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lunes, 8 de abril de 2013

GEORGES MÉLIÈS: LA MÁGIA DEL CINE


Por Javier Coria

Con el título de “Georges Méliès. La màgia del cinema”, se expone en el CaixaForum de Barcelona la muestra más ambiciosa sobre el universo mágico del gran ilusionista del cinematógrafo, Georges Méliès. Son más de 400 piezas las que están expuestas desde el 5 de abril al 24 de junio de 2013. La muestra consta de fotografías, dibujos, vestuario de la época, afiches de las películas, aparatos originales, maquetas y la proyección de 21 films con música en directo, entre ellas Le voyage dans la Lune (1902). La exposición está comisariada por Laurent Mannoni, director científico de la Cinémathèque Française, de la que provienen la mayoría de los objetos expuestos.

Georges Méliès en 1895, a los 34 años de edad 

Hijo de un empresario de calzado, Georges Méliès (1861-1938) lo fue todo dentro del mundo de la escena y del espectáculo. Como ilusionista profesional, no le se escapó las posibilidades artísticas y de elaboración de trucajes que el naciente cinematógrafo le ofrecía, no en vano a él se deben toda una suerte de técnicas que se han ido perfeccionando a lo largo del tiempo pero que Méliès creo, como las exposiciones múltiples, el coloreado a mano de los fotogramas, el stop trik y la fotografía en lapso de tiempo, conocido en su dominación en inglés: Time-Lapse. Méliès fue dibujante, pintor y decorador de teatro, director de escena, actor, técnico con múltiples aparatos inventados o construidos por él. Como cineasta realizó o distribuyó más de 500 películas entre los años 1896 y 1912.






Fue un profesional de la magia que conocía todo el aparataje y los trucos de los antecedentes del cine, como las sombras chinescas, la linterna mágica, la cámara oscura, las fantasmagorías tan utilizadas por los falsos médiums o la cronofotografía o estroboscópica, que no es otra cosa que registrar en una misma placa o varios fotogramas, las diferentes fases de un movimiento, esto lo podemos ver en la fotografía histórica que registra el galope de un caballo y que hizo Eadweard Muybridge. Podemos decir que Méliès unió el mundo del padre de la magia moderna, Houdini, con el de Jules Marey, el médico y fotógrafo francés que estudio científicamente el movimiento a través de la fotografía. Si los hermanos Lumière son los padres del que podemos llamar cine documental, Méliès llevó la fantasía al cine para convertirlo en un espectáculo, un maravillo espectáculo.


David William Noakes & Son, triple linterna de proyección para fundidos encadenados, Londres, c. 1886

James Pettibone, Linterna de proyección con pasavistas de aluminio fundido y lámpara de arco eléctrico, Cincinnati, Ohio, c.1888

Lapierre (Manufacture d’optique), linterna mágica en forma de torre Eiffel, París, 1889


En la última película de Martín Scorsese, La invención de Hugo, se le rinde un homenaje a Méliès y a todos los pioneros del cine, es un acto de amor por el cine y, de alguna manera, por la literatura fantástica, esa literatura que está enraizada con lo mágico y mítico que nos conforma como cultura y como individuos, y que no sólo anida en nosotros cuando somos niños, como se podría pensar. Scorsese ha puesto en plena actualidad el mundo de Méliès, que ahora podemos conocer mejor a través de esta exposición. Dividida en tres ámbitos, podemos conocer las raíces culturales, históricas, estéticas y técnicas de Méliès. El segundo ámbito nos muestra el cine como modo de expresión personal del autor, tan personal que Méliès lo hacía todo en sus películas, actor, guionista, decorador, cámara, sastre, montador, productor y distribuidor, desconozco si también hacía de proyeccionista, pero no me extrañaría. El tercer ámbito es el ámbito del olvido, olvido que parece inherente a todo pionero. Méliès, que disfrutó de merecida fama y dinero, sobre todo desde el estreno de su particular y verniano viaje a la luna, que vieron millones de personas, se arruinó y cayó en el olvido cuando llegaron las producciones masivas de las grandes compañías como la de Léon Gaumont y Charles Pathé, y porqué no decirlo, porque aparecieron en escena cineastas más talentosos o mejor preparados, como fueron los franceses Ferdinand Zecca y Louis Feuillade, el español Segundo de Chomón, o el estadounidense David W. Griffith. Méliès terminó como vendedor callejero (antes intentó volver al teatro sin éxito y quemó parte de sus películas), vendía juguetes en el vestíbulo de la estación de Montparnasse, cuando un periodista lo reconoció por casualidad en 1926, lo que supuso una especie de “resurrección” del artista, y se volvieron a proyectar ocho de sus películas en la sala Pleyel, corría el año 1929. El 21 de enero de 1938, la película de la vida de Méliès se fue a un fundido en negro.

Georges Méliès. Proyecto de vestuario para la película Le Cake-Walk infernal [El cakewall infernal], 1903

Georges Méliès pintando un decorado en el suelo de su estudio, con dibujo preparatorio en una de las manos

Deux Cents Milles sous les mers ou le Cauchemar du pêcheur [Doscientas millas bajo el mar o La pesadilla de un pescador], 1907

Le Papillon fantastique [La mariposa fantástica], 1909

La Source enchantée [La fuente encantada], 1892

LUGAR: CaixaForum Barcelona, av. De Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8

HORARIO: de lunes a viernes, de 10 a 20 h; sábados, domingos y festivos, de 10 a 21 h; último viernes de cada mes, de 10 a 23 h. Entrada gratuita.

CRÉDITOS DE LAS FOTOS: © La Cinémathèque Française. Foto: Stéphane Dabrowski

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