Por MAGÍN DE COS
Correspondencia –nunca antes vista- mantenida entre el escritor estadounidense Jerome David Salinger (Nueva York, 1 de enero de 1919 – Cornish, Nuevo Hampshire, 27 de enero de 2010) con un amigo de la juventud, Donald Hartog, residente en Londres demuestran que el autor de El guardián entre el centeno no era esa especie de “recluso literario” como a menudo se le ha considerado, sino más bien una persona sociable y afectuosa que habla llanamente de sus viajes en autobús a las Cataratas del Niágara, de sus preferencias por las hamburguesas de Burguer King o de cómo disfrutaba viendo los partidos de tenis retransmitidos por televisión.
Las cartas fueron escritas por Salinger entre octubre de 1986 y enero de 2002, y han sido donadas recientemente a los archivos de la Universidad británica de East Anglia (UEA) por Frances Hartog, la hija de Donald Hartog.
Salinger conoció a Donald Hartog en 1937, cuando ambos tenían 18 años de edad y habían sido enviados por sus padres a Viena para estudiar alemán. Tras el regreso a sus respectivos hogares en 1938, los dos amigos se mantuvieron en contacto escribiéndose el uno al otro hasta la década de los 50, aunque esta primera serie de cartas no ha logrado sobrevivir al paso del tiempo.
Después de varios años sin contacto, Hartog escribió Salinger en 1986, cuando se enteró de la posible publicación de una biografía no autorizada del escritor, carta a la que Salinger respondió, reanudando así la correspondencia entre ambos.
Un Salinger muy diferente
Esta segunda serie, compuesta por 50 cartas y cuatro postales, dibuja a un Salinger muy diferente al que se nos ha mostrado durante todos estos años, cuando, tras la publicación y rotundo éxito de El guardián entre el centeno, el escritor neoyorquino abandonó la escena pública para recluirse en una solitaria casa rodeada de un bosque en Cornish (New Hampshire).
Chris Bigsby, profesor de estudios americanos en la Universidad de East Anglia, considera que la correspondencia “desafía la imagen de Salinger como casi un ermitaño encerrado en su casa de New Hampshire. Estas cartas muestran a un hombre completamente diferente. Se trata de una persona que se traslada en autobús a reuniones en Nantucket o a visitar las Cataratas del Niágara o el Gran Cañón y disfruta hablando con la gente en el camino. Va a galerías de arte y al teatro y viaja a Londres para ver las obras de Alan Ayckbourn y Antón Chéjov".
La Universidad de East Anglia ha comunicado que de momento no es posible hacer público el contenido de estas cartas, debido a que los derechos de autor siguen siendo propiedad de los herederos legales de Salinger.
FUENTE: Hoyesarte
Siempre me pareció admirable esa capacidad de Salinger, y esa decisión para mantenerse fuera del foco, lo hiciera por huraño o por convencimiento, me parece una de las formas más válidas y sinceras de ser escritor
ResponderEliminarYo pienso lo mismo, Miguel. Mírate la foto, por cierto, parece que nos va a romper a todos la pantalla del PC por meternos en su vida, y no le falta razón.
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