la firma de Daguerre. El acontecimiento fue ampliamente comentado en
la prensa. El Diario de Barcelona lo
relató en la sección de variedades de la siguiente forma, con un comentario
final harto curioso, por cierto:
“Según
se había anunciado, se sacó ayer la vista de la Lonja y de la casa Xifré por el
método inventado por M. Daguerre. El tiempo estaba nublado y ventoso, sin
embargo, no impidió la ejecución. El terradito de la casa destinada al objeto,
estaba lleno de gente a las once y media y entre los concursantes había algunas
señoras que ni eran saco de paja ni costal de trigo.” (sic)
El articulista de párrafo anterior era Aben-Abulema, seudónimo
tras el que se ocultaba el gran escritor, periodista, político y catedrático de
historia, Joan Cortada Sala, que terminaba su crónica así:
“De resultas de no haber salido el tiro
de la primera carabina que se quiso disparar como anuncio de la operación,
algunos temieron que eso fuese de mal agüero pero gracias a la misericordia de
Alá no sucedió así. La plancha se rifó entre los concurrentes que tomaron
billetes. Ruego a Dios, lectores míos, que salga premiado el número 93 que es
el que tiene.” (sic)
EL
PRIMER DAGUERROTIPO EN MADRID
El
18 de noviembre del mismo año, exactamente a las 15 horas, médicos y farmacéuticos
de origen catalán realizaron el primer daguerrotipo en Madrid. Entre ellos
estaban Joan M. Pou, Joaquín Hysern, Josep Camps y Mariano de la Paz Graells -este
último era de Logroño-. Lejos de lo que pudiera
parecer, la experiencia de Madrid fue totalmente independiente de la toma de
Barcelona, ya que sus artífices no conocieron de la experiencia catalana hasta
el día 20 de noviembre en la que fue recogida por la prensa madrileña. La
imagen fue la clásica vista del Palacio Real desde la otra orilla del río
Manzanares. Como pasó en Barcelona, el
daguerrotipo fue expuesto al público en la llamada Lonja de los Alemanes de la
calle Montera, pero en este caso no fue sorteado. Por
desgracia, este daguerrotipo se destruyó accidentalmente en 1978, en la
Facultad de Farmacia de Madrid. Hoy por hoy, el
daguerrotipo original más antiguo que se conserva en España, fue realizado por
un aficionado en septiembre de 1848. Imagino que como homenaje a la toma de
Alabern, la vista intenta reproducir la primigenia imagen, pero en esta toma,
ligeramente en picado, solo vemos la casa Xifré. Pertenece a una colección
particular y se custodia en el Museo de Arte moderno de Tarragona. Hay otro daguerrotipo anterior, unas vistas de
las azoteas de Cádiz realizado en 1840, pero se custodia en el Museo Paul Getty
de Los Ángeles (California).
Daguerrotipo de la Casa
Xifré en 1848. Autor desconocido, Tarragona, colección particular (la presente
imagen está girada)
LAS
PRIMERAS PUBLICACIONES CON GRABADOS
Una de las primeras publicaciones de nuestro país con
grabados copiados de daguerrotipos fue La
España pintoresca (1842). En esta
obra monumental participaron los grabadores Ramón Alabern, Antonio Roca y Ramón
Sáez, y los ilustradores Rigalt y Puiggarí. Del texto se encargó un jovencísimo
Francesc
Pi i Margall que contaba con 18 años al comienzo de
esta obra que, con preciosas y grandes láminas, pretendía mostrar España y sus
monumentos históricos. Esto emplearía a los primeros daguerrotipistas que
tuvieron que viajar con sus viejas cámaras por la Península y sus islas. Luego
las placas metálicas de las vistas, se copiaban en acero o madera de boj para
realizar los grabados. Al final sólo salió el volumen dedicado a Cataluña, curiosamente,
estos grabados son la única referencia que nos queda de aquellos primitivos daguerrotipos.
De
esta forma sabemos que el primer fotógrafo de la Península Ibérica –en
Portugal, Baleares y Canarias se experimentó más tarde- fue Ramón Alabern. El 20 de noviembre de 1839 la Academia de Barcelona
organizó un cursillo de daguerrotipia, con Alabern como profesor, al que
asistieron siete alumnos, teniendo estos anónimos ciudadanos el honor de ser
los primeros fotógrafos aficionados de nuestro país. Alabern fue el primero,
pero muy pronto le seguiría una legión de entusiastas pioneros, entre ellos
muchos médicos y pintores. En esos primeros años, hay que destacar a los
profesionales extranjeros que se instalaron en nuestro país y contribuyeron al
desarrollo de la fotografía española. Entre ellos descolló el retratista
francés Jean
Laurent (1816-1892), que ostentó el título de “Fotógrafo de Su
Majestad la Reina”, y el británico Charles Clifford (1820-1863), autor del reportaje de las obras del Canal de
Isabel II de Madrid y del viaje de la Reina por Andalucía, considerada la obra
maestra de este artista.
Jean Laurent y su carromato
laboratorio
EL
DAGUERROTIPO PERDIDO
Pero no son pocas las incógnitas que aún rodean esta
historia. La primera es el paradero del primer daguerrotipo que se sorteó entre
el público. También se habló de una posible toma realizada en Tarragona en
fechas anteriores a la de Barcelona. Por si faltaba algo, incluso se manejó la
teoría de un presunto inventor español que, en 1837, ya experimentaba con la
técnica que luego patentaría Daguerre. Se trataba del pintor zaragozano José
Ramos Zapetti, compañero de Federico Madrazo en
Roma; aunque esta teoría no es muy convincente. Lo que sí está claro, a pesar
de no existir ningún estudio sobre ello, es la participación de la masonería en
la difusión del invento. A título personal, he podido recoger algunos datos que
apuntan en esta línea. Empezando por el valedor de Daguerre, el conocido francmasón
François Arago, siguiendo por muchos de los médicos que, en España, fueron los
primeros fotógrafos. También llama la atención que la primera fotografía
realizada en nuestro país fuera precisamente de un edificio propiedad de un
esotérico y francmasón –iniciado en la
masonería en Cuba-; el comerciante indiano y mecenas, Josep Xifré Casas (1777-1856), calificado por la prensa de la época como el
catalán más rico del siglo. “Can Xifré”, es considerada por algunos un intento
arquitectónico de una “morada filosofal”; lo que llamaba Fulcanelli la
representación física de “una verdad hermética”, por ello esconde a la vista
del profano, no pocas alegorías alquímicas en los elementos escultóricos
–diseñados por Damián Campeny- de su fachada.
Curiosamente, el enigmático personaje que se escondía tras el seudónimo de
Fulcanelli, era un buen amigo Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc, el arquitecto introductor del neogótico en Francia y del
que Antoni
Gaudí –que también llenó Barcelona de simbología alquímica- se
confesó seguidor. El otro edificio que se ve en ese primigenio daguerrotipo, es
el de la antigua Lonja de Mar de Barcelona, lugar de “tenidas” –reuniones-
masónicas, en la época en que albergaba la Junta de Comercio y la Escuela de
Artes y Oficios. Por último, también es casualidad que la primera cámara de
daguerrotipos que se utilizó en la vista citada, se custodie hoy en el
Observatorio Fabra en la montaña del Tibidabo, un edificio de clara inspiración
masónica como sus alegorías ornamentales demuestran.
Memoria enviada por Monlau
desde París (24/2/1839)
NIEPCE,
EL VERDADERO INVENTOR
Claro que la primera incógnita desvelada nos dice que el
verdadero inventor de la fotografía fue el citado Joseph-Nicéphore
Niepce, sin desmerecer la importancia de la participación de
otros pioneros, entre ellos William Fox Talbot -inventor de
calotipo o negativo en papel- y Daguerre, que fue no sólo el que patentó el
invento de su socio a la muerte de éste, sino el que lo hizo viable y útil como
ya quedó dicho.
En nuestra época, la fotografía
digital ha revolucionado los medios de comunicación hasta el punto de suscitar
un debate sobre el poder de reflejar o manipular la realidad a través de
herramientas como el Photoshop, pero este debate ya existió en el nacimiento de
la fotografía donde el fotomontaje y el retoque químico y manual, fue una
técnica muy utilizada, especialmente por los fotógrafos pintores. Es bueno
recordar como se inició todo esto en España, con esa imagen de la Barcelona
decimonónica.
DEL
ESPACIO AL INTERIOR DEL SER HUMANO
La fotografía supuso un cambio en
nuestra forma de ver la vida, el arte y la historia, y abrió el camino al cine
y la televisión, por no hablar de la
aplicación, ya desde los primeros momentos del invento, a la ciencia y la
investigación -recordemos a nuestro Ramón
y Cajal y las fotografías de sus preparados histológicos-, o la astronomía,
con las primeras fotografías de la Luna conseguidas por John William Draper en 1840 y las realizadas por su hijo Henry que
fotografió el tránsito de Venus en 1874 y la nebulosa de Orión en 1880. Pero
con la fotografía no sólo descubrimos el inmenso universo, sino también lo
diminuto. Con las cámaras adaptadas a los microscopios se nos desveló el mundo
de lo infinitamente pequeño. En el albor de la fotografía, los pioneros
fotógrafos se lanzaron a viajar por el mundo para enseñarnos sus maravillas, tenían
la necesidad de registrarlo todo… documentaron la historia del hombre
fotografiando las ruinas del Partenón, o las misteriosas pirámides de Egipto,
no en vano se llamó al invento el “Espejo
con memoria”. Pero quizás el más maravilloso viaje que nos proporcionó la
fotografía fue hacia un paisaje interior, un paisaje que había permanecido
oculto a nuestros ojos durante miles de años, se trataba de nuestro propio
cuerpo. Cuando en el siglo XIX, algunos científicos descubrieron que ciertas
radiaciones electromagnéticas invisibles eran capaces de atravesar los cuerpos
opacos y a su vez impresionar una placa fotográfica, una nueva exploración se
abría ante nosotros, exploración que se confirmó cuando Wilhelm Conrad Röntgen descubrió los Rayos X.
Foto de Roger Fenton
LAS
PRIMERAS FOTOGRAFÍAS DE GUERRA
Pero el poder documental de la
naciente fotografía también sirvió para enseñarnos los horrores que los seres humanos
somos capaces de realizar. Así, la Guerra
de Crimea (1853-1856) y la Guerra de Secesión Estadounidense (1861-1865),
fueron las primeras campañas bélicas fotografiadas. Roger Fenton y Mathew B.
Brady, respectivamente, tuvieron el triste honor de ser los primeros
corresponsales gráficos de guerra. Aunque con una técnica fotográfica más
evolucionada que el daguerrotipo -15 veces más rápida- y las placas de cristal
sensibilizadas con albúmina. Se trataba del invento de Gustave Le Gray y Frederick
Scott Archer, el colodión húmedo –algodón pólvora o piroxilina-, utilizado
como explosivo y, disuelto en éter alcoholizado, era un potente cicatrizante
con utilidades médicas. En 1851 se descubrió que añadiéndole yoduro de plata,
se convertía un magnífico barniz para cubrir las placas de cristal y
revelarlas. La necesidad de mantener húmedas las placas y la fragilidad de
éstas, hicieron necesario que los reporteros prepararan y revelaran in situ los
negativos/positivos, por lo que tenían que viajar con carromatos convertidos en
laboratorios ambulantes.
Placa conmemorativa en Pla
de Palau (foto Francesc Sans)
Una foto actual de la Casa Xifré y la antigua lonja (foto
Francesc Sans)
PARA LA IGLESIA: UN INVENTO DEL DIABLO
Para
terminar, una nota anecdótica: Ante la presentación del invento de la fotografía
en París por Daguerre, un católico y chauvinista periodista alemán escribió en
el Der Leipziger Stadtanzeiger:
“El deseo de captar
los reflejos evanescentes no es sólo una cosa imposible, tal y como ha quedado
probado tras una investigación alemana concienzuda, sino que desearlo meramente
es ya una blasfemia. El hombre ha sido creado
imagen y semejanza de Dios, y ninguna máquina humana puede fijar la
imagen divina. A lo sumo podrá el artista divino, entusiasmado por una
inspiración celestial, atreverse a reproducir, en un instante de bendición
suprema, bajo el alto mandato de su genio, sin ayuda de maquinaria alguna, los
rasgos humano-divinos. ¿Es posible que Dios haya abandonado sus principios
eternos y permita a un francés, en París, dar al mundo una invención del Diablo?”
Por lo que se ve, no
fue tan “concienzuda” la
investigación alemana que citaba el periodista. Eso sí, para muchas culturas aún
en nuestros días, captar la imagen de otro es una acción diabólica que se
apodera del alma…
Notas: Retrato del Dr. Pere Felip Monlau Roca, por cortesía de la “Galería de Metges Catalans del
Col·legi Oficial de Metges de Barcelona”. Imagen de la primera página
de la memoria enviada por Monlau desde París (24/2/1839), por cortesía de
la “Reial Acadèmia de Ciències i Artsde
Barcelona”.
Foto portada: Grabado de 1842, al parecer inspirado en el primer daguerrotipo español.
Lámina de Antonio Roca publicada en "España, obra pintoresca", vol.
II, de Fracesc Pi i Maragall.
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