Olivier
Barde-Cabuçon: “Me parece interesante llevar una parte del feminismo a mis
novelas”
Del autor
de la novela Casanova y la mujer sin rostro
Por:
Javier Coria Fotos: Francesc Sans
Casanova y
la mujer sin rostro es la primera traducción
al castellano de una serie histórico/policiaca que dará que hablar. Su autor es
Olivier Barde-Cabuçon, abogado de formación que reside en Lyon (Francia), y que
tiene siete novelas escritas. Esta novela, publicada en la colección policiaca
de Siruela, es el primer caso del
“Comisario de las muertes extrañas” y su fiel ayudante y forense, un
enigmático monje, sabio y hereje, del que no conocemos el nombre.
La novela
obtuvo el premio Sang d’Encre 2012,
y Misa
negra, la segunda entrega de la saga de pronta publicación en
castellano por la misma editorial, consiguió el premio Historia 2013, que se concede a la mejor novela negra de
ambientación histórica. Casanova y la mujer sin rostro es un
thriller bien escrito y traducido
magníficamente por Teresa Clavel. El
planteamiento de la trama es original y la información histórica no entorpece
la trama, que discurre de sorpresa en sorpresa por el París prerrevolucionario
de 1759, donde aparece el cadáver, y no será el único, de una mujer sin rostro,
que portaba una carta con el sello del rey Luis XV. El comisario Volnay y su
misterioso amigo se encargan del caso, que pronto les llevará a Versalles,
concretamente al barrio del Parque de los Ciervos, donde la marquesa de
Pompadour tenía una casa con jóvenes concubinas que satisfacían los deseos del
monarca. Casanova y el misterioso
conde de Saint-Germain son algunos
de los personajes de una novela repleta de herejes, magos y sociedades secretas
y, que además, nos ilustra sobre los orígenes de las modernas técnicas de la
policía científica. A su paso por Barcelona entrevistamos a Olivier
Barde-Cabuçon.
Volnay, el comisario de las muertes
extrañas, ¿será una serie larga o una trilogía?
Es una
serie larga. Estoy escribiendo el cuarto libro que saldrá a principios del año
que viene y ya tengo ideas para la quinta entrega.
El personaje del monje, erudito y
hereje, es muy atrayente, pero por no saber, no sabemos ni su nombre al principio.
¿Conoceremos más de él en próximas entregas?
El
personaje del monje se convierte, a lo largo de la serie, en un personaje
principal, en protagonista. En esta primera entrega está más presente Casanova,
pero los demás personajes van a seguir. En Misa
negra desarrollo más las relaciones entre padre e hijo. El personaje del
monje me gusta mucho porque está un poco loco.
En la novela se desarrollan técnicas
criminalísticas que, a mediados del siglo XIX, perfeccionaría Eugène-François
Vidocq, el exrecluso que terminó creando la Brigade
de Sûrete. Me refiero a las fichas policiales, fotografías… ¿Se documentó
sobre esto?
La
policía bajo Luis XV funcionaba con soplones, lo que se llamaban mouches –las moscas-. Había muchas
denuncias e interrogatorios muy crueles. Pero encontré en una historia de
Francia, que había inspectores que desarrollaban técnicas y métodos de
deducción más cercanos a Sherlok Holmes que al conjunto de la policía de Luis
XV. Paralelamente a ello se fue desarrollando la medicina y la autopsia. Con el
monje establezco un puente con las técnicas forenses, y con el comisario de las
muertes extrañas, con las deducciones. Bajo Luis XV ya había antecesores de
Vidocq, que como sabe, se travestía como mujer para infiltrarse en grupos de
delincuentes. Precisamente en esas épocas se utilizaban los registros de las
iglesias, porque en los registros de nacimiento o bautismo estaban las
verdaderas identidades de los hampones.
Ya que cita al personaje de Conan
Doyle, en la novela es claro el homenaje a Holmes.
Sí, y a El escarabajo de oro, de Allan Poe,
donde alguien esconde algo que está a la vista de todos. El monje tiene una
afiliación con El nombre de la rosa,
de Umberto Eco, y tiene el método deductivo de Guillermo de Baskerville. En la
primera novela no se ve…, bueno, no me acurdo, pero su nombre es Guillermo.
Olivier Barde-Cabuçon
Parece moverse cómodo en el siglo
XVIII. ¿Es un siglo que ha estudiado antes de ponerse a escribir esta novela?
Sí, es mi
siglo preferido. Es un siglo donde ocurre de todo, es el siglo de las luces,
pero nos damos cuenta de que no es un siglo tan ilustrado. Hay muchas partes de
sombras, ignorancia y superstición, y el círculo de los filósofos es reducido.
En el reinado de Luis XV los falsos magos y médicos proliferaban por doquier.
Casanova entendió muy bien como funcionaba su época y explotó el filón de la
superstición de la gente. Casanova tenía dos maneras de ganar dinero, pero no
ganaba dinero con las mujeres como se cree, sino con el juego y timando a la
gente, pero era una forma de timar muy particular, porque sus víctimas estaban
contentos de ser timados por un tipo tan ingenioso y encantador.
Precisamente ese siglo es el del
despertar científico y la Ilustración, pero como me decía, aún había mucho de
la Magia Renacentista. Su novela está plagada de alquimistas y magos. Parece
gustarle el esoterismo, ¿no?
Me
interesa mucho el esoterismo y me atrae todo lo extraño. La historia de la
alquimia es fascinante, porque se enfrenta a dos angustias básicas del ser
humano, el miedo a la muerte, con la búsqueda de la fuente de la eterna
juventud, y a la codicia por el oro, con la trasmutación de los metales. Pero
además la alquimia tiene una dimensión filosófica, a través de la Gran Obra,
también se busca el crecimiento personal del ser humano…
La alquimia psicológica o espiritual,
de la que hablaba Jung, como un sistema de símbolos que emanan del
subconsciente colectivo…
Claro, en
la alquimia siempre hay dos planos, el material y el espiritual.
No vamos a hablar sobre la resolución
de los enigmas en esta novela, pero usted, cuando se puso a escribirla, ¿ya
sabía cómo terminarla?
A 50
páginas para el final (sonrisa), aún no sabía quién era el culpable. Como en
cualquier investigación, la luz salió de la oscuridad…
Se puede decir que siguió, en tiempo
real, las investigaciones de su comisario…
Sí, se
puede decir así, mis personajes me ayudaron a descubrir al culpable. Eso
requiere volver atrás para poner algunos indicios. En Misa negra sabía desde el principio quien era el culpable, pero no
sabía el por qué. Está bien cuando el autor no sabe dónde va, porque entonces
puede llegar más lejos.
Olivier Barde-Cabuçon
En la novela se mezclan bien los
personajes reales con los inventados, pero hay unos que se mueve entre la
realidad y la leyenda, me refiero al conde de Saint-Germain.
He leído
muchas biografías del conde de Saint-Germain y me he forjado mi propia opinión.
Mis opiniones se basan en hechos y las explico en el libro. Saint-Germain
hablaba en las cenas de la alta sociedad de cosas del pasado, pero de una forma
que parecía que las hubiera vivido, y luego la leyenda ha hecho su trabajo –se
refiere a la leyenda del hombre inmortal-. Pero lo que cuento, según su
biógrafo más famoso, pasó así. Ahí está también su vínculo con España –se
refiere Barde-Cabuçon a la teoría que dice que Saint-Germain fue el hijo
natural de la reina Mariana de Neoburgo,
la segunda esposa de Carlos II, el Hechizado, y que tuvo el hijo con el conde
de Melgar, al enviudar ella en 1700-.
En la novela policial clásica, por lo
general, los personajes femeninos o son mujeres fatales o compañeras
sentimentales del protagonista. Su personaje de Chiara es una científica
librepensadora que es capaz de lidiar con el mimo Casanova. ¿Chiara rompe con
el rol machista del policial?
Sí, las
mujeres de mis novelas suelen ir a contracorriente de sus épocas. Son mujeres
que no aceptan la dominación del hombre y que quieren tener acceso al
conocimiento igual que los varones, y ahí forjan su carácter y su
determinación. Es cierto que en aquellas épocas a las mujeres se las mantenía
en la ignorancia, se les enseñaba a coser, pero no a pensar. En Misa negra esto está más presente, ya
que hay un personaje femenino que domina aún más. Me parece interesante llevar
una parte del feminismo a mis novelas.
El personaje de Simenon, Maigret, en
una de sus aventuras dice que el policía, por encima de todo, está para defender
al Estado, al gobierno, las instituciones, la moneda…, y por último, la vida de
los ciudadanos. Su policía Volnay, pese a aborrecerla, es un leal servidor de
la monarquía. ¿Cómo resuelve esta contradicción?
Lo
veremos a lo largo de las novelas. Volnay y el monje sirven a un régimen
monárquico que odian, pero sólo para servir a la verdad y la justicia. Es su
manera de implantar la justicia en un mundo injusto. Siempre es una
contradicción para ellos ser prerrevolucionarios, y servir un orden real. Luego
el espíritu práctico del monje dice que hay que adaptarse a las circunstancias.
¿Qué autores del género policial le
interesan?
En
Francia me gusta mucho Fred Vargas – seudónimo de la escritora Frédérique Audoin-Rouzeau-. En España Carlos Salem y
Víctor del Árbol. Mi autor preferido de EEUU es James Lee Burke, con su
personaje de Dave Robicheaux, porque me gusta mucho el ambiente de Louisiana y
la personalidad tan compleja de Dave Robicheaux. Claro que leo y releo a
Raymond Chandler.
Sin duda, La historia de mi vida, de
Giacomo Casanova es un libro que ha
leído para esta novela. Pero ¿qué otros libros, o películas, le han ayudado?
Al
principio no había pensado crear un dúo de investigadores, después de leer a
Casanova me quedé fascinado con el personaje. Su forma de salir adelante
siempre, su libertad…, tuve ganas de introducirlo en una novela y en el marco
de una investigación policiaca, para hablar de él de otra manera. La historia de mi vida es un libro muy
complejo, claro que también tuve que leer otras biografías sobre él para
distanciarme de sus memorias.
Olivier Barde-Cabuçon
Una curiosidad: En la novela hace unas
descripciones muy precisas de los ropajes de los personajes, utilizando
palabras muy técnicas…
Sí,
tuve que leer muchos libros sobre la moda de la época, y sobre la cocina, que
también está presente en la novela.
¿Qué piensa cuando en la faja de uno de
sus libros en Francia pone: “Un Dumas moderno”?
Esto
fue para mi primer libro, Les adieux à
l’Empire, y el editor era un fan de Alejandro Dumas, y fue idea de él.
Dicho lo cual, yo he leído mucho a Dumas de pequeño y me gustan mucho las
novelas de capa y espada, como las aventuras del capitán Alatriste de
Pérez-Reverte. Imagino que como en mis novelas también hay espadas, se le
ocurrió eso al editor.
Profesionalmente es usted director de
recursos humanos en la filial de una multinacional. ¿No cree que tal cómo están
las cosas en la economía y la política, el mundo de la empresa daría para
muchas novelas negrísimas?
Sí
(risas), es un tema muy amplio. Me gustan mucho las novelas policiacas
político-económicas, me parecen muy interesantes. Un día u otro escribiré sobre
mi época en el mundo de la empresa.
En Francia ya tiene una legión de
seguidores del comisario de las muertes extrañas, después de Casanova y la mujer sin rostro y Misa negra, creo que también se
traducirá al castellano Tuez qui vous
voulez.
Sí,
esa novela sucede 8 días después de Misa
negra, en el marco de otra investigación. Espero que sean bien acogidas en España,
yo me siento muy latino; para mí el eje España, Italia y Francia es muy
importante, me gustaría que se tradujeran también al italiano, antes que al
inglés, ya que nuestras culturas son muy próximas. La tradición de la novela
folletinesca, por entregas, llenó mi juventud, y personajes como Quevedo o la
novela picaresca española formaron parte de mi formación como escritor.
¿Hay una novela negra Mediterránea?
No.
Por ejemplo, hay una novela nórdica, pero aún no he notado que exista una
novela Mediterránea, porque cada uno de nuestros países son muy ricos
culturalmente, y tienen historias distintas. Pero sí que hay una faceta latina
que encontramos en nuestras novelas.
Pero aunque sólo sea por el clima y que
los bares están abiertos hasta más tarde…
Sí
(risas), en las novelas nórdicas notamos una atmósfera que pesa mucho, que no
es negra, pero sí turbia. En las novelas latinas, a pesar de que haya
situaciones difíciles, hay un deseo de ser feliz, y se busca la felicidad a
pesar de todo. En la novela escandinava tenemos la sensación de que la gente ha
abandonado toda esperanza.
Merci beaucoup.
Publicado originalmente en la Revista Rambla
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