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sábado, 12 de junio de 2010

CONCIERTO PARA RECORDAR


Pues al final se realizó Un concert per al record. La mañana en Barcelona había sido desapacible. El cielo negro amenazaba lluvia y, de forma intermitente, la amenaza se cumplía con una lluvia fina pero persistente, lo que en Galicia llaman orballo, txirimiri en el País Vasco, orpín en Asturias, el plugim o el ploviscó del catalán, la arcaica garúa, que sólo se emplea hoy en Latinoamérica, o la mollina o el cernidillo de nuestros abuelos. En fin, el calabobos de toda la vida de Dios. Fuere como fuere, era un mal augurio para una actividad que iba a realizarse al aire libre.

Pero según iba avanzando el día, el cielo se fue despejando hasta que, llegada la hora del concierto, las 19:30 horas, lucía un espléndido cielo azul mediterráneo sobre la montaña de Montjuïc. El Fossar estaba decorado con macetas de flores por todas partes, y un montón de simpáticas azafatas atendían a los que íbamos llegando. En este punto decir que aunque muchos recibimos una invitación en nuestro correo, creo que cualquier persona podía ir con la condición de que confirmara la asistencia llamando a un teléfono de la organización. Pido disculpas si informé mal, a mí me dijeron lo de las invitaciones. Como éste va a ser el primero de otros conciertos, llegado el caso ya confirmaré este dato y pondré la forma de contacto con los organizadores.

En resumidas cuentas, la tarde y el lugar estaban preciosos y, a riesgo de parecer un poco cursi, decir que las gaviotas, gorriones, golondrinas y otras aves que mi ignorancia sobre la ornitología autóctona me impidieron identificar, revoloteaban sin tener una nube en que posarse, y se quejaban con graznidos, trinos, gorjeos y demás cantos que fueron el preámbulo perfecto del concierto… ¡Joder!, que mal me ha sentado la primavera.

Al piano, Pilar López-Carrasco; al violín, Edurne Vila; al violonchelo, Ana Moreira; al acordeón y directora de todo, Bárbara Granados; actores, Anna Güell y Lluís Soler. Después había un coro de cámara que, según el programa, era el del Palau de la Música; aunque un pajarito me dijo que, un día antes del concierto, dicho coro fue sacado del programa, y el que actuó, magníficamente, por cierto, sólo tuvo un día para ensayar. Lo raro es que no se dijera nada desde el escenario. Claro que mi fuente puede estar equivocada.

En poco más de una hora, se tocaron y cantaron temas de Albéniz, Toldrá, Mompou, Millet o Granados, que aunque éste último no está enterrado en Barcelona, se interpretaron dos piezas por expreso deseo de la directora del concierto, Bárbara Granados, biznieta del genial pianista y compositor.


Los actores leyeron textos de Guimerà, Carner, Verdaguer, Sagarra y Papasseit. Es de destacar el trabajo de los actores. Por ejemplo, la voz de bajo de Lluís Soler atronó el recinto cuando, a grito pelado, recitó el poema Noctun per a acordió de Papasseit. También Soler sorprendió, al público y al coro, cantando una canción que se alejaba del lirismo y la solemnidad de las otras piezas. Se trataba de la Canción de taberna de Apel-les Mestres que suena como una clásica canción de piratas.

Personalmente me gustaron las piezas al piano de Pilar López-Carrasco de Mompou y el Triana de Albéniz. Pero el concierto nos reservaba un par de sorpresas. La primera fue el Salmo de los difuntos de Isaac Albéniz, una pieza que no se encuentra en los catálogos del músico y, contando ésta ocasión, es la segunda vez que se interpreta en España, la anterior fue en Madrid. Aquí se lució el coro. Cuando murió Albéniz, entre otras piezas, el Orfeó Català cantó el Réquien de Fauré, quizá de haberlo conocido, lo hubieran despedido con su propio Salmo de los difuntos. La otra sorpresa fue una pieza final y también fuera de programa. Se trataba de un adagio compuesto por una compositora viva y presente en el acto, era el adagio en homenaje a Ernest Lluch, el político socialista asesinado por ETA en 2000. La pieza fue interpretada al piano por la propia compositora, Bárbara Granados, acompañada por el chelo. Después de la emoción se despidió el acto cantando, con el público –unas 200 personas, quizá más-, la citada Canción de la taberna. Y así nos fuimos con el:

A la taverna d’en Mallol,
s’hi riu i plagueja:
a la taverna d’en Mallol,
molts hi entren amb lluna i en surten amb sol.
A la taverna d’en Mallol,
s’hi veu i s’hi juga;
a la taverna d’en Mallol
dels diners que hi entren no en torna ni un sol.

A la taverna d’en Mallol,
s’hi canta i s’hi balla;
a la taverna d’en Mallol,
tal hi entra donzella que en surt com Déu vol.

A la taverna d’en Mallol,
hi ha hagut punyalades;
a la taverna d’en Mallol,
diuen que eren quatre contra un home sol.

A la taverna d’en Mallol,
no tot són rialles;
a la taverna d’en Mallol
han tancat les portes en senyal de dol.

NOTAS: Como queda patente, me olvidé la cámara. Intento reparar mi fallo colgando algunos vídeos con tres de los temas que se tocaron allí, aunque por diferentes intérpretes, claro está. El acto me gustó bastante, pero hubiera sido un detalle recibir a la gente con una copita de cava, por pedir que no quede.
© JAVIER CORIA



2 comentarios:

  1. A mi me gustó mucho el "Salmo de los difuntos" de Albeniz. Lo grabé con la cámara de fotos, pero la calidad no es muy buena. A ver si se repiten este tipo de actos.

    Respecto a lo que dices del coro, es posible que estés en lo cierto ya que, tal y como dijeron, este coro fue creado para la ocasión.

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  2. Saludos, amigo. He buscado ese salmo por la red, pero no lo encuentro. No sé si está grabado, ya preguntaré.

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