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domingo, 4 de abril de 2010

CHICAGO AÑOS TREINTA

La Ley Seca de 1919-1933 propició la eclosión de organizaciones dedicadas al negocio clandestino del alcohol, muchas veces con el beneplácito de funcionarios corruptos. Las grandes redes de distribución estaban controladas por Lucky Luciano en Nueva York y Al Capone en Chicago, capos di capis, de una organización feudal originaria de Sicilia, la Mafia. Sin duda la capital del crimen fue Chicago, donde se calcula que murieron unos seiscientos gángsters en los años treinta.

La matanza de San Valentín de 1929 fue el paradigma de estas guerras. La ciudad estaba inmersa en una gran agitación social, la llegada en masa de trabajadores negros para trabajar en la industria y en la construcción, desató las tensiones raciales y los guetos se extendieron por la ciudad. Las movilizaciones obreras se sucedían ante una gran represión. En 1937 la Guardia Nacional disparó contra unos huelguistas causando un centenar de muertos y heridos. Precisamente, el origen del gangsterismo está en los pistoleros que contrataban los patrones de Chicago en los años veinte para reprimir a los trabajadores en huelga.

La Mafia de los ítaloamericanos se había convertido en una moderna y poderosa organización criminal, pero no fue la única. A comienzos de los años treinta, Louis Lepke Buchalter, creó la empresa “Asesinatos S.A.” que realizaba asesinatos por encargo al precio de 500 dólares como media. Sus mejores clientes eran los mafiosos, tanto es así que los contrataron permanentemente como su brazo armado por 12.000 dólares al año. Los operarios de la “empresa” también actuaban como pacificadores entre las diversas familias mafiosas, y cuando era necesario, eliminaban a los más alocados, como sucedió con la banda de Dutch Schultz en 1935. Los “contratos” nunca debían ir contra políticos o policías, pues esto podía incomodar a los que tenían en nómina. Uno de sus más afamados asesinos fue Abe -Kid Twist- Reles, su herramienta de trabajo era un picador de hielo.
© JAVIER CORIA

FOTO: Weegee (Arthur H. Fellig)

Nota: Extractos de un reportaje publicado originalmente en la revista CLÍO, noviembre de 2005

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