“PAPÁ, MAMÁ: ME EJECUTARAN
MAÑANA. QUIERO DAROS ÁNIMOS”
Por
Javier Coria Fotos: Gentiliza
familia Baena
El último fusilado gallego del
franquismo fue Xosé Humberto Baena Alonso, obrero metalúrgico, de 24 años de
edad, militante del PCE (m-l) y del FRAP. Al cumplirse el 38 aniversario del
hecho hablamos con su hermana, María Flora Baena.
El
27 de septiembre de 1975, un Consejo de Guerra solicitó cuatro penas de muerte
por atentados contra miembros de la policía franquista. De las cuatro penas de
muerte se dictaron tres, para Manuel Blanco Chivite, Vladimiro Fernández Tovar
y Xosé Humberto Baena, cumpliéndose esta última y conmutadas las otras por 30
años de prisión. A los pocos días se sucedieron otros Consejos de Guerra, donde
se llegaron a pedir 11 penas de muerte más. El 27 de septiembre, junto a Xosé
Baena, también fueron fusilados –rehusaron el garrote vil- sus compañeros de
partido José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, y los militantes de ETA
político-militar Ángel Otaegui y Juan Paredes Manot (Txiki).
La acusación contra su hermano
fue por la muerte del policía Lucio Rodríguez. ¿Qué les contó Xosé sobre esto?
Mi
hermano siempre dijo que él no tenía nada que ver con el delito del que se le
acusaba, no conocía de nada a este señor
y, además, no supo de lo que lo acusaban hasta 15 días después de estar
detenido.
En el Consejo de Guerra
Sumarísimo no se presentó ni una sola prueba material –ni de balística, ni de
huellas- ni testigo alguno y, en cambió, se desestimaron 124 pruebas de la
defensa. El juez instructor, el coronel Mariano Martín Benavides, tardó 20
minutos en rechazar las pruebas, en un
juicio que duró en total 3 horas, y eso que se pedían cuatro condenas de
muerte. Sin garantías procesales de ninguna clase… ¿Podemos hablar de un
asesinato de Estado?
Naturalmente
que fue un asesinato de Estado.
Se puede decir que la acusación
ya tenía el veredicto señalado por el poder político, y los papeles repartidos
para cada uno de los acusados. Se dio el caso que algunos de los imputados en
el posterior Consejo de Guarra se les llegó a acusar de atentados que
ocurrieron mientras ellos estaban en prisión, pero sigamos…
Su familia, especialmente sus
padres mientras vivieron, llevan un largo proceso por la reparación moral y por
la anulación del Consejo de Guerra que condenó a su hermano y sus compañeros.
¿Cómo está la situación de esta demanda?
Primero
mi padre intentó en 1977 reabrir el caso, pero en cuanto vieron de lo que se
trataba no le admitieron la documentación. En
2002, llevamos el caso ante el Tribunal Constitucional, que nos respondió que
en 1975 aun no existía la Constitución, por lo que quedaba fuera de sus
atribuciones.
¡Qué bonito!, como no existía
la democracia, no defendemos a los que dieron la vida por ella.
Eso
parece. Luego, lo llevamos al Tribunal de los Derechos Humanos de la Haya y su
respuesta fue que en 1975, España no había firmado el tratado de DD. HH. y, por
lo tanto, también quedaba fuera de sus atribuciones (como si los derechos
humanos hubiese que firmarlos para que sean aplicables).
Sobre
el año 2010, recurrimos a la ONU y su contestación fue que, como el caso había
sido revisado por el Tribunal de DD. HH., quedaba excluida la revisión por su
parte.
Ahora,
tenemos el sumario en Argentina con la jueza Servini, junto con otros cientos de
afectados por la dictadura franquista. En este momento hay 9 imputados, 4 de
los cuales están en busca y captura por la Interpol (aunque uno de ellos ya ha
fallecido). España pone numerosos impedimentos, entre ellos, la Ley de Amnistía
de 1977. Entre los imputados está Fernando Suárez, ayudante del Fiscal en el
Consejo de Guerra contra mi hermano. Otro de ellos es el suegro de
Ruíz-Gallardón, el ex ministro franquista José Utrera Molina. Como podrás ver,
muy difícil que se haga justicia en este caso, siendo su yerno el Ministro de
Justicia.
Hace unos días, como me
comentaba, la juez argentina María Servini dictó orden de detención contra
cuatro torturadores del franquismo. ¿Cómo recibió la noticia?
Con
mucha alegría y esperanza.
Son ya 38 años desde aquella
noche tan larga, desde aquella pólvora de la mañana… parafraseando al cantante
Eduardo Aute. ¿Tiene esperanzas de que alguna vez se haga justicia con las
víctimas del franquismo?
La
esperanza es lo último que se pierde, pero siendo realista veo difícil que la
justicia llegue a tiempo.
Que le dice a los que abogan
por no abrir viejas heridas, y que la Ley de Amnistía lo zanjó todo.
Les
diría, en primer lugar, que esas personas que piensan así seguro que no tienen
ningún familiar desaparecido en una fosa o en una cuneta o que fuese, como mi
hermano, injustamente asesinado. En
segundo lugar, las heridas, para que curen, hay que limpiarlas y curarlas desde
dentro. No se pueden cerrar en falso, pues ese dolor queda ahí y a la mínima se
reabren.
¿Cuál es el último recuerdo o
imagen que tiene de su hermano?
Recuerdos
tengo miles de ellos, pero el último es verlo tras las rejas, esposado, con la
mirada triste, tratando de guardar la compostura delante de mi padre y de mi y,
al mismo tiempo, dándonos ánimos.
Si quiere añadir algo más…
Cartel del documental "Septiembre del 75"
Podría
decir muchas cosas, pero lo más importante es esperar y confiar en que, por
fin, le devuelvan su honor y reconozcan públicamente que lo que hicieron con él
fue un asesinato. También
recordar y agradecer a todos sus amigos que en el día del aniversario durante
estos 38 años, sin fallar un solo día, lo recuerdan haciéndole un homenaje en
el cementerio de Pereiró delante de su tumba.
A
ti también te agradezco que te acuerde de él.
En
la última carta de Xosé Baena a sus padres escribió:
“Papá, mamá: Me ejecutaran
mañana. Quiero daros ánimos. Pensad que yo muero, pero que la vida sigue.
Recuerdo que en tu última visita, papá, me habías dicho que fuese valiente,
como un buen gallego. Lo he sido, te lo aseguro. Cuando me fusilen mañana
pediré que no me tapen los ojos, para ver la muerte de frente.”
Publicado originalmente en el
diario Público
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