Por: Javier Coria
“Cortázar en casa” es
una exposición sobre Julio Cortázar y su relación con la ciudad de Barcelona. A
través de objetos personales como su máquina de escribir, postales (algunas
inéditas), fotos, cartas, primeras ediciones de sus obras, documentos sonoros y
libros artísticos, se muestra la biografía y geografía sentimental del escritor
del que, en este año de 2014, se cumple el centenario de su nacimiento. La
muestra estará hasta finales de octubre en la sede de la Casa Amèrica
Catalunya, c/ Córcega, 299.
“Tengo recuerdos pero no son precisos, me atormentaban un
poco cuando era niño… Se lo pregunté a mi madre: “Mira, hay momentos en que veo
formas extrañas, colores, como baldosas, como mayólicas con colores. ¿Qué puede
ser eso? Y mi madre me dijo: “Bueno, eso puede corresponder a que a ti, de
niño, en Barcelona, te llevábamos casi todos los días a jugar con otros niños
al Park Güell”. Así que, fíjate, mi inmensa admiración por Gaudí comienza quizá
inconscientemente a los dos años. También me venía un recuerdo de una playa
(…), una sensación amenazante de grandes olas que avanzaban, y mucho sol, y un
olor a sal, un olor muy extraño, muy inquietante para mí. Evidentemente el niño
ve las cosas de una manera más primitiva, sin ninguna conceptuación, eso no
pasa por el intelecto, es una intuición pura (…), el niño miraba con una mirada
mágica, que yo trato de conservar, pero no siempre tengo”.
Estas ráfagas de recuerdos se las relataba Julio Cortázar al
periodista Joaquín Soler Serrano en el programa de grato recuerdo “A Fondo”. La
familia de Cortázar pasó los primeros años de la Primera Guerra Mundial en Barcelona,
en una de las postales de la exposición se puede ver a Cortázar, con apenas 4
años, junto a su hermana Lía. Luego volvería a la ciudad en múltiples ocasiones
–los libreros de viejo aún lo recuerdan-, cuando la mirada mágica del niño era
ya un recuerdo y su 1,93 m
de altura le procuraban una atalaya privilegiada para observar el mundo.
Podemos decir que la Casa Amèrica de Catalunya, con esta muestra, es una “casa
tomada” por el concepto del collage
que tanto le gustaba a Cortázar; técnica del collage que fue empleada por el escritor en varias de sus obras.
Además de su faceta de escritor, en la exposición podemos ver
sus facetas de melómano, hombre comprometido en causas sociales, hombre lúdico
y profesor, un profesor que, como él decía, nunca tuvo un título universitario.
Entre los documentos sonoros está la primera clase que impartió en la
Universidad de Berkeley en 1980, o una grabación donde el propio Cortázar lee
fragmentos de Rayuela. También hay
una curiosa pieza interactiva de arte sonoro que cuenta con los músicos
latinoamericanos David Machado y Hegel Pedroza. El relato La vuelta al piano de Thelonius Monk sirve como hilo conductor, y
además de fragmentos del cuento, podemos escuchar fragmentos de la obra del
pianista y compositor estadounidense que da título al relato. Por cierto, en
dicho cuento Cortázar deja constancia, una vez más, de su admiración por Julio
Verne, al que consideraba su maestro, para extrañeza de no pocos críticos y
alegría del que suscribe, seguidor del viejo escritor galo. En el texto
Cortázar cita una obra de Verne, Héctor Servadac. Pero los paisajes sonoros de los ambientes
noctámbulos del mundo del jazz, también unen a Cortázar con Barcelona, porque…
… Poca gente sabe que uno de los mayores lectores de Cortázar
en Catalunya era un ciego, un ciego genial como el propio escritor. Se trataba
del pianista de jazz Tete Montoliu, que invertía parte del dinero que ganaba en
los conciertos en mandar traducir al braille las obras de Cortázar, y Borges,
por cierto. Un día dedicó todo un concierto improvisado a Cortázar, otro amante
del jazz. Cada pieza tenía en nombre de una obra del escritor. Al finalizar,
Montoliu preguntó si alguien lo había grabado, la respuesta fue negativa, y las
notas se perdieron, o no, en el limbo del espacio y la memoria, muy en el gusto
del Cronopio.
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