1492 señala el final de la
“Reconquista”, con la caída del último reino “moro” de Granada. Es también el
final de la diversidad religiosa y cultural de la península ibérica, con la unificación
de España por los Reyes Católicos, que imponen su hegemonía. En 1492 los judíos
son forzados a la conversión o al exilio y los musulmanes sufren la misma suerte,
con su expulsión definitiva en 1609. Pero además, 1492 es la fecha del llamado
descubrimiento de América, por el cual el modelo hegemónico imperial será
exportado al Nuevo Mundo, con consecuencias históricas de inmenso calado.
Para
España misma, las consecuencias del modelo “una nación, una religión” se hacen
sentir hasta la época contemporánea, con la referencia clara en la guerra
contra la república llevada a cabo por Francisco Franco y hasta la actualidad,
en la actitud hacia la diversidad de pueblos y lenguas presentes en el Estado
español por parte del gobierno central.
Ahora,
el gobierno del PP mediante Gallardón pretende otorgar la nacionalidad española
a los sefardíes, descendientes supuestos de aquellos judíos expulsados
-dondequiera que se encuentren-, tal como lo viene haciendo para filipinos y
otros sujetos del otrora imperio, hijos de la Madre Patria.
¿Se
trata de un gesto de reparación para con los judíos expulsados y despojados de
sus bienes hace cinco siglos? ¿Es el tan
esperado reconocimiento de la diversidad religiosa, cultural y étnica de la España
medieval, y de sus raíces judías?
Si
este es el caso, entonces ¿por qué no extender la misma medida a los descendiente
de aquellos que compartieron el mismo espacio-tiempo, los musulmanes de
Al-Andalus, a veces convertidos al catolicismo pero que acabaron también siendo
expulsados en 1609, y que hoy se encuentran dispersos desde Siria hasta Malí,
conservando algunos rasgos culturales propios, como lo es la música
arabo-andalusí?
Si
así fuera, sería la señal del nacimiento de una sociedad verdaderamente plural
y abierta que ha superado los prejuicios contra sus minorías religiosas (fruto
de cinco siglos de propaganda de la Iglesia católica) y ha decidido
otorgar los mismos derechos a todos sus
ciudadanos. Sería reconocer la diversidad de los pueblos que conforman el
mosaico ibérico y que hoy reivindican su personalidad histórica.
Sin
embargo, sospechamos que se trata puramente de intereses económicos, y que a
través del reconocimiento del hecho sefardí, es decir, siendo “amigo de los
judíos”, el gobierno del PP solo quiere granjearse los favores de Israel –pues
para él Israel y los judíos son una misma cosa. El trato del gobierno hacia
Adelson y el proyecto “Eurovegas” son una buena ilustración de esta servil
actitud.
Efectivamente,
como lo saben los ciudadanos de este país, cuando la crisis azota todas las
oportunidades de negocio son buenas, aunque sean negocios poco transparentes;
incluso manchados de sangre, como el
negocio de las armas.
Por
otra parte, Israel es un país cada vez más aislado a nivel internacional, que
necesita abrir mercado para su industria armamentística y de seguridad –que
podría representar hasta 20% de su PIB- y necesita sobre todo recuperar su
dañada legitimidad estrechando vínculos comerciales, académicos, científicos y
de seguridad con la Unión Europea, y en particular con el Estado español, que le
puede servir de puente para exportar a América latina. Lo que explica la ofensiva
de seducción lanzada por Israel no sólo hacia el gobierno central, pero también
hacia Cataluña, plasmada en la visita de
Artur Mas a Israel y la firma de numerosos acuerdos bilaterales.
Al
Partido Popular, heredero del franquismo, poco le importa la diversidad religiosa
o de otra índole, ni los tiempos de la época dorada de Al-Andalus; más bien lo
contrario: durante la guerra de Irak ha mostrado claramente su postura y sus
alianzas internacionales.
Por
esta razón, Red Judía Antisionista Internacional (IJAN) y sus integrantes en el
Estado español, algunos de los cuales somos descendientes de aquellos judíos
expulsados, insistimos en que no se nos identifique con el Estado de Israel, un
Estado nacido de una ideología racista, colonialista y excluyente: el sionismo,
que ha dado la espalda a los valores de tolerancia y humanismo que fueron los
del pasado andalusí en sus momentos de máximo esplendor.
Instamos
al Gobierno de España a que rompa sus relaciones con Israel hasta que éste
reconozca plenamente los derechos del pueblo palestino y acate las resoluciones
de Naciones Unidas sobre ese territorio,
implementando las medidas adecuadas en el terreno.
Pedimos
que se equiparen los derechos de los Moriscos con los Sefardíes, para el
reconocimiento pleno de la diversidad del Estado español, en un gesto de
reparación simbólica por los daños sufridos en el pasado.
Así
se enviará un mensaje claro y fuerte hacia Europa, y hacia la orilla sur del
Mediterráneo, para derribar los muros de la discriminación, del racismo y de la
desigualdad, dando así el Estado español un ejemplo digno de la brillante
herencia de Al-Ándalus.
FUENTE: Judíos Antisionistas
en España (Adheridos a la Red Judía Antisionista Internacional)
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