Arturo
Villar (LQSomos)*
El
18 de setiembre de 1868 el Ejército, la Armada y el pueblo español se lanzaron
juntos a las calles con un mismo grito en las bocas reivindicativas: “¡Viva
España con honra! ¡Abajo los borbones!”. Los excesos cometidos por la reina
Isabel II de Borbón eran tan enormes, debido a sus incontinencias en la afición
por el lujo y la lujuria, que colmaron todo lo soportable.
Ante
esa decisión colectiva tuvo que huir a París la derrocada monarca, impopularmente
apodada Isabelona por su grosura,
acompañado por su Corte de los Milagros, encabezado por el amante de turno. La
acción es recordada en la historia como la Gloriosa
Revolución, y quienes la organizaron y dirigieron merecen el reconocimiento
de héroes nacionales: los generales Juan Prim, Francisco Serrano Domínguez,
Francisco Serrano Bedoya, Domingo Dulce, Ramón Nouvillas, Rafael Primo de
Rivera, Antonio Caballero de Rodas y el almirante Juan Bautista Topete. Sea la
gloria para ellos, por haber llevado al pueblo a conquistar su libertad al
expulsar a la dinastía corrupta, y ser un ejemplo a imitar cuando los vasallos
alcanzan el límite de la resistencia política ante los desmanes de los reyes.
En
uno de los numerosos impresos revolucionarios publicados aquellos días, se
relata con sorna el cúmulo de razones que hartaron a los españoles de tantos
latrocinios y adulterios, incitándoles a reclamar para la patria el honor
mancillado por la golfísima soberana. Se trata de un extraño romance, porque
todos los versos impares mantienen una rima consonante única, en alternancia
con la asonante de los pares. Al ser revolucionario el momento histórico,
parece que el anónimo poeta quiso revolucionar también la métrica tradicional
castellana, y lo hizo con esta originalidad:
¿Dónde vas, Isabelona,
con cara de jabalí?
“Me han quitado la corona,
voy camino de París.”
La perdiste por bribona
no se puede consentir
que además de una ladrona
fueras tan puta, jolín.
Conquistaste, campeona,
sin cañón y sin fusil,
en la cama comodona
más hombres sola que el Cid.
España no te perdona
tanto continuo desliz,
que eres golfa por borbona,
más no se puede decir.
Presumes de beatona
y te has llevado a diez mil
soldados a la poltrona
que no consiguieron huir.
Y de civiles, glotona,
la lista no tiene fin,
tan larga que colecciona
todo varón de Madrid.
Te pasaste de mandona
y de furcia de postín;
si te queda una neurona
no vuelvas más por aquí.
Vete, vete, gordinflona,
vete en el ferrocarril,
líbranos de tu persona,
que estamos hartos de ti.
con cara de jabalí?
“Me han quitado la corona,
voy camino de París.”
La perdiste por bribona
no se puede consentir
que además de una ladrona
fueras tan puta, jolín.
Conquistaste, campeona,
sin cañón y sin fusil,
en la cama comodona
más hombres sola que el Cid.
España no te perdona
tanto continuo desliz,
que eres golfa por borbona,
más no se puede decir.
Presumes de beatona
y te has llevado a diez mil
soldados a la poltrona
que no consiguieron huir.
Y de civiles, glotona,
la lista no tiene fin,
tan larga que colecciona
todo varón de Madrid.
Te pasaste de mandona
y de furcia de postín;
si te queda una neurona
no vuelvas más por aquí.
Vete, vete, gordinflona,
vete en el ferrocarril,
líbranos de tu persona,
que estamos hartos de ti.
* Presidente
del Colectivo Republicano Tercer Milenio
Para más información y ver más ilustraciones y el origen de las mismas, el
blog de Gatopardo: Gustavo
Adolfo Bécquer y Valeriano Bécquer : Los borbones en pelota
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